Septiembre 3, 2015
Daniela vio en la academia bases para “cambiar el mundo”
Daniela Franco, egresada eafitense del pregrado y la maestría en Economía nos comparte como fue su proceso universitario. Menciona los beneficios, logros y por supuesto las dificultades que un reto académico como este conlleva. Resalta de manera emotiva como esta experiencia la ha ayudado y enriquecido en su vida profesional y personal.
Por Daniela Franco Montoya
Al finalizar la secundaria decidida en estudiar una ciencia social, y teniendo como pocos, la posibilidad de entrar a la universidad; se me presentó el dilema de matricularme en
EAFIT o en una universidad pública. Empeñada en ahorrarle dinero a mi familia insistí en la institución oficial, pero mi padre me propuso iniciar
Economía en EAFIT y decidir posteriormente.
La
Escuela de Economía y Finanzas ofrecía a sus estudiantes la posibilidad de continuar con sus estudios de maestría y terminarlos en tres semestres, idea que no descarté por facilidades de tiempo y de dinero. Pero como siempre la universidad me sorprendió con la posibilidad de una beca para hacer la
Maestría en Economía debido a un trabajo previo como auxiliar de investigación en el Departamento. La beca ofrecida iba ligada a un proyecto, y exigía un promedio igual o superior a cuatro, conocimientos básicos sobre el manejo de bases de datos, conocimientos de Stata y otros softwares estadísticos, un buen nivel de inglés y una tesis publicable que surgiera del proyecto al cual la beca iba ligada.
Después de una entrevista con el que sería mi jefe y asesor de trabajo de grado, recibí la notificación de aceptación y comencé los cursos en enero del 2014. Mi experiencia fue diferente a la de la mayoría de mis compañeros debido a que durante el pregrado yo ya había visto algunas materias del programa, lo que me dio la posibilidad de dar monitorias y medir mi capacidad de enseñar. Trabajé como asistente de investigación en un proyecto con la
Gobernación de Antioquia que me dio la posibilidad de enfocar mis estudios a aspectos sociales como la niñez, la gestación, la evaluación de impacto y los temas laborales y de educación.
Vi materias difíciles, cursos que exigían buenas bases matemáticas e intuición económica como tópicos en econometría y tópicos en modelación y vi dos seminarios que brindaban espacios para aplicar lo aprendido y enfocarlo a nuestros intereses investigativos. En todos ellos me impresionó la formación de los docentes y su disposición para atender las dudas de los estudiantes en temas relacionados con las materias, pero también en aspectos de la vida personal y profesional como la decisión fundamental de continuar con estudios de doctorado, posteriores a la culminación de la maestría o recomendaciones de vivienda para mis compañeros que venían de otras regiones del país.
No puedo negarlo, la maestría fue una experiencia difícil, lloré y me preocupé por no cumplir los objetivos que me había propuesto y que le había propuesto a la institución. Pero hoy, ya graduada, y habiendo obtenido reconocimientos por mi trabajo de grado, solo tengo gratitud para la universidad y el
Departamento de Economía que apoyan a estudiantes que, como yo, ven en la academia un futuro profesional que les de las herramientas para cambiar el mundo.
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