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Opinión / 21/06/2018

Desempeño laboral colombiano durante el primer cuatrimestre de 2018

​El crecimiento anual del PIB real venía desacelerándose progresivamente desde 2014: 4.4% (2014); 3.1% (2015); 2.0% (2016); 1.8% (2017). Para el primer trimestre de 2018, las cifras importantes cambios metodológicos hay que tener cautela en el análisis: “el incremento del 2.2% en la serie no desestacionalizada se compara favorablemente con el crecimiento de 2017-I, que fue del 1.3%. Pero el 2.8% de la serie desestacionalizada probablemente sobrestima la variación de la serie por efectos calendario, y no justificaría un optimismo exagerado con respecto a la recuperación” (Botero, 2018).

En cualquier caso la evolución del empleo moderno no ha respondido todavía a la recuperación del PIB y probablemente se demorará en hacerlo.

1. El empleo asalariado rural ha seguido cayendo en lo corrido de este año

Gráfico 1. 

Zonas rurales: empleo asalariado y no asalariado; tasas de desempleo.
Graf-1.PNG
Fuente: DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta abril 2018). Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto). Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados). Tasa asalariada de desempleo (desempleados vs. ocupados asalariados más desempleados); esta medida alternativa se justifica pues casi todos los desempleados buscan un trabajo asalariado. Las series han sido desestacionalizadas con Census X-12.

En las zonas rurales, el empleo asalariado había caído en 2015 (-0.4% vs. 2014). En 2016 se recuperó (2.2%). En 2017 se elevó durante el 1er trimestre, se redujo otra vez durante el segundo; volvió a repuntar en el tercero y se hundió en el cuarto; en promedio creció 1.0%, mucho menos que en 2016. En lo corrido de este año 2018 no ha podido recuperarse (gráfico 1, panel A). Los altibajos del empleo asalariado rural del año pasado fueron inducidos por los del valor agregado real cafetero muy afectado desde el cuarto trimestre de 2017 por la ola invernal. Pero la caficultura atraviesa este año por una crisis más estructural, de rentabilidad (bajos precios externos e internos). 

Por su parte, el empleo no asalariado (panel B), que había subido 3.6% en 2015, y se había desacelerado en 2016 (1.3%); volvió a crecer rápidamente en 2017 (1.9% en promedio) con oscilaciones inversas a las del empleo asalariado y ha conservado un nivel alto a comienzos del año en curso. 

Corregidas por variaciones estacionales, las tasas rurales de desempleo, la total y la asalariada (panel C), aunque se han reducido este año, gracias al traslado de desempleados a trabajos no asalariados, siguen siendo muy altas; en febrero-abril últimos eran, respectivamente, 4.9% y 21.7%. 

2. Para abril, el empleo formal en el agregado de las trece ciudades seguía sumido en un marasmo y apenas daba signos de recuperación en algunas de ellas


Gráfico 2

Empleo formal total en las principales ciudades, 2015-2018.
Graf-2.PNG
Fuente: DANE, gran encuesta integrada de hogares, datos publicados hasta abril 2018. Empleo formal: ocupados privados en empresas de más de cinco ocupados (salvo trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares), más técnicos y profesionales independientes, más ocupados del gobierno.. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

En el agregado de las trece ciudades principales (gráfico 2; panel A), el empleo formal se había elevado considerablemente durante el primer semestre de 2017, pero se derrumbó durante el segundo. En miles, entre 2016-2017 creció a una tasa media anual del 0.5% vs 1.4% en 2016; en el primer semestre subió 1.6%; en el segundo cayó 1.8%. Para febrero-abril 2018 y a pesar de un inicio de recuperación se redujo a una tasa anual del 0.5%. Calculado como porcentaje de la población total en edad laboral (que en las trece ciudades crece al 1.43% anual) había bajado ya en 2016, pero en 2017 se derrumbó pasando del 32.0% en el segundo trimestre al 31.2% en el cuarto. Para abril de este año (31.2%) no se había visto todavía ninguna recuperación.

  • En Bogotá (panel B), el empleo formal que, por su importancia, marca en mucho el comportamiento del agregado de las trece ciudades, cayó 3.4% en el segundo semestre del año pasado y este año, en miles sigue estancado en un bajo nivel y como porcentaje de la PET ha seguido bajando.
  • En Barranquilla (panel C) el volumen del empleo formal entró en barrena desde comienzos de 2017. Este año apenas comienza a dar signos de una ligera reanimación. 
  • En Medellín (panel D), la reducción del empleo formal se inició también a mediados de 2017. Sin embargo, ha dado muestras de recuperación desde octubre-diciembre, impulsado al menos hasta marzo por el sector de la construcción (la industria y los demás sectores seguían en crisis).  
  • El año pasado en Cali, (panel E), el empleo formal había bajado desde el segundo trimestre antes de experimentar en diciembre 2017- febrero 2018 una vigorosa recuperación. Con todo, los datos de marzo y abril están revelando el inicio de una recaída. 
  • Por su parte en las nueve ciudades intermedias, el empleo formal había aumentado en 2017 casi todo el año tanto en miles como medido como porcentaje de la PET. Después, desde octubre-diciembre experimentó una reducción sustancial que se profundizó en febrero antes de comenzar a recuperarse parcialmente en marzo. Sin embargo en abril parece haberse topeado

3. Los servicios comunales, sociales y personales y la construcción lideraron la dinámica del empleo formal;  en cambio, salvo las finanzas, las demás ramas urbanas destruyeron en el último año (a abril) plazas formales de trabajo


En las 13 ciudades principales, en el año comprendido entre los trimestres móviles febrero-abril 2017-2018 se destruyeron unas 29.000 plazas formales netas de trabajo (el 0.5%). Durante ese año, cuatro ramas perdieron empleos formales. La industria perdió 47.078; el “comercio-hotelería” 13.884; el “transporte, almacenamiento y comunicaciones” 13.674 y los “inmuebles y servicios a las empresas” 21.837. En cambio otras cuatro ramas elevaron su empleo formal. Los “servicios comunales, sociales y personales” en 42.415 (¿un ciclo político antes de las elecciones?); la construcción urbana en 11.272,  las “finanzas” en 7.108 y las “otras ramas” (agropecuaria, minería y electricidad, gas-agua) en 677. 

El gráfico 3. Visualiza en el comportamiento del empleo formal por ramas entre 2015 y marzo de 2018. Resulta claro el derrumbe duradero del empleo formal industrial y el más reciente en el comercio y hotelería y en el transporte y almacenamiento y, en cambio el auge del empleo formal en el sector de servicios y en el sector de la construcción y la recuperación de última hora del generado por las finanzas.

Gráfico 3

Trece ciudades principales: empleo formal en algunas ramas y variación anual. 
Grafico-3.PNG
Fuente: Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares (datos publicados a marzo 2018). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

Gráfico 4

Trece ciudades principales: empleo y salarios formales reales por nivel educativo.
 Graf-4.PNG
Fuente: DANE, gran encuesta integrada de hogares. Panel A (datos publicados hasta marzo 2018). Panel C (microdatos DANE hasta febrero 2018; salarios medianos). En los paneles B y C se usó el IPC como deflactor. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. 

4. Trece ciudades: empleo formal y salarios por nivel educativo

Después de bajar desde el segundo trimestre de 2016 y de recuperarse parcialmente durante el primer semestre de 2017, el empleo formal menos educado (calculado frente a la población en edad laboral de las trece ciudades principales) siguió bajando en 2017; ha caído más durante el año en curso. En cambio, el empleo formal más educado, el dotado de al menos algún año de estudios superiores, ha vuelto a elevarse este año (gráfico 4 panel A)  

El salario mínimo nominal se elevó desde enero 2017 en 7.0%; pero como la inflación fue bajando, sobre todo a partir del segundo trimestre, la variación anual del mínimo real, terminó por ser 2.8% en diciembre. En enero del año en curso el salario mínimo nominal fue elevado en 5.9%, mucho más que la inflación del año pasado y que la inflación esperada, de tal manera que para mayo el mínimo tuvo una variación anual real del 2.69%; en este último mes, su valor real desestacionalizado es el mayor desde 2008 (panel B). El salario real (mediano) pagado al personal formal carente de educación superior había subido el año pasado, pero este año ha vuelto a caer (aunque sigue superando el salario mínimo). En cambio, el salario formal pagado a los trabajadores formales dotados de educación superior (que había caído el año pasado está volviendo a elevarse (panel C)  

5. Menor participación laboral: respuesta de los hogares a la crisis del empleo formal 

En el segundo trimestre de 2016 se había producido una caída brusca en el nivel de la participación laboral en las trece ciudades que coincidió con el inicio de la caída en la tasa de ocupación formal (gráfico 5, panel A). Desestacionalizada,  la tasa frente a la PET pasó del 68.2% en el primer trimestre al 67.1%. La población en edad laboral se retiró del mercado laboral en ese trimestre y pasó a la inactividad, cuya tasa frente a la PET se disparó pasando del 31.8% al 32.9%. Hasta mediados de 2017 las tasas de participación e inactividad se mantuvieron relativamente estables en sus nuevos niveles, pero en el segundo semestre del año pasado la participación se redujo todavía más (bajó del 67.3% al 66.2%) y la de inactividad aumentó más, pasando del 32.7% al 33.8%. Este año se ha producido una pausa en esas tendencias.  

Gráfico 5

Trece ciudades: participación laboral, informalidad y desempleo.
Graf-5.PNG
Fuente: DANE, gran encuesta integrada de hogares (datos publicados a marzo-abril 2018). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

En las trece ciudades, desde 2016, el impacto de la caída en la participación laboral (panel B) ha sido una reducción en el porcentaje medio de informalidad que, sin embargo, tuvo un repunte temporal desde fines del año pasado. Porque la caída en la informalidad obedece a la menor participación laboral y ésta a la baja en el empleo formal, la menor informalidad deja de ser una buena noticia.  El desempleo desestacionalizado ha venido subiendo desde mediados de 2016 y para febrero-abril de 2018 se situó en 10.7%. Por su parte el desempleo desestacionalizado de la población joven de 18 a 24 años alcanzó en febrero-abril la cifra de 18.0%.

6. Población carente de educación superior: la más perjudicada por la evolución reciente

La población carente de educación superior ha sido la más perjudicada por la evolución reciente del mercado laboral. Su tasa de ocupación formal específica comenzó a caer desde 2016 y siguió bajando en 2017 y en lo corrido de 2018. Y, su tasa de ocupación informal, que había caído desde 2015 ha vuelto a elevarse este año (gráfico 6, panel A). Aunque su participación laboral ha seguido reduciéndose este año, quienes siguen participando en el mercado de trabajo están soportando un desempleo creciente (panel B).

Gráfico 6

Trece ciudades, población sin educación superior: tasas de ocupación, participación y desempleo. Graf-6.PNG Fuente: gran encuesta integrada de hogares, micro datos disponibles hasta enero-marzo 2018. El empleo formal, informal y la tasa de participación se expresan como porcentajes de la población en edad laboral carente de educación superior y  la tasa de desempleo de la población sin educación superior como porcentaje de la PEA carente de estudios superiores.

7. Causas del bajo dinamismo del empleo formal menos educado y productividad del empleo formal urbano

Entre 2008 y 2017, en términos relativos frente al salario de los trabajadores formales más educados, el salario mínimo pasó de un promedio anual de 100 a uno de 122 (124 para el primer trimestre del año en curso) y el salario formal de los menos educados de 101 a 119 (122 en el primer trimestre de 2018).  Este encarecimiento del trabajo menos calificado frente al más calificado ha exacerbado la sustitución que se vive en todo el mundo, del primero por el segundo. El insumo de trabajo formal sin educación superior por unidad de valor agregado urbano real ha caído mucho en el largo plazo, y también recientemente en muy poco tiempo (en promedio, pasó de un índice de 100 a uno 91 entre 2008 y 2017) y ha seguido bajando este año (ver gráfico 7, panel A)

La sustitución tendencial del trabajo formal menos educado por el mas educado, ha venido elevando la productividad de trabajo formal urbano (panel B). Esa productividad (valor agregado urbano real/empleo formal urbano) tuvo un índice de 100 en el primer trimestre de 2008; cayó en 2010 y después permaneció bastante estable hasta 2015. Desde entonces se ha elevado (102.6 en 2017) y sigue subiendo este año

Gráfico 7

Caída en el insumo de trabajo formal poco educado por unidad de valor agregado urbano; alza de la productividad laboral urbana.
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Fuente: DANE. El panel A visualiza la evolución del salario relativo de los trabajadores formales menos educados (el mínimo y el mediano) frente al mediano de los trabajadores formales con alguna educación superior, y lo compara con la evolución del índice del empleo formal menos educado por unidad de valor agregado urbano real (el empleo es el de las trece ciudades; el valor agregado urbano real, es decir, el total nacional menos el agropecuario y minero según las nuevas estimaciones desestacionalizadas del DANE con base en 2015). El panel B visualiza la productividad del trabajo formal urbano (su valor desestacionalizado vs. el valor agregado urbano desestacionalizado según las nuevas estimaciones del DANE con base en 2015. Las series del empleo urbano formal se desestacionalizaron mediante el método census X-12. 

Referencias

Botero, Jesús (2018, 25 de mayo). Los datos timestrales del PIB. Bulletin News. Universidad EAFIT.

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Hugo López Castaño

Profesor Departamento de Economía, Universidad EAFIT

hlopezc@eafit.edu.co​





Última modificación: 27/07/2018 11:41

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