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​Nota​ de opinión


Hacia una nueva realidad en el campo

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Tras décadas de preocupación por el campo en Colombia, el panorama actual continúa siendo desalentador.​​


Según el Dane y el Gran Atlas de la Propiedad Rural en Colombia, las cifras actuales para el sector rural dan cuenta de que el 62% de la población está bajo la línea de pobreza. En cuanto a la desigualdad de ingresos parece haber una leve mejora pues el coeficiente de Gini era de 0.52 en el año 2002 y para el 2013 había bajado a 0.45 (mientras más cerca a 1 mayor concentración de ingresos, es decir, más desigual), sin embargo, el Gini para la tierra es de 0.86, lo cual denota que pocos propietarios tienen grandes terrenos,  esto justifica en gran parte las anteriores cifras de pobreza y desigualdad y además es causante de la falta de empoderamiento del campesino promedio y del mal uso del terreno, pues la mayoría de estos grandes terrenos no se destinan a la agricultura sino a la ganadería extensiva. Finalmente, no es de extrañar que el 54% de la población rural tenga Necesidades Básicas Insatisfechas frente al 19% urbano.

De seguir así las cosas, no sólo se perpetuaran estos desalentadores indicadores socioeconómicos, más allá de esto, los campesinos seguirán condenados a permanecer en la trampa de pobreza de pobreza en que están y el país entero continuará enfrentándose al desplazamiento masivo hacia las ciudades, con todas las consecuencias que ello representa. Esta es la razón por la cual se deben volcar todos los esfuerzos hacia la recuperación del campo.

Las soluciones a esta problemática no son desconocidas y se encuentran en la intervención de sus causantes, ampliamente diagnosticados. No sólo es la baja calidad de vida, también es la falta de acceso a los mercados (infraestructura, créditos, etc.), acompañado de varias décadas de conflicto armado. Por ello se requiere que la próxima reforma agraria este acompañada de una mayor presencia del estado en el campo, con proyectos encaminados a un mejoramiento en el acceso y la calidad de los servicios públicos domiciliarios, de salud y de educación; también es necesaria una política de distribución, restitución y formalización de tierras más equitativa y que este acompañada de mayor presencia militar del estado para garantizar el retorno, la permanencia segura de los campesinos y el respeto a los derechos de propiedad.  Se debe garantizar además el acceso al crédito de inversión junto a la capacitación en nuevas tecnologías que aumenten la productividad, y finalmente un mejoramiento de la malla vial, la cual también presenta décadas de atraso. Pero esto solo se logrará con verdadera voluntad política, que es lo que ha faltado durante todos estos años.

En el horizonte cercano se vislumbra con ánimo la finalización de un conflicto armado que no solo garantizará una mayor seguridad rural sino también la liberación de recursos económicos para la ejecución de proyectos que mejoren la vida del campesinado. De otro lado, el Dane viene adelantando el Censo Nacional Agropecuario, ejercicio que no se realizaba desde 1970, y que tiene planeado publicar sus primeros resultados en Diciembre de 2014. Con toda seguridad estos resultados permitirán mejorar sustancialmente el diagnóstico del sector rural y así un mejor enfoque de los esfuerzos para mejorar la realidad del campesino en Colombia. 

foto_Oscar.jpgÓscar Alejandro Páramo Rojas​
Estudiante de la Maestría en Economía - EAFIT​
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