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Análisis académico / 11/06/2014

Este también es Brasil

​El domingo 13 de julio se jugará la final del Mundial en el estadio Maracaná de Rio de Janeiro, el mismo en el que la selección de Uruguay le ganó la Copa a Brasil en 1950. Foto de Juniorpetjua.​

• Solo falta un día para que en Sao Paulo se dé el pitazo inicial de la edición número veinte de la Copa del Mundo, que reúne a 32 selecciones nacionales. 

• Brasil, país anfitrión, es uno de los favoritos para llevarse el título, pero el gigante suramericano es más que fútbol. Análisis del presente económico, político y social.

​En Brasil falam portugués, toman caipiriña y comen feijoada. También bailan samba, escuchan bossa nova y ven pasar las garotas de Ipanema. En Brasil hacen todo eso, así como juegan, viven y respiran fútbol, el deporte que les ha dado cinco veces la Copa del Mundo. 

Ya solo falta un solo día para que el balón ruede en el estadio de Corinthians, uno de los equipos de Sao Paulo, y en el que se inaugurará la edición número 20 del Mundial de Fútbol y, aunque por un mes Brasil será solo fútbol, hay mucho más que saber del país anfitrión.

Se trata de un país con un “notorio liderazgo en lo relacionado a la integración, tanto política como económica, en Suramérica, aunque no tanto en América Latina”, dice Luis Fernando Vargas Alzate, docente del Departamento de Negocios de Internacionales.

Podría decirse, agrega el profesor Vargas, que se trata de una potencia regional en construcción a la que los estudios más juiciosos le reclaman correspondencia entre su política exterior y la manera como estructura la administración doméstica.

Desde 2003, con la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, ha tenido un gobierno de corte socialista que se ha dado a la tarea de combinar la política económica con la social, con que se ha logrado un aumento y consolidación de la clase media y un mantenimiento de algunos programas de apoyo a las clases vulnerables.

“Estas acciones suponen grandes mejoras, pero han sido más coyunturales que estructurales. Precisamente, este es el gran reto que tiene la presidenta Dilma Rousseff, lograr consolidarlas y demostrar que están hechas para ir al fondo, a la estructura, que no son paños de agua tibia”, explica Luis Fernando.

En reales 

Aunque Brasil todavía no es un actor político con suficiente peso para generar o forzar una decisión en el sistema internacional, su economía sí tiene gran importancia en Latinoamérica, donde se consolida como una de las más estables y con más proyección internacional en sectores como el agrícola, ahora muy tecnificado, y el minero, con operaciones dentro y fuera del país. De hecho, es la séptima economía del mundo.

Además, cuenta con empresas multinacionales que se destacan por su componente innovador como Embraer, que es la tercera empresa en el mundo en construcción de aeronaves. 

“Los cambios paulatinos en las políticas de desarrollo industrial, sumado a la acumulación de capacidad tecnológica, han sido los motores principales de la internacionalización de las multilatinas brasileñas”, destaca Maria Alejandra Gonzalez-Perez, docente de la Escuela de Administración.

Y es que las empresas brasileñas han desarrollado competencias organizacionales y estilos gerenciales que les permiten competir dentro de su país con las multinacionales más avanzadas, pero, también, expandir sus propias operaciones en países europeos y en los Estados Unidos, en los que no solo invierten, sino que hacen adquisiciones. 

“A pesar de esto, Brasil tiene una gran limitante, su índice de desigualdad, que ha sido uno de los más altos del mundo, pero en el que ha trabajado en busca de su disminución. Esfuerzo que ha sido reconocido por el Banco Mundial”, señala la profesora.

No así piensan los brasileños. De acuerdo con un sondeo público que realizó la organización Datafolha, a 24 horas de iniciar el Mundial, solo el 48 por ciento de la población está de acuerdo con que Brasil sea el anfitrión del evento deportivo. Una cifra que contrasta con el 79 por ciento que respondió positivamente en 2008.

“Aunque Brasil es un país obsesionado con el fútbol, los gastos y recursos asociados con la preparación del Mundial, estimados en 15 billones de dólares, han desatado todo tipo de manifestaciones y protestas contra el Gobierno de Rousseff, pues los brasileños consideran que los fondos públicos invertidos en los preparativos debieron ser destinados al cubrimiento de necesidades educativas, de salud y de infraestructura que, realmente, mejoren la calidad de vida en el país”, puntualiza Maria Alejandra.

Orden para el progreso

Si bien el descontento de la población y los desórdenes causados han sido el foco de atención de los medios de comunicación en los días previos al inicio de la Copa, para Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades, no se trata de una oposición radical al evento, sino, más bien, una crítica a temas específicos como los sobrecostos y la corrupción que se genera alrededor de ciertos contratos. 

“Es muy probable que las protestas sigan después del Mundial porque en Brasil hay movimientos sociales relativamente fuertes y porque allí, a diferencia de países como Argentina y México (los últimos organizadores del continente), no hay un fervor nacionalista tan grande. La gente no se filaría alrededor de una causa nacional, como un Mundial, que hiciera olvidar que sucede en el país, como en Argentina que se olvidó la dictadura”, declara el Decano.

Ahora bien, en términos de seguridad, Jorge Giraldo explica que cabe esperar que, en ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo aumenten los robos de relojes y dispositivos electrónicos, asaltos que no suelen ser cometidos con violencia.

“Las tasas de homicidios se han reducido de manera significativa en los últimos años, especialmente en Belo Horizonte y en Sao Paulo, donde se han implementado políticas exitosas para controlar grupos criminales como el Primer Comando Capital (PCC)”, manifiesta el directivo.

En Río de Janeiro, añade el directivo, los índices también venían bajando, pero desde hace tres meses ha habido algunos ataques a la policía por parte de los grupos narcotraficantes. “Esto se está contrarrestando con un programa de intervención militar muy fuerte en 60 favelas que son las más cercanas a los sitios turísticos como Ipanema y Copacabana, y en los alrededores del Maracaná”.

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Marcela Olarte Melguizo 
Área de Información y Prensa EAFIT 
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Última modificación: 07/01/2015 17:01

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