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Noticias 2010 Hacia una universidad Ubicua

Hacia una universidad ubicua

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  • EAFIT puso en marcha Proyecto 50, una iniciativa que, a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), busca apoyar a los docentes en el diseño de ambientes de aprendizaje innovadores.

  • El uso de estas herramientas plantea algunas inquietudes: ¿se perciben diferencias entre profesionales nuevos y viejos por el uso de estas?, ¿qué tanto aprenden los estudiantes que las utilizan?, ¿las instituciones educativas deben propiciar su uso, o por el contrario, desestimarlo?

Tecnologías como internet, audio y video móvil, teleconferencias y televisión digital interactiva, plantean retos tanto dentro de las instituciones de educación superior como en los ambientes laborales. Y es que es indudable que estas han impactado, de múltiples maneras, la forma en la que se estudia, se trabaja y hasta se vive.

De hecho, es común percibir posiciones encontradas sobre cómo actuar frente a este fenómeno. En Argentina, por ejemplo, se quiere prohibir el acceso de los niños a las redes sociales, mientras algunas empresas restringen, por reglamento, la lectura de correos electrónicos personales o el uso de aplicaciones en línea. Pero, ¿qué tan acertadas resultan medidas de este tipo?

En opinión de Claudia Zea Restrepo, docente del Departamento de Ingeniería de Sistemas y coordinadora de la línea de Informática Educativa de la Universidad EAFIT, existen diferencias -positivas y negativas-, entre los profesionales que han utilizado la tecnología en el proceso formativo y aquellos que no tuvieron esta posibilidad.

Según ha conocido casos, existen empresas que han disminuido su rentabilidad y, al buscar las causas, es común ver que el personal de las áreas directivas ha sido reemplazado por personas recién graduadas que,  pese a vivir muy “conectadas”, pierden relación interpersonal con quien tienen al lado. Entonces, la interacción con el otro se pierde, las órdenes llegan por correo electrónico y los otros empleados pueden reaccionar y bajar sus niveles de productividad.

Ahora bien, el fenómeno también cuenta con aspectos positivos. En principio, el permanecer en línea no es, para ellos, una simple actividad de contacto con su grupo social.

De igual manera, el trabajo colaborativo y la búsqueda de soluciones conjuntas son aspectos que han propiciado cambios en los ambientes y estructuras de grandes empresas. Las compañías, por su parte -complementa Zea Restrepo-, deben propiciar políticas del uso adecuado del tiempo en redes, para que lo que realmente se potencialice sea el rendimiento de estos profesionales.

En el ámbito académico, la investigadora menciona múltiples cambios que trae la tecnología en los procesos, tanto dentro del aula como fuera de esta, los mismos que permiten idear programas formativos centrados en el estudiante.

Así mismo, posibilita que la forma de transmisión de información, que antes era oral, pueda hacerse de forma distinta, como por ejemplo con video, texto, audio u otros que hacen que cada estudiante, de acuerdo con su estilo de aprendizaje, pueda asimilar mejor los conocimientos.

A su vez -continúa la docente universitaria-  las redes sociales plantean contextos de aprendizaje diferentes que siembran la necesidad de buscar la forma de implementarlas en la clase. “Los ambientes formativos deben comportarse como una red colaborativa, en la que habitan los estudiantes (que son seres sociales y permanentemente conectados), y deben terminar formándolos como ciudadanos de ese mismo mundo digital”.

En contraste
Por su parte, Raúl Gómez Marín, docente del Departamento de Ciencias y Humanidades de la Universidad EAFIT, analiza la personalización de la educación gracias a la tecnología desde dos puntos de vista.

Por un lado -al compartir la visión de Claudia Zea Restrepo- interpreta el fenómeno como la capacidad del estudiante para responsabilizarse de algunos procesos de su formación. Por otro lado, arguye que con la tecnología se está rompiendo, cada vez más, la relación y conexión directa entre maestro y alumno, no solo en la formación normal, sino en asesorías y otros niveles.

Asegura que no hay tanto acompañamiento por parte del profesor y, justamente, ahí está el problema. Los profesores están poniendo una gran cantidad de trabajos para que los realice individualmente el estudiante, pero no tienen una guía, guión o asesoría.

El docente cuenta que el alumno captura información por mediaciones tecnológicas, mientras el profesor no sabe qué hacer con lo que recibe. “Simplemente lo evalúa, pero no hay un retorno al ámbito académico clásico, no hay un retorno al aula”.

A su sentir, existe una laguna grande en las pedagogías a partir de las tecnologías porque, aunque se proponen trabajos y los estudiantes los realizan, no hay integración de los procesos. Por el contrario, considera que en el modelo clásico todo trabajo que el profesor designaba estaba vinculado al currículo, a los objetivos del programa, y siempre retornaba en el programa.

El profesor Raúl añade que si un estudiante entregaba un informe de lectura era porque el profesor iba a desarrollar un tema a partir de ese trabajo, pero eso no es lo que sucede ahora. “Estamos en un estado incipiente en el que no estamos aprovechando todas las posibilidades que estas tecnologías tienen. En consecuencia, en la formación universitaria, tanto en las ciencias como en las humanidades, se ve una desinformación generalizada y una falta de estructuras de pensamiento”.

El punto común
Ambas visiones sobre el tema encuentran un punto común, que consiste en plantear la necesidad de mejorar, o hacer evolucionar los procesos y metodologías educativas actuales para que las tecnologías sean las aliadas perfectas de la academia.

Para el profesor Gómez, por un lado, las mediaciones tecnológicas son parte del problema y parte de la solución. En su opinión, las universidades gastan tiempo y dinero enseñando cálculos y procesos que hoy en día realizan las máquinas y los sistemas, entonces lo que se necesita es un cambio de enfoque sobre la comprensión, la teoría, la aplicación y perspectivas, y hacer que las tecnologías realicen los procesos básicos.

Los modelos educativos de hoy, en sus palabras, no deberían estar guiados hacia la adquisición de información, sino hacia la comprensión, la aplicación y la crítica de la información disponible.

En cambio, la docente de Ingeniería piensa que los métodos magistrales no deben perderse, pero deben evolucionar en métodos distintos: la forma de evaluar debe ser diferente; la manera de hacer investigaciones ya no puede consistir en la búsqueda de información en una enciclopedia para ser copiada y entregada, sino que debe consistir en obligar la formación de un análisis y un pensamiento crítico frente a esa información.

Pero los docentes, continúa Claudia, no están formados para enseñar ni diseñar esos nuevos ambientes de aprendizaje, de manera que hay que hacer todo un trabajo de acompañamiento y apoyo para crear esos nuevos ámbitos. “Los profesores tienen una formación pedagógica y disciplinaria con la que han venido trabajando, no obstante hay que actualizarlos y alfabetizarlos en temas tecnológicos”, asevera.

El asunto es que, con el fin de darle sentido a lo que se propone por medio de las tecnologías, EAFIT vio la importancia de innovar en la forma en que enseñan los docentes y creó la iniciativa denominada Proyecto 50, que se centra en motivar nuevas maneras de desenvolvimiento curricular y poner al servicio de su comunidad espacios físicos y virtuales donde quienes enseñan no solo puedan usar tecnología actual, sino que puedan ser acompañados y asesorados con el objetivo de modificar las metodologías de enseñanza y aprendizaje.

En conclusión, estudiantes y tecnologías del siglo XXI, así como profesores actualizados a esta misma época, son los ingredientes para una universidad verdaderamente ubicua, es decir, con presencia en múltiples lugares, tanto en las aulas como en el ciberespacio, en el hogar, como en la empresa.

El hecho de que la información esté disponible de forma tan ágil obliga a que la universidad deje de ser un lugar necesariamente físico. Por el contrario, esta debe estar presente en los mismos ámbitos donde los estudiantes acceden a los datos.

Así, el uso de redes sociales, la publicación de blogs, la creación de contenidos multimedia y la utilización de dispositivos móviles son destrezas que poco a poco se vuelven una necesidad en el ámbito académico, tanto para los estudiantes como para sus tutores y guías.

 Su opinión
 El debate está abierto. ¿El tema? La personalización de la educación gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación. Ante esto proponemos las siguientes inquietudes:
¿Es efectiva la mediación tecnológica en el proceso formativo?
¿Qué sucede con la calidad de los trabajos académicos cuando se tiene acceso a tanta información?
¿Cuáles son los retos de la academia y la empresa frente a este fenómeno?
¿Cuál es su experiencia en este tema?
 Puede expresar su opinión a través de TwitterFacebook, o en el correo electrónico egresados@eafit.edu.co.

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Última modificación: 02/09/2015 14:29