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​Nota de opinión

Julio 23, 2015

¿Mejoras en p​obreza? Nuevas estrategias para superar este flagelo 

En la actualidad 1200 millones de personas en el mundo viven bajo extrema pobreza, es decir con menos de 1.25 dólares al día. Dada la gran cantidad de recursos invertidos para combatir este mal, ha surgido un interesante debate de si la ayuda internacional destinada a programas en los países más pobres en realidad tiene el impacto esperado. 

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La economista Dambisa Moyo de Zambia, asegura en su libro Dead Aid: Why Aid Is Not Working and How There Is a better Way for Africa1  que la ayuda internacional al ser direccionada a los gobiernos empeora la corrupción, mina el espíritu emprendedor de los habitantes, además de no permitir el normal desarrollo del sistema financiero. Los países de África que continúan recibiendo ayudas internacionales están atrapados en un círculo vicioso de dependencia de las ayudas, distorsiones del mercado, corrupción y por tanto más pobreza. Por su parte, William Easterly comparte en cierta media esta opinión al asegurar que la ayuda internacional resulta en gobiernos menos democráticos y menos honestos, además el desarrollo económico sucede es a través de reformas políticas y sociales y de fomentar el espíritu emprendedor.2   

Jeffrey Sachs tiene otra visión en la cual los programas de ayuda bien diseñados, con objetivos, métricas, hitos, entregables, y flujos financieros claros pueden hacer una gran diferencia. Deben ser aplicados en gran escala y beneficiar al mayor número posible de personas para que puedan hacer una gran diferencia.3 

Más allá del debate de si sirve o no la ayuda internacional han surgido una serie de iniciativas enmarcadas en el concepto de innovación social que vislumbran excelentes resultados en la superación de la extrema pobreza. Un ejemplo de una medida diferente e innovadora para enfrentar la pobreza es el concepto de capital paciente desarrollado por Jacqueline Novogratz CEO del fondo de riesgo Acumen Fund. Este fondo invierte en emprendimientos escalables locales que ofrezcan a los más pobres servicios como agua potable, salud, educación entre otros; el capital está disponible por mucho más tiempo para los emprendedores, se esperan retornos más bajos y tiene un alto acompañamiento. Para Novogratz, ni la caridad ni el mercado por si solos resuelven los problemas de pobreza.

El segundo ejemplo es uno de los modelos implementados por la organización BRAC (Anteriormente Bangladesh Rural Advancement Committee). Durante 24 meses ayudan a generar confianza entre sus beneficiados y los gradúan de la extrema pobreza. Primero les bridan un capital inicial como vacas, caballos, animales para criar, una máquina de coser etc. Reciben un estipendio mensual para que no tengan que vender de inmediato su capital inicial, reciben clases de salud, nutrición, higiene, como ahorrar para cuando se presente un suceso no esperado y para invertir. 

Para Esther Duflo quien recientemente ha publicado la evaluación de este programa, las personas no se convierten en Bill Gates pero los progresos se ven en todos los ámbitos. Los beneficios del programa resultaron ser mayores que los costos.5 
  
Los programas más exitosos ya no son aquellos que solo transfieren dinero a las familias más pobres, son estrategias integrales que incluyen varios ámbitos de la vida como la educación, la formación para el trabajo, la salud, un capital inicial y un seguimiento continuo. Si las personas no desarrollan capacidades para que una vez dejen de recibir las ayudas puedan continuar por encima de la línea de pobreza extrema, se puede decir que el programa no ha tenido el impacto esperado. 

Fuentes



Yurany-Arias-Granada.PNGYurani Arias Granada
Egresada de la Maestría en Economía -EAFIT