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En las aulas también es necesario atreverse a pensar ​

 

Hoy comienza la segunda fase del Proyecto Atreverse a Pensar en la que la reflexión se dirige a los asuntos propios de la academia.

En un examen final del doctorado en la Rutgers University en New Jersey que realizó Helmuth Trefftz Gómez, del Departamento de Ingeniería de Sistemas de EAFIT, vio cómo un solo profesor estaba a cargo de un auditorio de 100 estudiantes.

El docente se pasó todo el examen leyendo un libro frente a los alumnos y, aunque podía ser una oportunidad para “copiarle” a otros, nadie lo hizo.

“Eso me puso a pensar porque aquí (en Colombia) eso sí pasa mucho”, cuenta Helmuth.

Precisamente de ética y academia es de lo que se hablará en la segunda fase del proyecto Atreverse a Pensar, que comienza hoy lunes 5 de septiembre e irá hasta el 8 de octubre.

Será un mes para pensar sobre las situaciones en las que se incumple la norma en las aulas de clase, en los exámenes y, en general, en el mundo académico. Así lo explica Nathalia Franco Pérez, jefa del Departamento de Comunicación y Cultura, y directora del proyecto.

“Ya en la primera fase hablamos de los fenómenos que se vienen presentando en el país y que tienen mucha relación con la cultura del avispado. Es hora de aterrizar el tema a lo que nos compete como institución educativa”, dice.

Por eso, nuevas frases aparecerán en el campus universitario y, por supuesto, se abrirán espacios para opinar, conversar y reflexionar sobre temas como el fraude académico y la transgresión de normas propias del sector educativo, con el fin de asumir posiciones frente a estas situaciones y por qué no, en un futuro, tomar decisiones.

“La Universidad tiene la responsabilidad de entregar egresados idóneos con capacidad de aplicar lo aprendido en sus diferentes campos, pero eso no depende solo de la calidad académica de la Institución, sino también de cómo asumen el conocimiento sus principales actores: estudiantes y docentes”, apunta Nathalia.

Un fenómeno en aumento

Es por esta razón que, desde ahora, la mirada se fijará en las conductas de estos en relación con el fraude académico, en sus diferentes manifestaciones, en sus posibles causas, y en sus consecuencias en el ámbito personal y social.

Este fenómeno, como se narra en el libro Normas de papel de Mauricio García, Andrés Henao, Fernando Mejía y Claudia Ordoñez, viene en aumento. De hecho, en el texto se menciona un estudio que revela que en 1941 solo el 23 por ciento de los estudiantes estadounidenses cometía algún tipo de fraude, número que en la actualidad llega al 80 por ciento.

Este crecimiento, afirman los académicos citados, no se mide por la frecuencia con la que se cometen los fraudes, sino por un cambio en la forma de medirlo, que ahora tiene en cuenta el aumento de estas conductas, más cuando se han introducido nuevas maneras y herramientas que lo facilitan como internet.

Otros datos establecidos en más de 30 instituciones educativas norteamericanas en 2001, hacen alusión a que, entre un 75 a 98 por ciento de los estudiantes, han estado involucrados al menos una vez en asuntos de fraude, siendo más alto el índice de este comportamiento en circunstancias en las que los compañeros de clase aprueban esas conductas. 

Nathalia asegura que es importante y urgente, como lo dice la invitación del proyecto, hablar de este tema, porque incurrir en estos comportamientos tiene implicaciones graves, no solo en el plano personal por la sanción que se puede recibir, sino en el social.

“Las consecuencias sociales son enormes. A un paciente y a su familia lo afecta que un médico no tenga el conocimiento que le salvará la vida. Lo mismo pasa con quienes están dirigiendo las organizaciones y no tienen las herramientas para hacerlo porque los años de universidad fueron en vano si hubo fraude, y así con quienes están en los medios de comunicación, dirigiendo obras públicas, haciendo política, entre otros”, explica.

Debates y conversatorios; cineforo; reflexiones en clase; y una conferencia central, dirigida por Mauricio García, serán las actividades de esta segunda fase de la propuesta con urgencia que hace EAFIT: Atreverse a Pensar.​​