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La memoria tiene nombre en Alejandría

​​De la mano del profesor Juan Gonzalo Betancur Betancur y de los estudiantes del Semillero de Investigación en Narrativas Periodísticas, las víctimas del conflicto armado en este municipio del Oriente antioqueño reconstruyen su memoria y documentan sus procesos de sanación individuales y colectivos.​

​​Las asociaciones de víctimas del pueblo planean las actividades de manera conjunta con el semillero. También validan el material que se produce.

Daniel Bravo Andrade 
Colaborador

El agua del tanque de la vereda salía roja. Los campesinos que se aventuraban a salir de debajo de sus camas no podían siquiera calmar su sed: tenían que elegir entre el líquido contaminado con sangre o tomar sus orines. Desde hacía dos días guerrilleros y paramilitares se enfrentaban y en medio estaban ellos, la población civil.

Marleny Rendón Monsalve, inspectora de Policía en el municipio de Alejandría, calcula que cerca de 200 combatientes de ambos grupos armados murieron en esa batalla en la vereda La Inmaculada. Los grupos al margen de la ley se llevaron algunos de sus muertos, pero los campesinos tuvieron que cargar y enterrar los que dejaron.

Esos primeros días de agosto de 2001 el cementerio local no tenía capacidad para tantos cadáveres, por lo que la inspectora y los habitantes de la vereda tuvieron que enterrar a 45 de ellos en una fosa común en la zona del enfrentamiento.

Hasta ese lugar llegaron Juan Gonzalo Betancur Betancur, docente de la Escuela de Humanidades de la Universidad EAFIT, y los estudiantes del Semillero de Investigación en Narrativas Periodísticas, del pregrado en Comunicación Social. Lo hicieron en su investigación para documentar lo que pasó en Alejandría por causa de la violencia.

Este municipio pequeño del Oriente antioqueño, aunque no es reconocido como foco del conflicto armado en Colombia, sí padeció sus azotes y horrores, especialmente entre 1999 y 2002. En dicho período la población se redujo de cerca de 6.700 a 2.500 habitantes, es decir, la guerra generó el desplazamiento de unas 4.200 personas.

Lo ocurrido en la vereda La Inmaculada es apenas una de las muchas historias que los eafitenses descubrieron y contaron a través de 50 piezas informativas entre textos, audios, videos, fotografías, infografías, imágenes enriquecidas, una línea de tiempo interactiva y una tabla dinámica propia del periodismo de datos. En este trabajo multimedia emplearon géneros periodísticos como el testimonio, la crónica, la entrevista y el reportaje. Todo se puede consultar en el sitio web www.memoriaalejandria.com

Este componente digital es uno de los resultados del proyecto de investigación Memoria y esperanza: reconstrucción de la historia del conflicto armado en el municipio antioqueño de Alejandría desde las víctimas, liderado por Betancur, quien coordina el énfasis en Periodismo Digital del pregrado en Comunicación Social de EAFIT.

Esta investigación comenzó en el primer semestre de 2014 y esperan terminarla en 2016, con la publicación de un libro con el que el docente Juan Gonzalo y los estudiantes del Semillero contribuyen a recuperar la memoria histórica del conflicto, a apoyar los procesos de sanación de los habitantes de Alejandría y a la construcción del posconflicto local.

De víctimas a coeditores

Una de las historias reconstruidas por el estudiante Alejandro Arboleda Hoyos, coordinador del Semillero, es la de dos hermanos que quedaron atrapados en medio del conflicto armado. Uno de ellos, el menor, se unió a las autodefensas cuando ese grupo llegó a Alejandría. Una noche el mayor, a sabiendas de los malos pasos en que andaba el otro, le advirtió: “Si usted se va pa’ la calle, yo le cierro esa puerta. Quédese acá y no se vaya porque mire esto como está”. El joven le reprochó: “No, yo me voy y si usted me cierra la puerta, yo se la tumbo a punta de plomo. Usted verá qué hace”.​



En Colombia hay más de siete millones de víctimas a la espera de reparación, memoria y verdad. De ellas, 3.700 son de Alejandría, que hoy tiene 4.400 habitantes ​aproximadamente.​



Sobre este testimonio que evidencia la degradación causada por la guerra en ese municipio, Juan Gonzalo explica: “Cuando llegaron las autodefensas algunos muchachos del pueblo se les unieron. Y entre los asesinos estuvieron algunos jóvenes del propio pueblo, ellos fueron unos terribles victimarios”.

Pese a la contundencia del relato, esa historia nunca vio la luz, apenas publicaron fragmentos y hace parte de esa memoria que las fuentes prefirieron no dar a conocer todavía. En este sentido, el Semillero busca que las víctimas no sean solo fuentes de información.

Por eso, toda la metodología del proyecto se definió en conjunto con dos organizaciones de la localidad: la Asociación de Mujeres Víctimas Cabeza de Familia (Amuvicafa) y la Asociación de Víctimas de la Violencia de Alejandría (Asovival). Con ellas acordaron qué contar y cómo hacerlo. En ese proceso participativo, todas las historias escritas, así como la totalidad de los materiales, los validan con estos grupos de la sociedad civil antes de ser publicados.

“Empezamos pensando solo en contar historias y después vimos que podíamos ayudar más, que podíamos incursionar en algo que el periodismo nunca hace: vincular a esos grupos de víctimas en todo el proceso de construcción de la información”, explica Juan Gonzalo.

Con esta metodología de trabajo no solo han contribuido al proceso de sanación de las víctimas –tal y como afirman ellas mismas– sino a que sus asociaciones, que antes tenían un perfil bajo en su comunidad, ahora sean más escuchadas dentro de esta.

Las dos organizaciones de víctimas de Alejandría, Amuvicafa y Asovival, suman cerca de 400 integrantes.



“La universidad colombiana tiene una deuda con la sociedad. El hecho de ir y trabajar con las comunidades legitima a los movimientos sociales que están ahí”, asegura Verónica Suárez Restrepo, una de las integrantes del proyecto, quien expuso el modelo pedagógico del Semillero en el XV Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social (Felafacs 2015), realizado del 5 al 7 de octubre en Plaza Mayor (Medellín).

Lo que plantea Verónica lo refrenda Alejandro a partir de una entrevista a una de las víctimas que integra las asociaciones mencionadas: “Nos sentamos a hablar y me contó su historia. Al día siguiente me enteré de que era la primera vez que hablaba de cómo le habían matado a su hijo y desaparecido a su madre y a una sobrina”.

Semillero de investigación en Narrativas Periodísticas

Está integrado por quienes aparecen en la foto de izquierda a derecha: Sara Ruiz Montoya, María Restrepo Mejía, María Isabel Mesa González, Juan Gonzalo Betancur Betancur (profesor coordinador), María Clara Sierra Gallón, Alejandro Arboleda Hoyos (estudiante coordinador), Alejandra Sánchez Gómez, Paulina Echavarría Guisao y Estefanía Jiménez Tamayo. También, por Dayana Villegas Montoya y Santiago Jaramillo Morales. Así mismo, por las egresadas Jessica Serna Sierra, Lina María Arroyave Ceballos, Marcela Gutiérrez Ardila y Verónica Suárez Restrepo. 
El Semillero explora las formas de narración periodística a través de su estudio formal mediante métodos académicos, pero también mediante la producción de piezas informativas para medios de comunicación tradicionales y para medios y plataformas producto de las tecnologías de la información y la comunicación. 
Se caracteriza por ser tanto de investigación como de producción, es decir, desarrolla trabajos académicos formales realizados bajo los parámetros del método científico, pero también hace producción de materiales periodísticos en diversos géneros y formatos.​
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Perpetuar la memoria​
El proyecto ha sido enriquecedor para los estudiantes de EAFIT. Lidiar con la muerte, el conflicto y la reparación ha sido un ejercicio formativo que complementa lo aprendido en las aulas de clase.

Al respecto, la estudiante Sara Ruiz Montoya, quien lleva seis meses en el Semillero, afirma: “Me llamó la atención porque, si quiero ser periodista, quiero afinar esa sensibilidad y tratar con las personas y con mi país. Lo que me inquieta mucho es cómo llegarles a las víctimas, que se sientan escuchadas y que sientan que a nosotros realmente nos importa esto”.


El proyecto de investigación es financiado por la Univers​​​idad EAFIT a través de la convocatoria de Pequeños Proyectos de la Dirección de Investigación.​



Esa es una de las preocupaciones del investigador Betancur: reconocer a los afectados y su trabajo, para que sientan que el país no los olvidó. En este sentido, el libro incluirá también una lista –como ya está en el sitio web– con el nombre de todos los 200 asesinados, su edad, fecha, lugar del crimen y el grupo señalado de ser victimario, como reconocimiento a los muertos. “Eso es parte del papel del periodismo que proponemos, no solo contar historias sino ayudar a los procesos de sanación de las víctimas”, dice Verónica Suárez.

Los estudiantes creen que aportar al proceso de conocimiento de la verdad ayuda a la reparación simbólica, en un momento histórico en el que el país se prepara para un eventual posconflicto, una vez se logre la firma del acuerdo final del proceso de paz con la guerrilla de las Farc, que sería a más tardar el 23 de marzo de 2016 como anunció el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, en La Habana el 23 de septiembre de 2015.

Los integrantes del Semillero consideran que este proyecto de investigación es un trabajo real de apoyo a la memoria en el país, pero que se necesitan más esfuerzos similares de la mano de las universidades en todo el territorio, para trabajar con las comunidades que sufrieron la violencia y los horrores de la guerra. Lo anterior es importante, en especial si se llega a firmar el acuerdo de paz porque, como lo plantea Juan Gonzalo, si los casos que ellos contaron son de “hace 12 y 15 años, y apenas están viendo la luz, ¿cómo será lo que se seguirá descubriendo con el posconflicto?”.

Por último, cuando terminen de documentar todo el proceso de memoria, el profesor Juan Gonzalo y los estudiantes del Semillero brindarán capacitación a los grupos de víctimas con los que han trabajado para que ellos puedan continuar de manera autónoma el proceso de narración y sanación a través de los relatos.

“Queremos que ellos continúen haciendo esto de forma independiente. Es su proceso. Nosotros damos este empujón y ellos deben seguir solos reconstruyendo su memoria”, concluye el investigador Betancur.

Investigador

Juan Gonzalo Betancur Betancur

Comunicador Social-Periodista, Universidad Pontificia Bolivariana. Magíster en Estudios Humanísticos, Universidad EAFIT. Especialista en Análisis Político y del Estado, Universidad Autónoma Latinoamericana (Medellín), y en Comunicación y Conflictos Armados, Universidad Complutense de Madrid (España). Es profesor e investigador del programa de Comunicación Social de la Universidad EAFIT, en el que coordina el énfasis en Periodismo Digital. Es miembro del grupo de investigación en Comunicación y Estudios Culturales de esta Universidad. Áreas de interés: el estudio del periodismo digital y sus nuevas narrativas, y la comunicación y el ejercicio del periodismo en contextos de conflictos armados.​​

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Última modificación: 06/03/2017 13:52