El avasallante poblamiento al que ha sido sometido el Valle de Aburrá obliga a sus habitantes a un permanente reacomodo. Una generación ignora lo que los otros han construido, pues todo cambia con una rapidez asombrosa. Casi nada sobrevive de la villa colonial. De la aldea republicana apenas quedan vestigios en la trama urbana y de algunas edificaciones, de la ciudad industrial de ayer han desaparecido casi todos los vestigios. Qué decir entonces de las huellas de quienes poblaron estas tierras antes de la llegada de los españoles.
Hoy no queda ningún espacio donde exista posibilidad de encontrar nuevos hallazgos. Todo fue arrasado por la idea de un progreso sin memoria.
Juan Luis Mejía Arango
Rector Universidad EAFIT