Más de 40 obras propias; ganador de diferentes reconocimientos nacionales e internacionales; compositor y arreglista para las orquestas sinfónicas de EAFIT, Universidad de Antioquia y Memphis; colaboraciones con la Corporación Cantoalegre, Montecino piano trío y Coro Arcadia; creaciones interpretadas en países como Estados Unidos, China, Hungría, Australia, Chile, Alemania, Cuba…
Esta es solo una parte de la trayectoria profesional de Víctor Hugo Agudelo Ramírez, un egresado eafitense que ha logrado sobresalir en el mundo de la música, y quien recientemente ocupó el primer puesto en el Ascap Morton Gould Young Composer Awards, celebrado en la ciudad de Nueva York.
El músico logró alzarse con el máximo galardón en la categoría de 25 a 30 años, gracias a Prisma Continental, una obra de cámara para siete músicos que escribió como parte de su tesis doctoral en la Universidad de Memphis, Estados Unidos.
“Este es un premio muy importante, ya que la American Society of Composers, Authors and Publishers (Ascap, por sus siglas en inglés) reúne a los compositores norteamericanos más importantes y su concurso está limitado únicamente a ciudadanos de este país y a estudiantes extranjeros registrados”, explica Víctor.
En el evento participaron más de 600 jóvenes y fueron evaluados por integrantes de la Asociación y reconocidos artistas musicales del país del norte.
Sin embargo, esta no es la primera vez que el trabajo de Víctor logra un reconocimiento. Desde que estaba cursando su pregrado en Música en EAFIT, ya se había dado a conocer en los concursos de composición realizados por el maestro Andrés Posada Saldarriaga.
Credo, escrita para doble coro mixto y Sangre de hincha para ensamble musical fueron las obras con las que se convirtió en ganador. E igualmente, en 2005, recibió el Smith Composition Award en la Universidad de Memphis, lugar donde cursó su doctorado en Artes Musicales con énfasis en composición y dirección de orquesta.
“Este tipo de distinciones me motivan a seguir escribiendo piezas, pero lo más importante es dar a conocer el talento nacional y que se den cuenta que en nuestro país también se está haciendo música”, expresa.
Una pasión desde pequeño
A los dos años de edad, Víctor Hugo se subió por primera vez a un piano y comenzó a jugar con las teclas. Esa es la anécdota que le cuentan sus padres.
Su pasión por la música la fue consolidando más adelante cuando se matriculó en clases de iniciación musical en Comfama.
“Allí aprendí a tocar tiple y bandola, pero como siempre me sentí más inclinado por el piano, mis papás me trasladaron a la escuela de música Virgil Fryling, de la Corporación Universitaria Adventista”, relata el compositor.
A pesar del entrenamiento auditivo, el solfeo y el aprendizaje de los conceptos teóricos, terminó por aburrirse de la música clásica e ingresó al Colegio de Música de Medellín, donde pudo experimentar nuevos sonidos, interactuar con otros músicos y tocar en grupo.
“A los 15 años un grupo de amigos y yo formamos un grupo de jazz experimental que se llamaba Ánfora. Eso, y algunas lecciones de guitarra, permitieron que empezara a realizar mis primeras creaciones, imitando partituras musicales y con errores en la escritura musical”, dice. Víctor se percató entonces de su gusto por la composición.
En 1998 abandonó sus estudios de publicidad e ingresó al pregrado en Música de EAFIT, donde pudo estudiar composiciones con los docentes Andrés Posada Saldarriaga, Sergio Mesa y Moisés Beltrán; dirección con Cecilia Espinosa Arango; y piano con Lise Denise Frank.
“Me gradué en 2003 y conseguí una beca como profesor asistente en la Universidad de Memphis. Allí mismo hice mi doctorado y regresé en 2009 a Colombia, donde se me presentó la oportunidad de ser docente en las materias de contrapunto, armonía y orquestación”.
Desde hace dos años, este egresado y profesor tiene bajo su cargo el ensamble de música nueva, que bautizó con el nombre de Periscopio, en el que los estudiantes tienen la posibilidad de interpretar obras del repertorio universal de los siglos XX y XXI, de compositores latinoamericanos y de estudiantes de composición.
Ahora una de sus metas más inmediatas es posicionar este grupo dentro de la Universidad y posteriormente en la ciudad, el país y el exterior. “E incluso convertirlo en un taller de investigación en el futuro”, manifiesta.
A pesar de sus múltiples ocupaciones y de su vocación como compositor, Víctor nunca ha dejado de interpretar el piano. El egresado está convencido de que esta actividad le permite ponerse en los zapatos del intérprete y conocer lo que se puede llegar a realizar realmente con los instrumentos.
Para él, lo importante no es vender, sino expresar lo que uno quiere y, en ese aspecto, considera que su formación en EAFIT le brindó las herramientas técnicas necesarias, le mostró música que nunca había escuchado y lo preparó para su camino como compositor.
“Ahora mis planes son seguir en la docencia, consolidar aún más el ensamble que tengo a mi cargo y seguir componiendo en mis ratos libres”.