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Opinión / 25/02/2018

Balance del desempeño laboral colombiano en 2017

​El crecimiento anual del PIB real se ha venido desacelerando progresivamente en los últimos años: 4.4% (2014); 3.1% (2015); 2.0% (2016); 1.8% (2017). Para 2018, las estimaciones más recientes del Banco de la República sitúan ese crecimiento alrededor del 2.7%

​Durante 2017, en las zonas rurales, las oscilaciones cultivo cafetero, el mayor demandante de trabajo asalariado en el campo, hicieron subir y bajar el trabajo asalariado que apenas aumentó 1,0% frente a 2016 y, a la inversa, bajar y subir el no asalariado que, en promedio, creció 1.9%. En las trece principales ciudades, el alza que se produjo en el salario mínimo real y en el salario formal de los menos educados, fomentó durante todo el año los despidos de estos últimos. Por un efecto de sustitución, el incremento en el salario formal de los menos educados generó en el segundo trimestre una oleada pasajera de enganches de trabajadores con formación superior, que le dio un dinamismo excepcional pero temporal al empleo formal total. Sin embargo, este último terminó por derrumbarse en el segundo semestre. 

A. Zonas rurales: la expansión del empleo asalariado se desaceleró el año pasado.

Gráfico 1. Zonas rurales: empleo asalariado y no asalariado; tasas de desempleo.

Grupo de gráficos 1.JPG

DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta octubre-diciembre 2017) y cuentas nacionales trimestrales. Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto). Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados). Tasa asalariada de desempleo (desempleados vs. ocupados asalariados más desempleados); esta medida alternativa se justifica pues casi todos los desempleados buscan un trabajo asalariado. Los valores desestacionalizados de la tasa de desempleo total y del valor agregado real del café provienen del DANE; las demás series han sido desestacionalizadas con Census X-12.

En las zonas rurales (gráfico 1; panel A) el empleo asalariado, el de mejor calidad, había caído en 2015 (-0.4% frente al año anterior). En el año 2016 se recuperó (2.2%). Durante 2017 se elevó durante el primer trimestre, se redujo otra vez durante el segundo; volvió a repuntar en el tercero y se hundió en el cuarto; en promedio creció 1.0%, mucho menos que en 2016. Estas variaciones (panel B) han sido inducidas, al menos en dos últimos años, por las del valor agregado real cafetero afectado en el último trimestre del año pasado por la ola invernal en la zona central del país.

Por su parte, el empleo no asalariado (panel C), el de peor calidad, que había subido 3.5% en 2015, y se había desacelerado en 2016 (1.3%); volvió a crecer rápidamente en 2017 (1.9% en promedio) con oscilaciones inversas a las del empleo asalariado. Corregidas por variaciones estacionales, las tasas rurales de desempleo, la total y la asalariada (panel D), que habían venido cayendo desde el primer trimestre 2017, pues la población desempleada se trasladó al sector no asalariado, se volvieron a elevar a finales del año; en el cuarto trimestre eran, respectivamente, 5.1% y 21.7%.

B. Trece ciudades principales: el empleo formal terminó por derrumbarse en 2017.

Gráfico 2. Empleo formal total en las principales ciudades.

Grupo de gráficos 2.JPG

Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares; datos publicados hasta octubre-diciembre 2017. Empleo formal: ocupados privados en empresas de más de cinco ocupados (salvo trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares), más técnicos y profesionales independientes, más ocupados del gobierno.

En el agregado de las trece ciudades principales (gráfico 2; panel A), el empleo formal se elevó considerablemente durante el primer semestre de 2007, pero se derrumbó durante el segundo. En miles, entre 2016-2017 creció a una tasa media anual del 0.5% vs 1.4% en 2016; en el primer semestre subió 1.7%; en el segundo cayó 2.5%. Calculado como porcentaje de la población total en edad laboral (que en las trece ciudades crece al 1.43% anual) había caído ya en 2016, pero en 2017 se derrumbó pasando del 32.0% en el segundo trimestre al 31.2% en el cuarto.

  • En Bogotá (panel B), la reducción del empleo formal que por su importancia marca en mucho su comportamiento en el agregado de las trece ciudades, las tendencias son similares a descritas antes: en el segundo semestre cayó 3.5% y (usamos cifras desestacionalizadas) la ciudad terminó el año con una tasa de desempleo del 10.6% (vs 9.7% una año atrás) y una informalidad menor (pues la participación se redujo)

  • En Barranquilla (panel C) el volumen del empleo formal, muy estable desde 2015, se elevó pasajeramente en el último trimestre de 2016. Durante 2017 entró en barrena desde comienzos del año: en miles, para el cuarto trimestre había caído 7.5% frente el pico alcanzado en el mismo trimestre de un año atrás. Sin embargo, el desempleo subió apenas del 7.8% al 8.1% gracias a una caída sustancial de la participación laboral (del 65.7% al 63.9%)

  • En Medellín (panel D), la reducción del empleo formal se inició también a mediados de 2017. Pero dio muestras de recuperarse en octubre-diciembre, a pesar de lo cual la ciudad terminó el año con una participación más baja, un desempleo mayor (11.2% vs. 10.6%) y una informalidad más elevada (43.1% vs. 42.6%). También en Cali, (panel E) se observó una gran recuperación del empleo formal en octubre-diciembre (la ciudad elevó la participación y bajó la informalidad, pero subió el desempleo que terminó en 11.9% vs 10.7% en 2016. Habrá que estar pendientes de las cifras futuras antes de saber sin la recuperación de estas dos ciudades es temporal o se consolida.

  • Las nueve ciudades intermedias aportan actualmente el 20% del empleo formal de las trece ciudades (las cuatro principales aportan casi el 80%). El volumen del mismo (panel F) ha oscilado tradicionalmente en una serie de ciclos cortos de uno o dos trimestres. El año pasado aumentó casi todo el año tanto en miles como medido como porcentaje de la PET. No obstante experimentó una reducción sustancial en octubre-diciembre. El desempleo terminó el año en el 10.9% (vs. 11.2% en 2016) y  la informalidad que comenzó a elevarse a fines del año, terminó en el 56.3% (muy alta pero similar a la de un año atrás) 

  • Debe destacarse el caso de Cúcuta.  Aunque las proyecciones poblacionales del DANE no reflejan el incremento reciente de la población inmigrante proveniente de Venezuela, sus encuestas de hogares incluyen también los provenientes del vecino país. En esta ciudad el empleo formal medido por el DANE se redujo a una tasa media anual del 5.3% durante 2017, y presumiblemente debido a la crisis fronteriza con Venezuela, las cifras desestacionalizadas del desempleo y la informalidad son de lejos las más alta de las trece ciudades (16.5% y 71.9% respectivamente en octubre-diciembre).

C. Empleo formal por ramas.

En las 13 ciudades principales y los cuartos trimestres 2016-2017 se destruyeron unas 9.250 plazas formales netas de trabajo (el 0.2%).

Durante este año cuatro ramas perdieron 138.300 empleos formales. Los servicios comunales, sociales y personales perdieron 69.000; la industria 43.700, las finanzas 23.700 y las "otras ramas" (agropecuaria, minería y electricidad, gas-agua) 1.900. Ver el comportamiento por ramas 2015-2017 en el gráfico 3. 

En su conjunto, las demás ramas elevaron su empleo formal en 129.100 plazas. De estas últimas el 65.400 fueron aportadas por el "comercio-hotelería"; 33.300 por el "transporte, almacenamiento y comunicaciones"; 23.700 por los "inmuebles y servicios a las empresas" (firmas subcontratistas, en mucho las encargadas de sustituir trabajo simple por trabajo profesional) y 6600 por la construcción. 

Gráfico 3. Trece ciudades principales: empleo formal en algunas ramas y variación anual. 

Grupo de gráficos 3.JPG

Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares (datos publicados octubre-diciembre 2017). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

D. Trece ciudades: empleo formal y salarios reales por nivel educativo.

En las trece principales ciudades, el componente del empleo formal dotado de alguna educación superior se elevó sustancialmente en el segundo trimestre y ha vuelto a caer desde entonces; el carente de ella, repuntó temporalmente en el primer trimestre y antes de seguir bajando el resto del año (gráfico 3, panel A).

El mínimo real lideró el año pasado los salarios reales que deben pagar las empresas formales al personal menos educado (panel B). Es una tendencia de largo plazo (ver el gráfico 7A de la sección G).

El mínimo nominal se elevó desde enero 2017 en 7.0%; pero como la inflación fue bajando, sobre todo a partir del segundo trimestre, la variación anual del mínimo real, terminó por ser 2.2% a marzo y 3.5% a julio y del 2.8% en diciembre. En enero del año en curso el salario mínimo nominal fue elevado en 5.9%, mucho más que la inflación del año pasado y que la inflación esperada de tal manera que para ese mes el mínimo real tuvo una variación anual real del 2.5%; en este último mes, su valor real desestacionalizado es el mayor desde 2007 (panel C). Los efectos sobre el empleo formal menos educado serán negativos. 

Gráfico 4. Trece ciudades principales: empleo y salarios formales reales por nivel educativo.

Grupo de gráficos 4.JPG

Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares. Panel A (datos publicados hasta octubre-diciembre 2017). Panel B (microdatos DANE  hasta agosto-octubre 2017). En los paneles B y C se usó el IPC como deflactor Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. 

E. La participación laboral cayó todavía más; la informalidad mantuvo un bajo nivel medio, pero repuntó ligeramente a fines del año; el desempleo se elevó.

El auge del empleo formal 2010-2014 había sacado al mercado laboral una buena parte de la población inactiva; la posterior desaceleración, progresiva, 2015-2017 la hizo regresar a sus hogares.

Gráfico 5. Trece ciudades: participación laboral, informalidad y desempleo.

Grupo de gráficos 5.JPG

Fuente DANE, gran encuesta integrada de hogares (datos publicados octubre-diciembre 2017). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.

En el segundo trimestre de 2016 se había producido una caída brusca en el nivel de la participación laboral en las trece ciudades principales que coincidió con el inicio de la caída en el empleo formal menos educado. Desestacionalizada,  la tasa frente a la PET pasó del 68.2% en el primer trimestre al 67.1%. Las personas que se retiraron del mercado laboral en ese trimestre y pasaron a la inactividad, cuya tasa frente a la PET se disparó pasando del 31.8% al 32.9%. Hasta mediados de 2017 los niveles de las tasas de participación e inactividad se mantuvieron relativamente estables en sus nuevos niveles, pero en el segundo semestre del año pasado la participación se redujo todavía más (bajó del 67.3% al 66.2%) y la de inactividad aumentó más, pasando del 32.7% al 33.8%. Var gráfico 5, panel A.  Esta evolución ha reducido la tasa anual media de crecimiento de la PEA que pasó del 2.3% en 2014 al 1.7% en 2015 y al 0.7% en 2016 y 2017.

La tasa de inactividad pasó de 32.7% en el cuarto trimestre 2015, a 33.4% a finales de 2017 (se elevó 1.7 puntos porcentuales). Del alza en esos dos años los hombres explican 0.7 puntos porcentuales y las mujeres 1.0 punto. Casi toda esa alza se explica (1.3 puntos porcentuales) por los inactivos dedicados a los oficios del hogar (mujeres pero también hombres); la inactividad de los estudiantes explica el resto (0.4 puntos). Entre las mujeres la contribución al alza de la tasa de inactividad total fue de 0.3 puntos porcentuales (jefas de hogar) y de 0.7 puntos porcentuales (cónyuges).

En las trece ciudades, desde 2016, el impacto de la caída en la participación laboral (panel B) ha sido una reducción en el porcentaje medio de informalidad (que tuvo en repunte temporal a fines del año pasado) y un alza del desempleo. Pero el aumento del desempleo hubiera sido mayor (panel C) si el nivel de la participación laboral no se hubiera bajado: en el cuarto trimestre del año pasado el desempleo desestacionalizado hubiera sido del 13.3% en vez del 10.7%.

Gráfico 6. Trece ciudades, población sin educación superior: tasas de ocupación, participación y desempleo.

Grupo de gráficos 6.JPG

Gran encuesta integrada de hogares, micro datos disponibles hasta agosto-octubre 2017. El empleo formal, informal y la tasa de participación se expresan como porcentajes de la población en edad laboral carente de educación superior y  la tasa de desempleo de la población sin educación superior como porcentaje de la PEA carente de estudios superiores.

F. Población carente de educación superior: la más perjudicada por la evolución reciente.

La población carente de educación superior ha sido la más perjudicada por la evolución reciente del mercado laboral. Su tasa de ocupación formal específica ha caído desde 2016. Lo mismo ha pasado con su tasa de ocupación informal que viene reduciéndose desde 2015 (gráfico 6, panel A). Esa población ha rehuido la informalidad, cuyos ingresos mensuales son muy inferiores al salario mínimo y se ha retirado a la inactividad; quienes siguen participando en el mercado de trabajo están soportando un desempleo creciente (panel B).

G. Causas del bajo dinamismo del empleo formal menos educado. 

El salario mínimo ha venido subiendo en el largo plazo y ha continuado haciéndolo desde 2008 (ver de nuevo el panel C del gráfico 4) jalonando hacia arriba el salario real de los trabajadores formales menos educados.  En términos relativos frente al salario de los trabajadores formales más educados, el mínimo pasó de 100 a 123 y el salario formal de los menos educados de 100 a 119 (ver gráfico 7 panel A). Este encarecimiento del trabajo menos calificado frente al más calificado ha exacerbado la sustitución que se vive en todo el mundo, del primero por el segundo. El insumo de trabajo formal sin educación superior por unidad de valor agregado urbano real ha caído mucho, en el largo plazo, y también recientemente en muy poco tiempo (de 100 a 90 entre 2008 y 2017).

El alza tendencial del salario mínimo real no hubiera afectado la demanda de trabajo formal global si hubiera sido acompañada por un aumento sustancial y paralelo de la población calificada laboralmente. Pero no ha sido así y menos en los años recientes. En las principales ciudades, el estudiantado universitario dejó de crecer desde 2015 (panel B) y la población carente de educación superior, un indicador pero no el único del nivel de calificación de la mano de obra potencial, que se había reducido entre 2008 y 2014 (había pasado del 74.6% frente a la población de 12 años y más, al 70.1%); se estabilizó desde entonces (70.9% en promedio entre 2015 y 2017). De hecho, en esas ciudades, el crecimiento medio anual de la PEA potencialmente calificada para el empleo formal, que tiene en cuenta el resultado global de las políticas educativas y de calificación (ocupados formales + desempleados, que en principio aspiran todos a un trabajo formal) se ha desacelerado recientemente: pasó del 3.3% en 2014 al 2.1% en 2015 y al 1.7% y 1.6% en 2016 y 2017. Ello constituye una gran restricción para el crecimiento potencial futuro.

Gráfico 7. Trece ciudades: caída en el insumo de trabaja formal carente de educación superior por unidad de valor agregado urbano y salario relativo frente al de los trabajadores formales más educados.

Grupo de gráficos 7.JPG

Fuente: DANE. El panel A compara la evolución de los salarios formales relativos (medianas sin educación superior vs con alguna educación superior), con el índice del empleo formal menos educado por unidad de valor agregado urbano real (el empleo es el de las trece ciudades; el valor agregado urbano real, es el total nacional menos el agropecuario y minero). Series desestacionalizadas con census X-12. Panel B: Gran encuesta integrada de hogares, datos de los segundos trimestres. 




HUGO LÓPEZ CASTA​​ÑO

Profesor Departamento de Economía, Universidad EAFIT 



Última modificación: 27/02/2018 11:19

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