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Opinión / 20/04/2019

Coyuntura laboral hasta febrero 2019

​A pesar del mayor crecimiento del PIB, la recuperación del empleo formal será lenta, afectada por el alza en el salario mínimo real y por la escasez de trabajo calificado.


El empleo asalariado rural, el de mejor calidad en el campo, se redujo en 2018 hasta mayo; se recuperó considerablemente entre junio y agosto; se derrumbó hasta noviembre y se recuperó durante el año en curso. Por su parte, el empleo formal urbano había caído abruptamente en el cuarto trimestre del año pasado, afectado por el alza que se produjo en los salarios reales de los trabajadores formales. En diciembre 2018-febrero 2019 se insinuó una recuperación, que se manifestó con fuerza en Bogotá, pero no en las demás ciudades. Aunque nuestras estimaciones prevén para 2019 un mayor crecimiento del PIB,  el país debe saber que la recuperación del empleo formal será lenta, porque sigue lastrada por el alza en el salario mínimo real y por la escasez de trabajo calificado y, por tanto, por el alza de sus salarios reales.  

 

1. Empleo asalariado rural: después de recuperarse en agosto del año pasado, y de caer hasta noviembre, se ha reactivado en 2019.


En las zonas rurales, el empleo asalariado había caído en 2015 (-0.4% vs. 2014). En 2016 se recuperó (2.2%). En promedio, en 2017 creció 1.0%, mucho menos que en 2016. En 2018 siguió cayendo hasta marzo-mayo y se recuperó marcadamente en junio-agosto, antes de volver a bajar en septiembre-noviembre y de recuperarse durante el año en curso  (gráfico 1, panel A). 

Gráfico 1. Zonas rurales: empleo asalariado y no asalariado; participación laboral y tasas de desempleo.


DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta dic 2018-febr 2019). Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto). Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados). Tasa asalariada de desempleo (desempleados vs. ocupados asalariados más desempleados); esta medida alternativa se justifica pues casi todos los desempleados buscan un trabajo asalariado. Las series han sido desestacionalizadas con Census X-12.


Por su parte, el empleo no asalariado (panel B), que había subido 3.6% en 2015, y se había desacelerado en 2016 (1.3%); volvió a crecer rápidamente en 2017 (1.9% en promedio) con oscilaciones inversas a las del empleo asalariado y conservó un nivel alto hasta agosto 2018. En septiembre-noviembre se redujo ante la caída brusca de la participación y, con la recuperación de la misma volvió a elevarse desde entonces. Corregidas por variaciones estacionales, las tasas rurales de desempleo, la total y la asalariada (panel C), habían vuelto a subir en el segundo semestre 2017 hasta alcanzar un máximo en enero 2018; desde fines del año volvieron a subir (en diciembre 2018-febrero 2019) y sus magnitudes fueron, respectivamente, 5.6% y 23.5%. 

2. Trece ciudades: después de la grave recaída del empleo formal durante el cuarto trimestre 2018, este año se ha presentado una recuperación en Bogotá, pero no en las demás ciudades.

En el conjunto de las 13 ciudades principales el volumen del empleo formal (gráfico 2, panel A) se había elevado considerablemente durante el primer semestre de 2017, pero se derrumbó después hasta el primer trimestre 2018. El segundo y tercer trimestre del año pasado fueron de recuperación. Pero durante el cuarto trimestre se produjo una grave recaída que situó la tasa de ocupación formal en 31.0% en octubre-diciembre, la más baja desde 2015. En diciembre 2018-febrero 2019 se inició una recuperación (31.5%) que fue liderada por Bogotá.

Gráfico 2. Empleo formal total en las principales ciudades, 2015 a dic 2018-febr 2019.


DANE, gran encuesta integrada de hogares, datos publicados hasta ndiciembre 2018-febrero 2019. Empleo formal: ocupados privados en empresas de más de cinco ocupados (salvo trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares), más técnicos y profesionales independientes, más ocupados del gobierno. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

Todas las ciudades habían experimentado en mayor o menor medida el choque recesivo que, sobre la tasa formal de ocupación, tuvo el cuarto trimestre del año pasado. En cambio, el inicio de recuperación de diciembre 2018-febrero 2019 solo se sintió en Bogotá (panel B) y eso, gracias al dinamismo de la construcción, del comercio y del sector financiero; pero apenas se sintió modestamente en Barranquilla (panel C). En cambio no se sintió en Cali que siguió sumida en la crisis (panel D), ni en Medellín (panel E) donde la caída en la tasa formal de ocupación se profundizó; ni tampoco en las nueve ciudades intermedias donde ese indicador es ahora el más bajo desde 2015 (panel F).

3. Auge del empleo formal en la construcción urbana, recuperación en el “comercio-hotelería”, “transporte” y “finanzas”. En la industria y en el sector de servicios no se ha visto ningún repunte.

El gráfico 3 visualiza el comportamiento del empleo formal por ramas entre 2015 y diciembre 2018-febrero 2019. Resulta claro que, a partir del segundo semestre del año pasado, el empleo formal en la “construcción urbana” experimentó un auge extraordinario que, sin embargo, ha comenzado a ceder; el generado por el “comercio-hotelería” volvió a crecer rápidamente en  diciembre 2018-febrero 2019, lo mismo que el del transporte-almacenamiento y el del sector financiero. El de los “inmuebles y servicios a las empresas” ha caído abruptamente desde comienzos de 2018. El empleo formal de la industria ha seguido bajando y el de los “servicios” no se recupera.


Gráfico 3. Trece ciudades principales: empleo formal en algunas ramas y variación anual.



DANE, gran encuesta integrada de hogares, módulo informalidad (datos publicados hasta diciembre 2018-febrero 2019). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.


4. El empleo formal menos educado seguido cayendo tendencialmente; el dotado de alguna educación superior se ha reducido desde mediados del año pasado.

En las trece ciudades, y calculado frente a la PET total, el empleo formal menos educado, que venía bajando desde el segundo trimestre de 2016, prosiguió, con oscilaciones, su caída tendencial hasta diciembre 2018-febrero 2019. Por su parte, el empleo formal dotado de alguna educación superior, que se había elevado hasta mediados de 2018, se ha reducido desde entonces. Ver gráfico 4, panel A. 

5. Los salarios formales reales, sobre todo los de la población más educada, se dispararon hasta mediados del año pasado y solo han comenzado a ceder en 2019.

El salario mínimo real se elevó 2.8% en 2017; en 2018 2.63%. En 2019 el alza en el mínimo nominal fue del 6.0%. En enero de 2019, su valor real desestacionalizado fue el mayor desde 2008 (gráfico 4, panel B). Dada una meta de inflación cercana al 3.0% significará un alza real adicional del 3.0% para el año en curso, lo que no dejará de tener impactos negativos sobre el empleo formal menos educado. 

Gráfico 4. Trece ciudades: empleo formal y salarios por nivel educativo. 


DANE, gran encuesta integrada de hogares. Panel A (datos publicados hasta diciembre 2018-febrero 2019). Panel B (salario mínimo mensual hasta enero 2019, deflactado por el IPC y desestacionalizado). Paneles C, D, E y F (microdatos DANE hasta nov 2018-enero 2019; salarios medianos). En todos los casos se usó el IPC como deflactor. Series desestacionalizadas con el método census X-12. 


En las trece ciudades principales, los salarios reales medianos de los trabajadores formales sin educación superior (regulados en principio por el mínimo) se elevaron en 2017 tanto en términos reales (panel C) como en términos de salarios minimos (panel D); en 2018 siguieron subiendo en términos reales y, en términos de salarios mínimos, después de  una caída a comienzos del año, terminaron por estabilizarse. 

Fue el alza del salario formal menos educado (impulsada por el mínimo) lo que impulsó a los empresario a recurrir a la contratación de trabajadores con educación superior. Pero  la reactivación que experimentó el empleo formal más educado en el segundo y tercer trimeste, disparó en 2018 sus salarios reales (alza del 6.3% entre fines de 2017 y junio 2018) y también expresados en SML (panel D); después se estabilizaron como respuesta a la caída reactiva del empleo formal más educado. El alza en el salario real de los trabajadores formales más educados, que es un síntoma de la escasés de este tipo de personal, elevó en 2018 el salario real del total de los trabajadores formales (panel E) y también expresados en salarios mínimos (panel F). 


6. Participación laboral; informalidad y desempleo.

En el segundo trimestre de 2016 se había producido una reducción brusca en el nivel de la participación laboral en las 13 ciudades, que coincidió con el inicio de la caída en la tasa de ocupación formal sin educación superior. Hasta mediados de 2017 la tasa de participación se mantuvo relativamente estable en su nuevo nivel, pero en el segundo semestre de ese año se redujo todavía más (bajó del 67.3% al 63.3%). En 2018, hasta mayo-julio, se produjo una inversión de tendencia, pero desde entonces volvió a caer, situándose en 65.8% en noviembre 2018-enero 2019, el menor nivel desde 2015 (gráfico 5, panel A). Durante el año pasado (panel B, cuyas cifras van hasta enero 2019, antes del alza reciente de la participación total) la tasa de participación específica de la población más educada se elevó y la de la población menos educada, que había crecido el primer semestre, se redujo sustancialmente durante el segundo semestre ante la caída en su empleo formal. 

Gráfico 5. Trece ciudades: participación laboral, informalidad y desempleo.


DANE, gran encuesta integrada de hogares. Paneles A, C y D (datos publicados a dic 2018-febr 2019). Panel B: microdatos hasta nov 2018-ener 2019. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. Panel D: Para estimar la tasa de desempleo desestacionalizada con la participación vigente en el mes T, se aplica esta definición: TD*t=1-(Tot /TPT). Donde TD*t (tasa de desempleo con la participación vigente en el mes T); TOt (tasa de ocupación desestacionalizada en el mes t); TPT (tasa de participación desestacionalizada vigente en el mes T).

La caída en la participación laboral ha brotado del repudio al empleo informal, cuyo “salario” es muy bajo (de haberse mantenido la participación laboral y de haberse volcado al empleo informal, la ganancia de ingresos laborales por hogar hubiera sido muy baja)1 . Ese repudio se ha reflejado, por tanto, en una menor informalidad: esta se redujo desde 2015 (panel C) y aunque volvió a repuntar parcialmente a finales del año pasado ha vuelto a caer en 2018. Aunque el desempleo ha comenzado a elevarse, la caída en la participación ha evitado que se disparara todavía más. Si la participación hubiera conservado el nivel de enero-marzo 2016 el desempleo en diciembre 2018-febrero 2019 hubiera sido del 13.9%. Si hubiera conservado el nivel de diciembre-febrero 2017 el desempleo hubiera sido del 13.1%. Y con la participación de marzo-mayo 2018, hubiera sido en diciembre 2018-febrero 2019 del 12.4% en vez del 11.2%. Ver panel D. 

1 Ver el artículo de Hugo López próximo a ser publicado;  ¿Por qué los hogares vienen reduciendo la tasa de participación en vez de aumentar su empleo informal?


Última modificación: 23/04/2019 11:03

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