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Ángela Restrepo, estudiante perpetua

​​​Homenaje a una de las científicas más destacadas de Colombia: la mujer de la Misión de Sabios, fundadora de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB). Cazadora de talentos. Mujer dulce y devota.

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​Ángela Restrepo (derecha), al recibir su grado como técnica en laboratorio clínico en el Colegio Mayor de Antioquia (1955).​
Ana María Jaramillo Villegas
Colaboradora / Perfiles​

En los años 50, época en que no era muy común que las mujeres en Colombia se dedicaran a una profesión, Ángela Restrepo Moreno tenía muy claro qué quería ser. Desde niña puso los ojos en los microbios que estudiaba su abuelo con el microscopio de la farmacia. 


Así llegó al Colegio Mayor de Antioquia, donde se formó como técnica de laboratorio clínico (1955). Posteriormente, viajó a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Tulane su maestría y su doctorado en Microbiología con énfasis en Micología (ciencia que estudia los hongos). 


Regresó al país en 1964, cuando en Colombia no había política científica y publicar no era lo más común. Llegó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia con la intención de investigar. 


De esa época en que la conoció, el médico internista William Rojas dice que Restrepo tuvo una carrera tan brillante en la Facultad que un detalle habla muy bien del aprecio y el reconocimiento por parte de los médicos: “Ella es bacteriología, sacó su doctorado en micología, pero no es médica. Sin embargo, la Asociación Colombiana de Medicina Interna cambió sus estatutos para poderla hacer miembro. De inmediato la nombraron vicepresidenta”.

Investigar fuera de la U​

Durante 23 años trabajó en la Universidad de Antioquia, donde tuvo sus primeras experiencias como investigadora y en formar jóvenes interesados en investigar. En ese entonces, la poca investigación que se hacía la patrocinaban casas farmacéuticas. En una ocasión, recuerda el médico internista Hernán Vélez Atehortúa, recibieron 500 dólares del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por su sigla en inglés) que se fueron de inmediato a una bolsa común de la universidad. 


Ante la imposibilidad de manejar autónomamente, separados de la tesorería, los pocos recursos que conseguían, un grupo de médicos —entre ellos Ángela Restrepo—, con el apoyo del decano y el rector fundaron en 1970 la Corporación para Investigaciones Biológicas(CIB) en la universidad, pero como entidad independiente, para la investigación en ciencias básicas. 


De esa época de polarización política mundial, que se debatía entre capitalismo y comunismo, Rojas (cofundador de la CIB) recuerda que algún “profesor le solicita al rector excluir a la CIB de la de Antioquia con el argumento de tener nexos con empresas extranjeras porque eso era contaminar al estudiante con los vicios del capitalismo”. 


El grupo de médicos decidió entonces, con ayuda de algunos empresarios, trasladarla al octavo piso del Hospital Pablo Tobón Uribe. Con diez mil pesos y el tiempo completo ad honorem de Restrepo se fundó, en 1978, el primer laboratorio de diagnóstico especializado en Medellín y comenzaron oficialmente los estudios en micología médica. 


Al principio fue vital el apoyo de su maestra de doctorado Charlotte C. Campbell, quien pasó a ser jefa de Microbiología en la Escuela de Salud Pública de Harvard y le regaló a su discípula favorita todos sus equipos de laboratorio. 


De esta manera, la CIB se convirtió en “el primer centro que mostró que fuera de la universidad también es posible investigar”, dice Marcos Restrepo Isaza, director Científico del Instituto de Medicina Tropical de la Corporación para Estudios en Salud. 


Posteriormente, en 1995, la CIB construyó su propia sede en el barrio Altamira, noroccidente de Medellín, frente al Hospital Pablo Tobón Uribe.

Su línea de investigación​

​Testigo y partícipe de la ciencia en Colombia, aunque ha tenido que incursionar en nuevas áreas de la biología, los hongos nocivos para los seres humanos han sido su programa de vida, tanto que sus preocupaciones sociales la han llevado, durante los últimos 40 años, a establecer una línea de investigación sobre la paracoccidioidomicosis. 


Esta enfermedad produce infecciones pulmonares y úlceras en la nariz, la boca y el tracto gastrointestinal. Solo se diagnostica en América Latina y da principalmente a hombres agricultores. La causa el Paracoccidioides brasiliensis, microorganismo que la investigadora conoció en 1958 cuando hacía sus prácticas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. 


Precisamente, por su Investigación sobre la Paracoccidioidomicosis, en 1995 recibió el reconocimiento científico más importante que se otorga en el país: el Premio Alejandro Ángel Escobar, en el área de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.


El aporte de Restrepo a la ciencia es tan importante que no solo es una autoridad mundial en la línea de investigación que estableció, sino que –además de ser parte de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo en 1993 (ver recuadro de sus reconocimientos)– es una de las científicas colombianas con el mayor número de publicaciones, por lo que fue reconocida en 2007 con el Premio Scopus (Elsevier). 


Su colega y amigo William Rojas recuerda que una vez a finales de los 80 se reunió con la junta directiva del Consejo Británico en Londres y le dijeron que los especialistas quedaron sorprendidos porque se dieron cuenta de que en Colombia la persona que más había publicado era Ángela Restrepo, lo cual lo llenó de orgullo como colombiano. 


Hoy, a sus 82 años, Restrepo se sumerge sin inconveniente en los nuevos modos de producción científica, con publicaciones internacionales en redes colaborativas. Bajo su liderazgo científico, en 2012 la CIB presentó 51 publicaciones: artículos, capítulos de libro, libros, tesis, folletos, entre otras. Esto no sería posible si no fuera porque ella cumple a cabalidad con una de sus expresiones: “Es importante declararse estudiante perpetuo para poder ser investigador”.

La maestra​

​Entregado el informe de la Misión de Sabios, Restrepo fue encargada por Colciencias para evaluar por todo el país cuáles estudiantes tenían aptitudes para hacer ciencia.


“El estudio buscaba —relata Restrepo— encontrar el perfil de lo que implica ser investigador: creatividad, capacidad de análisis y crítica, habilidades para la experimentación, pensamiento liberal, realista, entusiasta, dinámico, competitivo, obstinado, dominante, decidido e independiente. Nos dimos cuenta de que el 9.4 por ciento de los universitarios del país estaban en condiciones para emprender su carrera de investigación”. 


Restrepo ha propiciado la formación en posgrado en ciencias de más de 30 profesionales. Algunos de ellos se convirtieron en jefes de unidades en la CIB, como Juan Guillermo McEwen, jefe de la Unidad de Biología Celular y Molecular, o su pupila que recibió su línea de investigación, Luz Elena Cano, actual jefe de la Unidad de Micología Médica y Experimental. 


Otra de sus pupilas y mejor amiga, Myrtha Arteaga, recuerda cómo promovió su carrera científica: “Fue aquí en el laboratorio de la Facultad de Medicina. Aunque en mi casa había dificultades económicas, un día volteo y le digo, doctora, ¿qué necesito para hacer la maestría? Y lo único que escuché fue a Ángela Restrepo gritando ¡Amelita, Amelita, Amelita! —era la secretaria—. Amelita llegó a toda y ella le dijo, seguí con el medio de cultivo que está haciendo Myrthica. Y voltea y me dice, te vas corriendo para secretaría para que te den los papeles porque mañana se cierra la convocatoria. Yo al otro día estaba inscrita. Eso es típico de ella, las cosas no son para pasado mañana, fueron para ayer”. 


Su interés por la formación también se refleja en el compromiso que ha asumido con la Institución Educativa de Medellín que lleva su nombre. Aunque hizo quitar sus fotografías de los pasillos, acompaña los procesos de investigación de la institución e invita a sus estudiantes a pasar tardes con los científicos de la CIB.

La mujer​

​Como directora Científica de la CIB, en medio del sonido permanente de las neveras de laboratorio, revisa proyectos y artículos en su tableta y computador, contesta el teléfono y, mientras habla, sigue escribiendo. Al mismo tiempo, se preocupa por los demás y sabe que la abuelita de aquel está enferma o que la hija de aquella se va a graduar.

Además de la ciencia, a Restrepo le encanta la música clásica y va a la ópera. Desde pequeña decidió, por experiencia propia, que no quería comer más carne. Sin embargo, es respetuosa y en su casa la sirve. Le gusta el campo, ama los caballos y los perros. Tiene unos helechos enormes y está pendiente de que sus matas estén hermosas. Es de misa cada ocho días y muy piadosa. 


Para Arteaga, “el que ella no haya limitado su vida a una familia le ha permitido ser familia de muchos. En su época el matrimonio era lo único y ella lo hizo diferente. Era una mujer muy hermosa. Una vez estábamos juntas en Bolivariana, se abre el ascensor​​​y veo a un médico divino que dice ‘esta es la mujer de mi vida, siempre he estado enamorado de ella’. Pienso que en esa época tuvo mucha gente que la quiso, pero ella tenía una meta que era más grande. Casarse la hubiera limitado porque ella es completa en todo, entonces hubiera sido una ama de casa completa, una mamá completa”. 


No le gusta el maltrato, las palabras desagradables o la gente superficial. No conoce lo que es el orgullo o mostrarse ante los demás. Odia las entrevistas y las fotos. Cuenta William Rojas que cuando iban a tomar alguno de los registros de la Misión de Sabios, filaron a los diez comisionados frente a la Casa de Nariño. Cuando el fotógrafo se descuidó, Ángela Restrepo salió corriendo y se escondió tras una cortina. Para esta nota también se nos escabulló.

REFERENCIAS:​

• Ángela Restrepo Moreno- Colombia. Entrevista para el portal IANAS (Interamerican Network of Academies of Sciencie. Última visita: Junio 2013. URL: http://www.ianas.org/index.php/programs/ women-for-science/biographies/88-programs/ women-for-science/332-angela-restrepo-moreno
• Informe final de la XVIII Convención Científica Nacional. Ciencia, Tecnología, Sociedad + Innovación. Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (Acac). Octubre 2010.
• La CIB, un lugar para el conocimiento. 1970-2010. Investigación histórica: Walter Alonso Bustamante Tejada. Fondo Editorial CIB. Medellín, 2010.

EAFIT y la CIB, nuevas aliadas

Las dos instituciones han creado un marco de trabajo conjunto para apoyar el nuevo programa de Biología. Para Diego Villanueva Mejía, jefe del pregrado,“el objetivo del convenio es establecer las bases de una cooperación académica, científica y tecnológica que apoye la nueva carrera”.

El convenio ya está en marcha. En el semestre 2013- 1, dice Villanueva, intercambiaron infraestructura. Los estudiantes de EAFIT asistieron a la CIB para sus prácticas de laboratorio, en una de las asignaturas. Por su parte, los investigadores de la CIB también pueden usar los recursos físicos de la Universidad.

Actualmente formulan proyectos de investigación conjuntos entre las dos instituciones que permitan fortalecer aún más esta relación.

Misión de Sabios y otros reconocimientos

Desde los años noventa –cuando comienza en Colombia el apoyo a la investigación como política de Estado– Ángela Restrepo no ha dejado de cosechar reconocimientos. Se destacan el VII Premio Nacional Mérito Científico: Vida y Obra (1995), de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia; el Premio a la Vida y Obra de un Científico (2003) de la Academia de Ciencias Exactas Físicas y Naturales; los doctorados Honoris Causa de la Universidad Pontificia Bolivariana (1994), de la Universidad de Antioquia (1996) y de la Universidad de Nacional de Colombia (2007). 
En 2008 la Sociedad Americana de Micología la nombra miembro honorario y, en 2012, la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), institución que agrupa a 18 Academias de Ciencias de América, publicó el libro Mujeres Científicas en las Américas: sus historias inspiradoras, con las biografías de 16 destacadas científicas, entre ellas Restrepo. 
Pese a todos estos reconocimientos, el único reconocimiento que ha aceptado sin dudarlo fue ser parte de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo que encargó en 1993 el expresidente César Gaviria, cuando terminaba un cuatrienio marcado por la guerra contra el narcotráfico. La comisión estaba conformada por diez personajes notables, entre los que se encontraban el neurofisiólogo Rodolfo Llinás y el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Su objetivo era recomendar una visión respecto al futuro de Colombia en lo concerniente a ciencia, educación y desarrollo sostenible. 
Ángela Restrepo fue la única mujer, y se centró en una de sus grandes preocupaciones: la formación de jóvenes investigadores. Desde su estancia doctoral en Estados Unidos se dio cuenta de que los protagonistas de los centros de investigación eran las nuevas generaciones. La Misión recalcó que “el desarrollo de los países ya no dependía de los recursos naturales sino de la disponibilidad de personas entrenadas que quisieran investigar y aplicar creativamente los conocimientos”.
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Última modificación: 06/03/2017 13:18