En esta novela hay muchas palabras exactas (o sea cosas exactas) que fluyen a través del diálogo, que se mezclan de una voz a otra voz, que llevan a incoherencias, a reacciones, a silencios, a momentos buenos, a preguntas. Hablar sin necesidad de ser narrados o vistos como bacterias a través de un microscopio (para nuestros tiempos, electrónico), esto es lo que hacen los personajes de Rojo como tu pelo. Y hablan pronunciando bien, diciendo bien la palabra para que la cosa nombrada sea la que es y no haya ninguna deformación de la realidad a la que se asiste.
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