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Opinión / 23/01/2017

Una nueva economía movida por tasas de intervención negativas

​​​​​​​​*Artículo ganador del segundo puesto en el Concurso del día del Financiero 2016​.​

Después de observar el fracaso de las tasas de interés cercanas a cero como motor de crecimiento, los bancos centrales acudieron al programa de Relajación Cuantitativa, pero esta tuvo un débil efecto por la fuerte incertidumbre percibida frente al futuro de la economía. Esta situación, llevó al planteamiento de la tasa de interés negativa como último recurso de la política monetaria.

​Desde la crisis financiera del 2008, los bancos centrales de las economías desarrolladas en su búsqueda por incentivar sus economías devastadas recurrieron a la política usual de un descenso en las tasas de interés. Sin embargo, las economías no reaccionaron según lo esperado, de hecho el efecto fue mínimo.

Después de observar el fracaso de las tasas de interés cercanas a cero como motor de crecimiento, los bancos centrales acudieron al programa de Relajación Cuantitativa con el fin de inyectar liquidez en la economía mediante la compra de bonos del propio gobierno. Esta nueva medida tuvo un débil efecto, ya que los vendedores en su mayoría, no gastaron ni invirtieron dichos fondos sino que fueron retenidos por la fuerte incertidumbre percibida frente al futuro de la economía.

Esta situación, llevó al planteamiento de la tasa de interés negativa como último recurso de la política monetaria. La tasa de interés negativa es una herramienta en la que los bancos comerciales son gravados por sus depósitos en el banco central con el fin de que estos sean utilizados en la concesión de créditos y compra de activos de inversión, y de esta forma lograr la reactivación económica.

Pero, luego de implementarse esta política de tasas negativas en Japón y la Unión Europea, las dudas son mayores que los beneficios observados. Como el Banco Mundial ha señalado en su boletín Global Economic Prospects (junio 2015), esta medida también trae efectos indeseables sobre la economía como:  la erosión de la rentabilidad bancaria por el estrechamiento de los márgenes en las tasas de interés; el incentivo que dan a los bancos de asumir riesgos excesivos, dando origen a burbujas de activos; o los grandes niveles de deuda adquirida por los gobiernos. Pero lo peor de todo esto no es su falta de efectividad sino los efectos negativos que pueda traer el hecho de adoptar esta política. Las economías han continuado en su estancación, el desempleo permanece y el miedo a una deflación sigue latente. Sin embargo, las autoridades monetarias no han replanteado sus propuestas sino que siguen en un espiral donde su única propuesta es seguir comprando activos para inyectar dinero y rebajar tasas más allá del límite cero.

El gran problema de la inefectividad de las tasas de interés negativas se divide en dos: 

La disonancia entre los bancos

Aunque los bancos centrales estimulan a los bancos comerciales a que bajen sus reservas, los bancos comerciales no responden ante esto redirigiendo el exceso de liquidez hacia la economía, sino que, al contrario, no se han ni inmutado, debido a la incertidumbre y la perspectiva negativa sobre la situación económica futura. Desempleo, incertidumbre, baja demanda agregada, inestabilidad de los mercados financieros, entre otras han constituido los incentivos para que los bancos no tengan la voluntad de colocar créditos. 

La trampa por liquidez

Como describió  Keynes en su obra Teoría General del empleo, el interés y el dinero, los agentes no desean tomar deuda sin importar la tasa de interés en el mercado.  Actualmente, las empresas y los hogares han disminuido la  inversión y consumo, contrario a lo esperado por los bancos centrales, pues las empresas no se ven motivadas a invertir por su perspectiva negativa y baja demanda mientras que los hogares sienten una fuerte incertidumbre a raíz del desempleo constante. 


En este ambiente negativo, la rentabilidad de los instrumentos de renta fija es tan baja,  prácticamente nula e incluso negativa, que los inversores han optado por activos más riesgosos. De hecho, los mercados de renta variable han ido recibiendo este exceso de liquidez que está inundando el mercado, lo que ha generado que los índices accionarios están llegando a máximos históricos.  Este deseo de activos más riesgosos en busca de cualquier rentabilidad, termina premiando los emisores insensatos y genera un incentivo perverso para los emisores más responsables, situación que se ha visto en la convergencia de los yield de la deuda soberana europea donde los precios no están reflejando adecuadamente los riesgos. Al mismo tiempo, los emisores han empezado a expedir bonos a mayores plazos. La mayor tenencia de activos riesgosos junto con los mayores plazos de inversión, incrementan cada vez más la inestabilidad del sistema financiero frente a los cambios de las tasas en el futuro.

En el largo plazo, los gobiernos no tendrán mayores incentivos a mantener su regla fiscal a causa de la deuda barata, proceso que ya está aconteciendo pues la deuda estatal se ha ido incrementando día a día e incluso sobrepasando el PIB anual como en Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Este endeudamiento excesivo, en el momento barato, posiblemente no lo sea en el largo plazo por lo que serían necesarias reformas tributarias afectando aún más el crecimiento económico.  

Sin embargo, mientras los gobiernos se ven beneficiados por los bajos costos de pedir crédito, los ahorradores, especialmente las instituciones de fondos de pensiones, se ven altamente perjudicados por las bajas rentabilidades actuales de activos seguros, que podrían verse en la incapacidad de responder a sus ahorradores en el largo plazo. 

Los bancos centrales con sus nuevas políticas, están hundiendo las bases de una economía sana; aniquilando el ahorro e incentivando innecesariamente hacia activos riesgosos, pero la mayor preocupación es que la política continuará mientras algunos pocos disfruten la fiesta del dinero barato, principalmente gobiernos derrochadores. Sin embargo, la bola de nieve irá creciendo  hasta que las opciones se acorten a  un cambio estructural de las políticas económicas o que los bancos centrales vuelan a iniciar la fiesta del dinero barato.

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Santiago Castellanos Rios y Alejandro Pinilla Barrera
Estudiantes del pregrado en Finanzas
​Para la elaboración del artículo los estudiante contaron con la asesoría del profesor David Yepes Raigoza​.​​

Foto: de izquierda a derecha Raúl Armando Cardona, Jefe de carrera; Santiago Castellanos R. y Alejandro Pinilla B. estudiantes del pregrado en Finanzas y David Yepes, docente del Departamento de Finanzas.

Última modificación: 15/06/2017 13:10

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