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Blancas, negras y mulatas para la enseñanza musical

Al combinar la música colombiana con técnicas contemporáneas de composición y notaciones no tradicionales, esta obra aporta al reperto​rio nacional para que los estudiantes de pregrado ​aprendan a interpretar piano desde una perspectiva diferente a la clásica.

Fotos​: Róbinson Henao

Al combinar la música colombiana con técnicas contemporáneas de composición y notaciones no tradicionales, esta obra aporta al repertorio nacional para que los estudiantes de pregrado aprendan a interpretar piano desde una perspectiva diferente a la clásica.​


Carolina Ospina Foronda
Colaboradora

Los nombres de las 12 piezas de este compendio recuerdan comidas típicas colombianas, cuentos que parecen sacados de la memoria de Gabriel García Márquez, medios de transporte autóctonos e, incluso, expresiones idiomáticas propias de cualquier matrona antioqueña, costeña o bogotana.

Títulos como Se vende chiva con motor a “panela”, Cipote siesta o Ceviche de mojarra en salsa de vía láctea llaman de inmediato la atención de quien se atreve a leer este conjunto de estudios musicales.

Y no solo son los títulos: las técnicas para piano de estas piezas combinan magistralmente los sonidos contemporáneos con la música tradicional colombiana.

De esta manera, los clusters (racimos de notas), las heterometrías (diversidad de métricas en una obra musical), la supresión de las barras de compás y las continuas invitaciones a improvisar, obligan al intérprete a sacar sus mejores dotes.

Pero estas 12 piezas para piano tienen algo aún más especial. A pesar de la complejidad que puedan tener sus notas, su corta extensión es adecuada para la enseñanza del instrumento, especialmente en los primeros semestres de pregrado en los que, tradicionalmente, poco se estudian obras contemporáneas con notaciones alternativas e influencias de música tradicional colombiana.

De esta manera, estas obras solucionan un problema continuo de los estudiantes en un país como Colombia donde, por ejemplo, a diferencia de países de Asia y Europa, es común ver cómo para los alumnos de primeros semestres de universidad es complejo interpretar una obra que se aleje de los cánones clásicos y les exija un poco más de interpretación libre. En este contexto es donde cobra importancia Blancas, negras y mulatas.

Un problema, una solución

Dicha brecha en el sistema de educación musical colombiano –y de otros países como España–, es la que identificó Víctor Hugo Agudelo Ramírez, docente del Departamento de Música de la Universidad EAFIT, quien se especializa en el área de composición.

Así es como compuso las 12 obras para piano con el título de Blancas, negras y mulatas, luego de un riguroso trabajo con el grupo de investigación en Estudios Musicales de la Institución.​

Tal como lo describe el profesor Agudelo en su libro: blancas y negras son las teclas de un piano, las figuras rítmicas, las pigmentaciones de la piel y las expresiones de diferentes culturas que, en su proceso de mestizaje, dan origen a una nueva raza: la mulata.

Por su parte, las mulatas son las nuevas sonoridades que nacen de la apropiación de la música tradicional colomb​iana y su sincretización con notaciones alternativas y técnicas contemporáneas de composición empleadas en la llamada música académica.

Víctor Agudelo dirige el ensamble Peri​scopio y pertenece al grupo de investigación en Estudios Musicales de EAFIT.​

Para el investigador, este texto nace de una ausencia de obras que busquen, de forma pedagógica, cerrar el espacio entre la formación en los primeros años de un pianista en Colombia y el mundo profesional, donde los retos son más altos y cualidades como la improvisación son muy valoradas.

“Para el pianista joven colombiano es un choque pasar de la notación tradicional (proporcional con barras de compás) a otras no tan tradicionales. Por eso, las nuevas generaciones de pianistas, desde sus estudios de pregrado, deberían tener un acercamiento más frecuente a la música tradicional colombiana, a técnicas y estéticas contemporáneas de composición y a otros tipos de notaciones no convencionales”, asegura. 

En este sentido, el profesor Agudelo le apunta a disminuir esa brecha en la formación de los músicos en la actualidad, ya que las obras con estas características son de un nivel alto y, normalmente, solo son estudiadas en maestría y doctorado.

Repertorio nacional y enseñanza

Para la pianista y docente de la Universidad de Antioquia, Ana Orduz Espinal, la virtud de este set de piezas compuesto por Víctor Agudelo es, precisamente, ayudar a completar un repertorio poco trabajado por los compositores dedicados a los estudios musicales.

“No hay suficiente repertorio con dificultad mediaalta. Y mucho menos existe repertorio para estudiantes de pregrado con estas estéticas, que combine lenguajes modernos o contemporáneos con ritmos folclóricos tradicionales colombianos. Este es el gran acierto de Blancas, negras y mulatas”, asegura la pianista.

Precisamente, Daniela Ocampo, Juan Sebastián Ramírez y Anderson Naranjo, estudiantes de la maestra Orduz, fueron quienes estrenaron las 12 piezas de este compendio y quienes ayudaron en su proceso de diseño, al servir como laboratorio permanente para las hipótesis del investigador Víctor Agudelo.

“Las piezas de Blancas, negras y mulatas invitan al estudiante a crear efectos sonoros y contrastes, a producir sonidos que no son rítmicos y a ejecutar el instrumento de forma no tradicional. Son retos muy difíciles, propuestos desde la música de los siglos XX y XXI, y que han sido recogidos con precisión por Víctor de forma corta y concisa, lo que hace que el estudiante de pregrado los pueda abarcar”, indica Orduz.​

Pese a la complejidad de sus notas, la corta extensión de las 12 piezas es adecuada para la enseñanza de piano en los primeros​ semestres de pregrado.​

En la mira de la comunidad internacional

​Con su trabajo, el profesor Víctor Agudelo ya ha participado en eventos nacionales como el Festival Pianissimo 2015 y el XIX Congreso de la Asociación de Colombianistas.

Por otra parte, para el docente ha sido sorpresiva la acogida que su obra ha tenido en países como España y Malasia, donde han resaltado su importancia para la pedagogía musical.

“La maestra Karina Cobo se interesó mucho por mi trabajo, ya que en países como España y Francia aún se ve la brecha que yo encontré en Colombia. Por eso me insistió para que me presentara en el IV Congreso Ceimus, organizado por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid”, puntualiza Agudelo. ​Aunque participó como ponente, también recibió invitación directa de los organizadores, quienes vieron la pertinencia de su propuesta para la investigación y la pedagogía musical.

Así mismo, gracias a la maestra Ana Orduz, su obra traducida también al inglés la conoció el Malaysian Youth Music Festival, que para la edición de este año, en septiembre, escogió una de sus piezas como obligatoria para los participantes: Un café para el sonámbulo.

En la actualidad, Agudelo trabaja en el volumen II de Blancas, negras y mulatas. “Este enfatizará en algunos aspectos que hicieron falta en la primera versión del libro, como el uso del piano preparado y tocar por fuera del teclado”. El objetivo es publicarlo a finales de 2016”, concluye el docente.​​​​​​

Obras que llenan un vacío y rompen la tradición

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Para el compositor y docente del Departamento de Música de EAFIT, Andrés Posada Saldarriaga, Víctor Agudelo llena un vacío con un set de obras que rompen la tradición al “contaminar de modernidad a la música tradicional colombiana”. Por eso, Blancas, negras y mulatas puede convertirse en un referente. 

El compositor explica que Víctor creó unas piezas breves de gran factura e inspiración musical. En estas desarrolla elementos técnicos pianísticos como: la independencia de los dedos meñiques y los pulgares para destacar figuras y melodías, el canto en las voces extremas con acompañamiento de las internas, y el cruce, sincronismo e independencia de las dos manos. 

Así mismo, “el uso detallado y minucioso de los tres pedales del piano, que combina con elementos de aleatoriedad, ritmos libres e indeterminados; heterometría, polimetría, escritura cronométrica, utilización de valores agregados, resonancias, racimos de notas (clusters), supresión de barras de compás e improvisación”, acota.​ ​

 Las 12 piezas para piano 
  1. Telarañas para pescar. (Cumbia).  
  2. Calambre con conexión a tierra. (Joropo). 
  3. Memorias del alma. (Alabao). 
  4. Se vende chiva con motor “a panela”. (Bunde tolimense). 
  5. Ecos en la aurora. (Cantos de vaquería). 
  6. Ceviche de mojarra en salsa de vía láctea. (Bunde chocoano). 
  7. Cipote siesta. (Paseo vallenato). 
  8. Cuando las estrellas se pusieron la Tierra de ruana. (Torbellino). 
  9. Compre cuatro y lleve seis. (Fandango). 
  10. Sollozos trenzados. (Canto de plañideras). 
  11. En chalupa contra la corriente. (Porro chocoano). 
  12. Un café para el sonámbulo. (Pasillo).​

Compositor

VÍCTOR HUGO AGUDELO RAMÍREZ

Músico, Universidad EAFIT. Magíster en Música y DMA en Composición Musical y Teoría, Universidad de Memphis (Estados Unidos). Docente y coordinador de las materias teóricas del Departamento de Música de EAFIT, donde pertenece al grupo de investigación en Estudios Musicales. Ha sido galardonado con los premios Morton Gould Young Composer Award, de la Ascap Foundation (Nueva York), y el Smit Composition Award, de la Universidad de Memphis. 

Sus obras las han interpretado las orquestas: sinfónicas de Castilla y León (España), de La Habana (Cuba), Nacional de Colombia, de EAFIT y de Antioquia; filarmónicas de Bogotá y de Medellín; de la Radio de Noruega, The University of Memphis Symphony Orchestra (Estados Unidos), entre otras. ​​

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Última modificación: 24/03/2017 17:45