Noticias 2009

Septiembre 29 de 2009

Más del 25 por ciento de los programas en el país están acreditados

• La docencia es uno de los factores principales que se evalúan al momento de otorgar  el reconocimiento a la alta calidad.
• En este sello, que las universidades deciden obtener de manera voluntaria, también se tienen en cuenta la investigación y la proyección.


Calidad docente es igual a calidad en la educación superior. Aunque es innegable esta premisa, lo cierto es que alcanzar altos estándares también depende de otros factores como la investigación y la proyección social.

Lo anterior le abre paso a un sello tan significativo para una universidad como es la acreditación institucional o de programas. “Con  ello no buscamos otra cosa que el mejoramiento de la calidad del sistema universitario del país”, comenta Fernando Chaparro Osorio, integrante del Consejo Nacional de Acreditación (CNA).

En cuanto a su valor al momento de la evaluación, Chaparro Osorio asocia mucho más la docencia a los sistemas de pregrado, mientras que la investigación la acerca a los posgrados. No obstante, explica que las tres, incluida la proyección social, son importantes en la formación de los estudiantes, sea cual sea cual el programa que se esté cursando.

Voluntad para acreditarse
De lo que si no tiene duda el representante  del CNA es de la voluntad que hay en las esferas académicas del país para acceder a la acreditación de alta calidad, sea la institucional o la de programas.

“Lo podemos ver en la reciente evolución que ha tenido la demanda para este tipo de servicio en Colombia. Este indicador ha evolucionado en los últimos 12 años, pero más a partir de 2004 porque hasta ese periodo se estaban acreditando unos 20 o 25 programas por año, pero de ahí en adelante la cifra se disparó a unos 150 en promedio”.

Y ante el fenómeno, el experto se pregunta: “¿Ese crecimiento hacia dónde nos ha llevado? Nos ha llevado a acreditar un 25 o 30 por ciento de los programas académicos en Colombia”.

En esta instancia, aclara, hay que tener en cuenta algo, y es que cualquier programa para poder funcionar tiene que poseer el registro calificado de la Comisión Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Conaces), que es la que asegura la calidad mínima; pero el de alta calidad, que otorga el CNA, es voluntario.
 
Sobre todo lo que congrega una acreditación, analiza: “Generalmente, en todos los países del mundo los procesos de alta calidad son voluntarios y el nivel al que hemos llegado es alto si se compara con el de Brasil, Chile y México. El siguiente paso, en esto de la acreditación, será profundizar el proceso porque acá solo buscamos un objetivo: el mejoramiento continuo de la educación en Colombia para que todos los programas alcancen niveles de calidad internacional”.

En cuanto al número de programas acreditados se han evaluado 973, de esos hay unos 850 que están acreditados y otro grupo al que se le ha hecho recomendaciones para que mejore sus estándares de calidad. De los acreditados (850) hay 194 que tienen reacreditación.

En total, explica el académico, existen unos 1.700 programas acreditables en el país. “Porque según la ley colombiana no todo programa puede presentarse para solicitar acreditación de alta calidad. Los susceptibles a ellos tienen que tener un grupo de 10 egresados, mínimo, y eso se estima en, por lo menos, dos cohortes, de cinco años cada una”.

“Tenemos universidades que tienen más del 50 por ciento de sus programas individualmente acreditados de alta calidad”, expresa el integrante del CNA.

Otro dato importante es el relacionado con el número de universidades que suman programas de alta calidad, en este caso 108. De esas, únicamente hay 16 instituciones con acreditación, entre las que se cuenta EAFIT, cifra que al final de este año puede llegar a 20.

Las universidades, por categorías
Y para darle más sentido a lo indicado por el experto del Consejo Nacional de Acreditación, Alberto de Jesús Jaramillo, director de Planeación de EAFIT, complementa: “Lo primero que se mira en una acreditación es que se cumpla la misión, y esa misión debe involucrar esas tres funciones sustantivas: la docencia, la investigación, y la extensión o proyección social”.  Así mismo, explica que también se miran los procesos administrativos, pero estos son un apoyo a la academia.

A su vez considera que, en la actualidad, está haciendo carrera diferenciar las universidades por categorías. “Tenemos universidades de investigación, universidades de docencia con investigación (como EAFIT), universidades de docencia, y universidades especializadas. Esas categorías dependen de lo que cada plantel decida”.

La acreditación, entonces, también es un asunto que va de la mano con la docencia, pues de la forma como las instituciones de educación superior asuman este quehacer sustancial, habrá más posibilidad de alcanzar la meta de estar entre el grupo de privilegiadas que cuentan con acreditación de alta calidad.


 

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Juan Carlos Luján Sáenz
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