Entre los cardenales favoritos para ocupar el ministerio petrino se encuentran el brasileño Odilo Scherer, el italiano Angelo Scola, el canadiense Marc Ouellet, y los estadounidenses Timothy Dolan y Sean O'Malley. Fotografía tomada de
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• Este martes 12 de marzo ingresarán a la Capilla Sixtina 115 cardenales electores para realizar una de las tareas con mayor trascendencia en el mundo: la elección del pontífice número 266.
• Según la opinión de tres académicos de EAFIT, quien sea elegido deberá ser un hombre capaz de enfrentar retos como los escándalos y la crisis financiera de la Iglesia.
El martes 12 de marzo comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa, el hombre más representativo de la Iglesia Católica y, a su vez, una de los referentes políticos más importantes del mundo. La elección no es nada sencilla, puesto que para salir triunfante se necesitan dos tercios de los votos de los cardenales electores, es decir, 77 de 115.
A propósito de este acontecimiento, Juan David Escobar Valencia, Adolfo Maya Salazar y Rafael Tamayo Franco, tres académicos de EAFIT, opinan acerca del legado que deja Benedicto XVI, de los retos que enfrentará el Papa número 266, y sobre las características y cualidades que este deberá tener para resarcir la imagen de una institución que congrega cerca de 1.200 millones de fieles.
Si bien el papado del alemán Benedicto XVI fue corto para hacer un balance de su gestión, los académicos eafitenses coinciden en que realizó la tarea para la que se le nombró: dar las luchas intelectuales, en términos de doctrina, que la Iglesia debe enfrentar hoy.
Y es que la elección de un Papa responde a las necesidades que, en un momento determinado, tiene la Iglesia.
Así, el nombramiento de Juan Pablo II se dio por los desafíos que imponía el contexto de la Guerra Fría y la rivalidad que la Iglesia tenía con el modelo comunista. En palabras del profesor Maya Salazar, él tenía lo que Max Weber denomina legitimidad carismática, una enorme capacidad de despertar reconocimiento, admiración y obediencia, que en últimas se traducen en capacidad de persuasión.
La llegada de Benedicto XVI respondió a otro tipo de lucha, una por los argumentos y la defensa de la doctrina de la Iglesia que en otros tiempos fue un dogma incuestionable. Por sus capacidades intelectuales y su prestigio como teólogo, Joseph Aloisius Ratzinger -Benedicto XVII- llegó al ministerio petrino en 2005, con la tarea de fortalecer, a través de argumentos sólidos, los preceptos católicos.
Este desafío sigue vigente y será uno de los grandes retos del nuevo pontífice, que deberá responder en términos racionales a preguntas tan complejas como: por qué no se pueden hacer mutaciones genéticas o por qué no se pueden casar parejas del mismo sexo.
Además de recuperar la identidad doctrinal de la Iglesia tendrá que enfrentar temas como el posible desprestigio de la institución por algunos escándalos, los
vatileaks y la crisis financiera. Pero “las tuercas se apretarán en silencio y a las ovejas negras las irán sacando de manera discreta y cautelosa. El nuevo Papa no llegará a cortar cabezas, pero tampoco encubrirá, pues la Iglesia está lidiando con un problema de vocación y no puede espantar a los posibles interesados en hacer parte de esta”, explica Juan David Escobar Valencia, director del Centro de Pensamiento Estratégico de la Institución.
La capacidad intelectual seguirá siendo una de las características que debe tener el próximo pontífice. Así mismo, “debe ser un excelente comunicador, carismático, pero además un ejecutivo, un administrador capaz de tomar decisiones” expresa Adolfo Maya Salazar, docente de la Escuela de Ciencias y Humanidades de EAFIT.
También, Escobar Valencia añade: “Además, tiene que ser un Papa joven, porque este es un planeta con población con esas características, y la percepción de la gente no puede ser que la Iglesia es un asilo de ancianos. El origen del pontífice no será tan importante, pero poner a alguien de un continente más representativo, como América Latina donde vive más del 40 por ciento de los católicos del mundo, sería bueno para la organización”.
Para Rafael Tamayo Franco, docente del Departamento de Derecho, el perfil del nuevo líder católico debe ser, al mismo tiempo, carismático, pero con una gran carga de autoridad.
“Las posiciones de la Iglesia sobre temas como el aborto, la eutanasia, la bioética, el celibato de los sacerdotes y las uniones del mismo sexo pueden ser discutidas a la luz del mensaje original de la religión, sin embargo, todos los papas han tenido claro que el cristianismo no se abre o se cierra a diversos temas en busca de fieles”, comenta.
Un tema que separa a los docentes es el del carácter liberal que deberá tener el sucesor de Benedicto XVI. Para el profesor Maya Salazar tiene que ser un hombre moderno, heterodoxo, que rompa con la actitud machista y cambie la actitud frente a las mujeres. Que además tenga una gran capacidad de autocrítica, que los errores cometidos no se resuelvan solo con indemnizaciones, sino que se vuelva un aliado de la justicia internacional.
En cambio, los profesores Juan David Escobar Valencia y Rafael Tamayo Franco creen que los cardenales serán más conservadores y cautelosos en su elección. “La Iglesia sigue creyendo que eso que la ha mantenido durante 2.000 años sigue siendo muy importante. Entonces no creo que vaya a dar una vuelta canela muy grande, incluso porque eso sería echarle agua sucia al pasado. Es mejor hacer evoluciones que revoluciones” expresa el primero.
Rafael agrega que el Papa elegido deberá mantenerse fiel a la tradición, pues este término que es técnico en teología, es fundamental en el cristianismo católico, y la herencia de las espiritualidades de los 20 siglos se debe conservar.
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Marcela Olarte Melguizo
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