Tradicionalmente se ha pensado que el desarrollo de los países, medido a partir de indicadores económicos y sociales, está ligado a la inversión que se hace en infraestructura y obras civiles, sin embargo se ha comprobado que muchos países que lideran la lista de los principales indicadores que reflejan el nivel económico, no necesariamente se destacan por sus inversiones en infraestructura. Tal es el caso de Finlandia, cuya guía de políticas 2011-2015 se centra en investigación e innovación, pilares que son considerados como el motor del crecimiento económico y la transformación productiva del país. Por esta razón, en el 2012 destinó el 3,55% de su PIB para inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), lo que equivale a que la inversión pública per cápita fuera de $ 114 euros. Este modelo busca financiar con capital en riesgo la fase inicial de las empresas innovadoras y ha ubicado a Finlandia como el segundo país más innovador de Europa según el World Economic Forum en su informe acerca de las diez economías más competitivas de Europa. Adicionalmente, es una país reconocido como un líder mundial por su capacidad competitiva y productiva.
El éxito de este modelo ha sido tal que ha inspirado las políticas de Suiza, quien además lo ha puesto de ejemplo en varios de sus estudios públicos. Gracias a la implementación de esta estrategia, Suiza ha empezado a liderar la lista y se cataloga como el primer país en innovación de Europa además de contar con el mayor índice de competitividad global (GIC por sus siglas en ingles).
Estos países han basado el éxito de sus economías en la innovación y el desarrollo, pilares que han adquirido una relevancia mayor en los últimos años, por encima de temas como la infraestructura y el desarrollo macroeconómico.
Ahora bien, si pensamos seguir estos modelos en América Latina, debe tenerse en consideración que no es posible dar aún este paso, dada la escasez de recurso humano calificado (aplica para todos los niveles educativos). En esta medida, los esfuerzos actuales deben enfocarse en fortalecer las capacidades de generación de nuevo conocimiento, para sentar las bases de una nueva generación de profesionales que en el mediano plazo impulsen el desarrollo de la región agregando valor a los sectores tradicionales de la economía.