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Academia / 28/01/2019

Coyuntura laboral hasta septiembre-noviembre 2018

Hugo López Castaño. Profesor, Departamento de Economía, Universidad EAFIT

Correo electrónico: hugolopezca@gmail.com

El crecimiento del PIB real se desaceleró progresivamente entre 2014 y 2017. Según las nuevas cuentas nacionales base 2015: 4.7% (2014); 3.0% (2015); 2.0% (2016); 1.8% (2017). Para el primero, segundo y tercer trimestre de 2018, las cifras muestran una recuperación (tasas anuales de 2.2%, 2.8% y 2.7%). Para el año completo 2018, nuestras estimaciones sugieren que el crecimiento no superará el 2.7%.

El empleo asalariado rural, el de mejor calidad en el campo, se redujo en 2018 hasta mayo; se recuperó considerablemente en junio, julio y agosto y, luego, se derrumbó hasta noviembre. Por su parte, el empleo formal urbano respondió en el segundo y tercer trimestre a la recuperación del PIB, pero volvió a caer abruptamente en el cuarto trimestre (hasta noviembre), afectado por las alzas que se produjeron en los salarios reales de los trabajadores formales.

 Empleo asalariado y no asalariado y tasa de desempleo en el nivel nacional

Para distinguir el empleo de buena y mala calidad el DANE utiliza en  las ciudades las categorías “empleo formal y empleo informal”. Pero, aunque se pueden calcular, ni utiliza ni mide esas categorías en las zonas rurales. Así las cosas un proxi en el nivel nacional es la distinción entre empleo asalariado y no asalariado. 

Gráfico 1. Colombia: ocupación asalariada, desempleo e importancia del empleo no asalariado.


DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta sept-nov 2018). Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto). Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados).


La tasa asalariada de ocupación (empleo asalariado como porcentaje de la población nacional en edad de trabajar), se había elevado hasta fines de 2015; desde entonces se estabilizó hasta mediados de 2017 y después ha tendido a bajar hasta situarse en 23.8% en septiembre-noviembre 2018 (gráfico 1, panel A). Paralelamente la tasa nacional de desempleo que había caído entre 2012 (10.6% en abril-junio) y 2015 (8.6% en enero-marzo), volvió a elevarse desde entonces, dando un salto hacia arriba en septiembre-noviembre del año en curso (9.9%). La tendencia a la baja de la tasa asalariada de ocupación desde 2016 resulta muy clara en las cabeceras municipales y recientemente también en las zonas rurales (panel B). De otro lado (panel C), el porcentaje que representa en el empleo total nacional el empleo no asalariado que se había reducido entre 2012 y 2015, aumentó después hasta situarse en 58.2% en septiembre-noviembre 2018.

 El empleo asalariado rural: después de caer hasta marzo-mayo y de crecer otra vez hasta agosto, ha vuelto a caer desde entonces

En las zonas rurales, el empleo asalariado había caído en 2015 (-0.5% vs. 2014). En 2016 se recuperó (2.2%). En 2017 se elevó durante el primer trimestre, se redujo otra vez durante el segundo; volvió a repuntar en el tercero y se hundió en el cuarto; en promedio creció 0.9%, mucho menos que en 2016. En lo corrido de 2018 siguió cayendo hasta marzo-mayo y se recuperó marcadamente en junio-agosto antes de volver a bajar desde  entonces  (gráfico 2, panel A). No se han visto este año los efectos esperados de la cosecha cafetera principal. La caficultura atraviesa este año por una crisis más estructural, de rentabilidad (bajos precios externos e internos).


Gráfico 2. Zonas rurales: empleo asalariado y no asalariado; participación laboral y tasas de desempleo.


DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta sept-nov 2018). Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto). Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados). Tasa asalariada de desempleo (desempleados vs. ocupados asalariados más desempleados); esta medida alternativa se justifica pues casi todos los desempleados buscan un trabajo asalariado. Las series han sido desestacionalizadas con Census X-12.

Por su parte, el empleo no asalariado (panel B), que había subido 3.6% en 2015, y se había desacelerado en 2016 (1.3%); volvió a crecer rápidamente en 2017 (1.9% en promedio) con oscilaciones inversas a las del empleo asalariado y conservó un nivel alto hasta agosto 2018. Desde entonces se redujo, particularmente en septiembre-noviembre, ante la caída en la participación total (la asalariada y la no asalariada). Corregidas por variaciones estacionales, las tasas rurales de desempleo, la total y la asalariada (panel C), habían vuelto a subir en el segundo semestre de 2017 hasta alcanzar un máximo en enero 2018; este año su nivel volvieron a subir en septiembre-noviembre, cuando sus magnitudes fueron, respectivamente, 5.5% y 23.6%. 

 Caída del empleo formal en el conjunto de las trece ciudades durante el cuarto trimestre 2018 (hasta noviembre)


En el conjunto de las 13 ciudades principales el volumen del empleo formal (gráfico 3, panel A) se había elevado considerablemente durante el primer semestre de 2017 (1.7%), pero se derrumbó durante el segundo (-1.9%). El segundo y tercer trimestre del año pasado fueron de recuperación. Calculado como porcentaje de la población total en edad laboral pasó del 31.2% a finales de 2017 al 31.8% en el tercer trimestre 2018. Pero durante el cuarto trimestre se produjo una grave recaída que lo situó otra vez en 31.2% en septiembre-noviembre. 

Gráfico 3. Empleo formal total en las principales ciudades, 2015-2018.


DANE, gran encuesta integrada de hogares, datos publicados hasta septiembre-noviembre 2018. Empleo formal: ocupados privados en empresas de más de cinco ocupados (salvo trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares), más técnicos y profesionales independientes, más ocupados del gobierno. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

Todas las ciudades experimentaron en mayor o menor medida el choque recesivo del cuarto trimestre del año pasado. Bogotá que venía recuperándose hasta el tercer trimestre (panel B); Cali (panel C) donde la recuperación había sido más intensa; Barranquilla (panel D) donde la tasa formal de ocupación se había derrumbado desde comienzos de 2017 y donde la crisis del cuarto trimestre del año pasado borró los tímidos signos de recuperación;  Medellín (panel E) donde la caída empezó más tarde y hasta ahora ha sido menos grave; y las nueve ciudades intermedias (panel F) donde la crisis empezó más temprano.


 Durante el cuarto trimestre (hasta noviembre) se destruyeron 70.700 empleos formales en las trece ciudades.  El auge de la construcción urbana evitó que la crisis fuera peor

En las 13 ciudades principales, y teniendo en cuenta las cifras desestacionalizadas, durante los tres primeros trimestres de 2018 (hasta septiembre) se crearon 173.700 plazas formales de trabajo. Entre septiembre y noviembre se destruyeron, en cambio 70.700 plazas.

Entre septiembre y noviembre tres ramas generaron un total de 46.400 nuevos empleos formales. La construcción urbana 28.400; los “inmuebles y servicios a las empresas” 11.100 y el “comercio-hotelería” 6.900. En cambio las cinco grandes ramas restantes redujeron su empleo formal en 117.000 plazas. Los “servicios comunales, sociales y personales” en 35.900; la “industria” en 29.000, las “finanzas” en 18.500; el “transporte, almacenamiento y comunicaciones” en 14.900, y las “otras ramas” (agropecuaria, minería y “electricidad gas-agua”) en 18.600 

El gráfico 4 visualiza el comportamiento del empleo formal por ramas entre 2015 y septiembre-noviembre 2018. Resulta claro que, a partir del tercer trimestre del año pasado, el empleo formal en la “construcción urbana” experimentó un auge extraordinario y el generado por el “comercio-hotelería”  mantuvo su recuperación pero a un ritmo más lento.  El de los “inmuebles y servicios a las empresas”, salvo el repunte parcial de septiembre-noviembre, ha caído abruptamente este año. Y el empleo formal de las demás ramas, particularmente el de la industria, cayó durante el tercer trimestre del año.   


Gráfico 4. Trece ciudades principales: empleo formal en algunas ramas y variación anual



DANE, gran encuesta integrada de hogares, módulo informalidad (datos publicados en septiembre-noviembre 2018). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

 El empleo formal menos educado ha seguido bajando; el dotado de alguna educación superior ha comenzado a caer recientemente


En las trece ciudades, y calculado frente a la PET total, el empleo formal dotado de algún año de estudios superiores, que había caído en el segundo semestre del año pasado volvió a elevarse hasta el tercer trimestre de 2018, antes de caer otra vez en el cuarto. Por su parte, el menos educado, que venía bajando desde el segundo trimestre de 2016, prosiguió su caída durante 2018 (gráfico 5, panel A).


Gráfico 5. Trece ciudades: empleo formal y salarios por nivel educativo 


DANE, gran encuesta integrada de hogares. Panel A (datos publicados hasta sept-noviembre 2018). Panel B (salario mínimo mensual hasta diciembre 2018, deflactado por el IPC y desestacionalizado). Paneles C y D (microdatos DANE hasta agost-octubre 2018; salarios medianos). En todos los casos se usó el IPC como deflactor. Series desestacionalizadas con el método census X-12. 

 Los salarios formales reales, sobre todo los de la población más educada, se dispararon hasta mediados del año pasado

El salario mínimo nominal se había elevado 7.0% desde enero 2017; pero como la inflación fue bajando, sobre todo a partir del segundo trimestre, su variación anual real terminó por ser 2.8% en diciembre de ese año. En enero de 2018 el mínimo nominal fue elevado 5.9%, mucho más que la inflación del año anterior y que la inflación esperada, de tal manera que, para diciembre, tuvo una variación anual real del 2.63%. En este último mes, su valor real desestacionalizado fue el mayor desde 2008 (gráfico 5, panel B). Este año 2019 el alza en el mínimo nominal fue del 6.0%. Dada una meta de inflación cercana al 3.0% significará un alza real adicional del 3.0% para el año en curso, lo que no dejará de tener impactos negativos sobre el empleo formal menos educado.

En las trece ciudades principales, los salarios reales medianos de los trabajadores formales sin educación superior (regulados en principio por el mínimo) se elevaron en 2017 en tanto en términos reales como en términos de salarios minimos; En 2018 siguieron subiendo en términos reales y, en términos de salarios mínimos, después de  una caída a comienzos del año, se recuperaron parcialmente. 

Por su parte,  la reactivación que experimentó el empleo formal más educado en el segundo y tercer trimeste disparó en 2018 sus salarios reales (alza del 6.4% entre fines de 2017 y junio 2018) y también expresados en SML (panel D); después han vuelto a bajar como respuesta a la caída reactiva del empleo formal más educado. El alza en el salario real de los trabajadores formales más educados, que es un síntoma de la escasés de este tipo de personal, ha elevado este año el salario real del total de los trabajadores formales (paneles E y F). 

 Participación laboral; informalidad y desempleo

Gráfico 6. Trece ciudades: participación laboral, informalidad y desempleo.


Fuente DANE, gran encuesta integrada de hogares. Paneles A y C (datos publicados a sept-nov 2018). Panel B: microdatos hasta agosto-octubre 2018. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. Panel D: Para estimar la tasa de desempleo desestacionalizada con la participación vigente en el mes T, se aplica esta definición: TD*t=1-(Tot /TPT). Donde TD*t (tasa de desempleo con la participación vigente en el mes T); TOt (tasa de ocupación desestacionalizada en el mes t); TPT (tasa de participación desestacionalizada vigente en el mes T).


En el segundo trimestre de 2016 se había producido una reducción brusca en el nivel de la participación laboral en las 13 ciudades que coincidió con el inicio de la caída en la tasa de ocupación formal sin educación superior. Hasta mediados de 2017 la tasa de participación se mantuvo relativamente estable en su nuevo nivel, pero en el segundo semestre del año pasado se redujo todavía más (bajó del 67.3% al 66.2%). En 2018, hasta mayo-julio, se produjo una inversión de tendencia, pero desde entonces volvió a caer, situándose en 66.0% en septiembre-noviembre, el menor nivel desde 2015 (gráfico 6, panel A). Durante el año pasado (panel B) la tasa de participación específica de la población más educada se elevó ligeramente y la de la población menos educada, que había crecido el primer semestre, se redujo sustancialmente durante el segundo semestre ante la caída en su empleo formal. 

La caída en la participación laboral se ha reflejado en una menor informalidad (panel C) que volvió a bajar en el

segundo semestre del año pasado a medida que el empleo formal se redujo (su explicación exige un estudio especial). Sin embargo ha evitado que el desempleo se disparé todavía más. Si hubiera conservado el nivel de enero-marzo 2016 el desempleo en septiembre-noviembre pasados hubiera sido del 14.1%. Si hubiera conservado el nivel de diciembre-febrero 2017 el desempleo hubiera sido del 13.2%. Y con la participación de marzo-mayo 2018, hubiera sido en septiembre-noviembre del 12.5% en vez del 11.2%. Ver panel D. 


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Última modificación: 04/06/2019 9:58

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