Noticias 2009

Septiembre 30 de 2009

El radar universitario se extiende a su entorno

• Esta es la última entrega del especial periodístico dedicado a la investigación, la docencia y la extensión de la educación superior en el país.
• La proyección social, también conocida como extensión, conecta a las instituciones con la sociedad.

La ciudad, el país o la región son las aulas. Calles, barrios, bosques, costas y cualquier espacio en el que haya una posibilidad de sembrar futuro son aptos para intervenir la realidad, tarea en la que se requiere de la presencia permanente de la educación superior.

Hasta allá, por decirlo así, se extiende el radio de acción universitario con el conocimiento de investigadores, profesores y estudiantes, quienes están convencidos de que por fuera de los campus hay una tarea pendiente por realizar.

Y de la misma manera como se habla de investigación y de docencia, dos ítems que son determinantes a la hora de entregar una acreditación de alta calidad, la universidad colombiana también se piensa desde el aporte entregado al medio, sea este de carácter local, nacional o internacional.

En esa vía, el hoy de la extensión universitaria del país, en opinión de Gabriel Burgos Mantilla, viceministro de Educación Superior, da señales positivas. “Yo diría que la universidad colombiana lo está haciendo muy bien. Por supuesto, las más grandes y las más consolidadas tienen mejor desarrollado ese aspecto, pero en general todas están realizando programas de extensión”.

Afirma que, en dichas iniciativas, va incluido todo el tema de la consultoría, la asesoría, y los programas de formación continuada (diplomados, seminarios, etc.), así que, a su sentir, es una fuente interesante de ingresos para todas las instituciones públicas y privadas.

Pero de la misma forma en que habla de utilidades, el funcionario se refiere a un aspecto que trasciende esta esfera. “Destaco un campo muy importante que hace parte de la extensión y que el Ministerio está muy interesado en apoyar y en estimular, y es el tema de la proyección social, más conocida como la responsabilidad social de la universidad”.

Su explicación se dirige a lo siguiente: “Las instituciones deben prestar sus servicios a la comunidad y a los colombianos más desfavorecidos y, en ese campo, el Ministerio tiene recursos, de hecho hace aproximadamente un mes hicimos un encuentro internacional en Bogotá en el que se presentaron unos proyectos de universidades públicas y privadas del país que buscan impactar programas sociales. Trabajamos en uso y control de sustancias psicoactivas, protección a comunidades desplazadas, y protección a comunidades indígenas, entre otros”.

Así mismo, el representante del Ministerio de Educación Nacional reconoce que dentro de la autonomía universitaria, la directiva de cada institución elige las propuestas para proyectarse. “Su misión o su visión la lleva a determinadas intervenciones. Nosotros lo que hacemos es planear concursos para asignar algunos recursos de fomento en pro de esos proyectos, entonces la universidad se inscribe, presenta su iniciativa y si los jurados externos consideran que tiene sentido, pues se le trabaja”.

En cuanto a recursos, indica que el Ministerio tiene este año un presupuesto para fomento y desarrollo, que hace parte del Sistema de Educación Superior Colombiano, que llega a unos 180.000 millones de pesos. “No obstante, ahí están incluidos programas de doctorado, maestría, y desarrollo de proyectos técnicos y tecnológicos”.

Un asunto importante y clave
Lo cierto es que el concepto de proyección social, o de extensión, engrana todo un sistema de saberes que se enlazan con la docencia y la investigación, lo que al final llega a la sociedad convertido en un proyecto que puede ser de capacitación o en el que se involucren otras instituciones públicas o privadas.

En ese sentido, Cecilia María Vélez White, ministra de Educación Nacional, piensa la responsabilidad social universitaria como herramienta de proyección. “Es una articulación, necesaria y urgente, en torno a objetivos comunes de las instituciones con sus regiones, con sus comunidades, con los sectores productivos y gremiales; así también como una pieza clave que relaciona los planteles de educación superior con todos los ciudadanos”, afirmó la Ministra en un seminario realizado meses atrás.

Además, ubicándose en un ámbito más medible, la extensión también determina la posibilidad de una acreditación institucional, según lo confirma Alberto Jaramillo, director de Planeación de la Universidad EAFIT. “Lo primero que se mira en un proceso de estos es que se lleve a cabo la misión, y las misiones de la universidad de manera general deben involucrar los tres quehaceres sustanciales. Ya luego se mira la calidad con que se logran desarrollar”.

De igual manera, Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, ha insistido en varios escenarios en la responsabilidad que tienen las instituciones de educación superior con su entorno, sea este local o nacional, algo que se puede asumir como un beneficio en dos vías y que, en el último caso, le devuelve a la sociedad lo que ésta ya le ha entregado a la universidad.

¿Contribución o negocio?
Y por esa misma vía va dirigida la opinión de Alexander Alberto Correa Espinal, director de Extensión de la Universidad Nacional sede Medellín, para quien, en estos procesos de proyección, se observa una buena disposición por parte de las instituciones. “Los vicerrectores y los directores de las diferentes universidades, tanto públicas como privadas, nos reunimos y presentamos las actividades que se realizan en extensión, y lo que hemos notado es que se tiene un compromiso importante con la sociedad”.

Para el directivo, la gran fortaleza de la universidad para impactar la sociedad está en la investigación. “Ahí podemos solucionar muchos problemas, sea ambientales o sociales, y para ello están disponibles todos nuestros saberes”.

En cambio, Gerardo Jiménez Vallejo, vicerrector de Extensión del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, piensa que no es muy claro todavía, en el entorno universitario, el tema de la responsabilidad social a través de la extensión. “Hay universidades que han entendido este tema en el sentido estricto de la transferencia de conocimiento y de apoyo a proyectos de carácter productivo y social, pero hay otras que han entendido la extensión como un negocio”.

Y concluye: “Nosotros creemos que la responsabilidad social de las instituciones educativas no puede ser una actividad paternalista ni de dádivas al entorno, pero sí debe ser una labor que le genere valor agregado a la sociedad y apoyo a proyectos de carácter social, y a las pequeñas y medianas empresas que son las que más necesitan de una colaboración en materia de gestión, innovación y de competitividad”.

En general, quienes tienen la responsabilidad de que la universidad marche y se proyecte a la sociedad, piensan que la labor no puede quedarse en sus campus.

Al contrario, como lo dice la propia ministra de Educación, Cecilia María Vélez White, se trata del cada vez más protagónico papel de las universidades, de la academia y de sus egresados en el compromiso con un desarrollo equitativo y sostenible.


 

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Juan Carlos Luján Sáenz
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