Uno de los sectores económicos más afectados por variables inciertas como el clima es el sector agrícola. Esta variable le añade a esta actividad económica grandes niveles de exposición a volatilidades, lo cual es sinónimo de incertidumbres sobre los volúmenes de cosecha, los rendimientos de los campos y las condiciones climáticas futuras, haciendo este sector susceptible de pérdidas cuantiosas no esperadas, que hacen necesaria la intervención del estado mediante políticas de mitigación, tal como se vivió en el pasado fenómeno de La Niña de 2010-2011. Este hecho representa un alto costo para la sociedad, ya que dichos recursos podrían ser utilizados en otros sectores igualmente necesitados; creemos que lo mejor sería tomar medidas ex ante, que permitan reducir dichos riesgos.
Según informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (1), sobre la pasada ola invernal que afectó el país entre septiembre de 2010 y mayo de 2011, cerca del 5% del total del área de Colombia sufrió inundación (esto significan más o menos 3.5 millones de hectáreas). Este mismo informe señala que alrededor del 7% de la población, unos 3.2 millones de personas, se vieron afectadas o damnificadas. Después del suceso la tasa de desempleo entre los afectados se habría elevado en alrededor de cuatro puntos porcentuales, explicados por el aumento en el número de desempleados, aún con la caída en la población económicamente activa, que se dio por el aumento en la inactividad laboral. Como podemos observar los costos económicos y sociales de eventos climáticos extremos son cuantiosos y de gran impacto en la sociedad.
Por otro lado, en los Estados Unidos la Bolsa Mercantil de Chicago (CME) ofrece tanto los derivados relacionados con el mercado agrícola como los relacionados con el clima, estos productos financieros permiten definir estrategias de cobertura para que los agentes cubran su exposición sobre las volatilidades propias del mercado, incluyendo la incertidumbre sobre el comportamiento climático extremo. Por ello creemos que es tiempo de que Colombia y sobre todo el sector empresarial tome enserio la mitigación de riesgo como una estrategia para que los productores y comercializadores de commodities agrícolas diseñen mecanismos de mitigación de riesgo, a través de la creación de derivados financieros del clima y agrícolas, acompañado esto de una política de educación financiera entre todos los agentes del mercado, ya que es reconocido que en el país aún existe muy poco conocimiento, tanto en el tema de manejo de riesgos como financieros en el sector agrícola.
(1) Valoración de daños y pérdidas. Ola invernal en Colombia 2010-2011. http://www.cepal.org/publicaciones/xml/0/47330/olainvernalcolombia2010-2011.pdf
5 de noviembre de 2014
Sebastián Bedoya Ríos
Estudiante Maestría Sc. en Finanzas - EAFIT
Asistente de Investigación