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Copiar y pegar no es la única modalidad de fraude académico 

 

En la segunda fase del proyecto Atreverse a Pensar, que va hasta el 8 de octubre, se analiza la relación entre ética y academia, punto en el que entran el fraude académico y el plagio.

Algunos estudiantes afirman: “Ay profe, esto no es plagio, lo bajé de internet”.

Esta frase es precisa para introducir el tema del fraude académico, uno de los puntos que entran a análisis en la segunda fase del proyecto Atreverse a Pensar, que comenzó el 5 de septiembre y que se extenderá hasta el 8 de octubre, en donde se busca generar reflexiones en torno a la ética y a la academia.

Y claro, tanto en un artículo del portal Colombia Aprende, del Ministerio de Educación Nacional (MEN), y en un informe periodístico de BBC Mundo, que se titula El auge del plagio, los entrevistados señalan que es tanto el catálogo de textos que se guardan en el ciberespacio que esto ha aumentado en los últimos años los porcentajes de copias inadecuadas por parte de los alumnos en instituciones de educación superior de diferentes países.

Y es que hablar de fraude en la educación no es algo nuevo, pero sí transformado, de hecho en este tema entran, precisamente, esas nuevas tecnologías y el propio internet, que se suman a las prácticas de décadas atrás que todavía se mantienen.

Al respecto, Nathalia Franco Pérez, jefa del Departamento de Comunicación y Cultura y directora del proyecto, explica que existen tres tipos de fraude: uno se da, por ejemplo, cuando entre compañeros de clase se aceptan en los trabajos con el conocimiento de que alguien no aportó a esa labor de igual manera.

Otra forma de fraude es la copia o plagio y se presenta, muchas veces, por desconocimiento en la forma en la que se debe citar a una fuente; también se incurre en esto al bajar textos e información de internet, o cuando se escriben y referencian ideas de otros a nombre propio.

“Esto es apropiarse del conocimiento de otras personas y mostrarlo como un producto de un esfuerzo personal”, comenta Nathalia.

Por último, está la trasgresión a la norma, incluso cuando hay una autoridad presente. Aquí es común el famoso “pastel” para el examen, en el que se obvia la presencia de un docente y se pasa por encima de su figura institucional.

Así mismo, esta conducta se manifiesta cuando se hace suplantación para alguna prueba, se toman fotografías de evaluaciones para pasárselas a generaciones que vienen detrás, entre otros.

El plagio como un delito

En un artículo del portal Colombia Aprende se habla que, en realidad, la legislación nacional sí reconoce el plagio como un delito. “Tanto es así que en la ley 1032 de 2006 declara que son ocho años la máxima sanción para alguien que es sorprendido copiando una obra”.

Pero, más allá de lo anterior, y como se referencia en el libro Normas de papel, escrito por Mauricio García Villegas, Andrés Henao, José Fernando Mejía y Claudia Ordóñez, “la cultura del fraude académico sigue estando profundamente arraigada en la mentalidad de los estudiantes colombianos, desde el bachillerato”.

En el texto se afirma que esto se debe a que las instituciones educativas han visto este tema como una simple violación del reglamento académico, y no como una práctica con hondas raíces pedagógicas y culturales.

Se añade que antes el fraude solo se centraba en copia de exámenes, mientras que hoy hay otros tipos. “Ahora, con las nuevas tecnologías y la cantidad de información se puede hacer plagio en segundos con herramientas virtuales como copy-paste”.

Ante una realidad como las ya mencionadas, y según un artículo publicado el 4 de marzo de este año en el portal BBC Mundo, y que se titula El auge del plagio: Ctrl+C, Ctrl+V, “En el Reino Unido, el 98 por ciento de las universidades utilizan un programa llamado Turnitin para analizar trabajos sospechosos”.

En la nota periodística se especifica que “este software escanea pasajes del texto y los compara con una base de datos que contiene 155 millones de informes de estudiantes, 110 millones de documentos y 14.000 millones de sitios de internet”.

Como lo afirmó el científico Carl Sagan, la tecnología, al igual que la ciencia, quizá sea parcialmente responsable de muchos problemas graves de la sociedad, pero lo será en gran parte a causa de la inadecuada comprensión de los mismos por el ciudadano.

En cuanto al fraude, como se menciona en Normas de papel, es necesario volver y volver sobre este concepto una y otra vez, porque “es probable que un profesional que solía hacer trampa cuando era estudiante esté más cerca de, por ejemplo, involucrarse en hechos de corrupción que otro profesional que nunca hizo trampa como estudiante”.

La situación es propicia para el proyecto Atreverse a Pensar que busca generar reflexiones, por ejemplo, relacionadas con que si es mejor copiar o pensar, o si es mejor pegar que darle un espacio a la originalidad. La discusión, entonces, sigue abierta. ¿Y tú qué piensas?​