Si alguien frecuenta discotecas, peluquerías, panaderías, pizzerías, consultorios o restaurantes en los que ve materiales como vidrio, acero, madera o mayas cortadas con láser, entre otros, podría estar en un espacio diseñado y construido por Compañía de Ideas, un emprendimiento de una ingeniera de diseño de producto de EAFIT que ya lleva ocho años materializando sueños.
El diseño de imagen corporativa, de espacios comerciales, y las propuestas de diseño y distribución de mobiliario son solo la primera parte del portafolio de servicios. Porque, además de eso, esta empresa, que fue la primera que surgió del pregrado en Ingeniería de Diseño de Producto de la Universidad, se encarga de que esas ideas se vuelvan realidad.
Eso pasa gracias a que, por herencia familiar y por experiencia propia, Catalina Hoyos Duque se dio cuenta de que lo suyo era ser independiente.
Durante sus estudios, se enfrentaba, semestre a semestre, a la tarea de diseñar objetos y construirlos. Y cada vez que encaraba un proyecto nuevo, tenía que buscar la mejor manera de conseguir materiales, de hacer moldes y de tener los mejores acabados.
Todo ese conocimiento que adquiría de la academia y la experiencia, la hizo pensar desde el año 2000, que ella, igual que su familia, tenía que ser emprendedora y que quería tener un negocio que ofreciera servicios de diseño para las empresas.
“Conseguir proveedores y clientes, además de diseñar desde el primer semestre de la carrera, lo lleva a uno a darse cuenta de que montar empresa consiste en saber gestionar”, afirma la egresada.
De hecho, antes de la práctica, solo pensaba en vender diseño. Pero, después de trabajar en Bogotá, en una empresa con un portafolio de servicios similar al que hoy tiene Compañía de Ideas, vio que materializar esos esquemas, y no vender solo intangibles, era una mejor idea de negocio.
Y así fue como nació Compañía de Ideas. Desde 2005 y como trabajo de grado, Catalina se dedicó a montar la propuesta y el plan de negocio de su compañía. Con el apoyo de las herramientas y conocimientos de emprendimiento que adquirió en algunas materias de la carrera, comenzó a incursionar en un mercado que aún es nuevo y, como afirma esta empresaria, es difícil de valorar en Colombia.
“¿Será que si voy a conseguir clientes?, ¿cómo cobro por un servicio intangible?, ¿cómo medirse y compararse si no hay muchos ejemplos o parámetros en el mercado?”. Esas inquietudes eran algunos de los temores que Catalina tenía hace ocho años y que ha superado con la consolidación de su idea.
Para ella, uno de los mayores retos al comienzo de un negocio es depender de que los proveedores cumplan y hagan bien las cosas. Pero, de manera paulatina, comenta la ingeniera, se ha formado un grupo de personas que hace su trabajo con calidad.
Y como valor agregado, Compañía de Ideas ofrece asesoría técnica para los montajes, con el fin de que lo que se construye esté ajustado a las normar de seguridad y salud que se les exigen a los establecimientos públicos.
La vida de independiente
Después de graduarse en 2005, la egresada trabajó como docente en el pregrado del que egresó. Sin embargo, las actividades propias de un emprendedor no le permitieron continuar con esa función.
“Actualmente estoy muy desligada de la U. Ser independiente requiere un compromiso permanente y demanda mucho tiempo. Tener empresa es una decisión y un estilo de vida”, comenta la ingeniera.
De sus días en EAFIT recuerda los retos que implicaba cada proyecto que debía ejecutar, y extraña tener el tiempo de analizar e investigar las cosas con más profundidad, porque, según afirma, cuando una persona se dedica a su compañía le toca actuar con más velocidad.
Sin embargo, a Catalina le sigue gustando el contacto con la academia, y hoy disfruta de una empresa consolidada que ya le permite tener un poco más de tiempo libre y le brinda la necesidad, todos los días, de crecer y crear una idea nueva.