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El Eafitense / Edición 105 ¡Primavera colombiana en Australia!: desierto, sudor y sol - El Eafitense - Edición 105

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¡Primavera colombiana en Australia!: desierto, sudor y sol

​​​Los integrantes del EAFIT-EPM Solar Car Team recorrieron más de 2.600 kilómetros, entre las ciudades de Darwin y Adelaida, en desarrollo del World Solar Challenge, que se disputó en Australia. Fueron seis días de competencia que finalizaron el viernes 11 de octubre a la 1:30 a.m. (hora colombiana). Los nacionales terminaron en la posición número 13 del certamen, en el que denominaron los holandeses y los japoneses.


​Primavera, el primer vehículo solar colombiano de competición, construido por EAFIT y EPM, cruzó este viernes 11 de octubre la meta del World Solar Challenge, a la 1:30 a.m. (hora colombiana), 4:00 p.m. (hora de Adelaida, Australia).​

Mónica María Vásquez Arroyave
Colaboradora

El día en que el primer vehículo solar colombiano cruzó la meta del World Solar Challenge, en Adelaida (Australia), los gritos de júbilo de los 31 integrantes de EAFIT-EPM Sol​ar Car Team estallaron sin ningún prejuicio.

Pero, ¿por qué tanta alegría si no fueron primeros? Esta fue una pregunta que les llegó por parte de competidores de otros países.
Sin embargo, para el grupo de colombianos, el único representante de Suramérica en la categoría Challenger Class (el equipo Antakari de Chile participó en la Adventure Class), haber alcanzado la posición número 13, entre 22 delegaciones, fue una meta que, en sus palabras, no logran cuantificar.

Y sí. Luego de recorrer 2.600 kilómetros en seis días este era un premio a las noches en vela, a la distancia de sus familias, al trabajo de investigación y desarrollo, y al reto de apostarle a un sueño en el que, en un principio, pocos creyeron, y que ese día vieron cómo se mantenía firme, tanto que estuvo a la altura de los más grandes del mundo, como el Nuna7, del equipo Nuon de los Países Bajos; el Tokai Challenger, de la Universidad de Tokai de Japón; y The Red Engine, del Solar Team Twente, también de los Países Bajos, quienes obtuvieron los primeros lugares. Esa era la respuesta.

Al emprender su recorrido desde la localidad de Darwin, al norte de Australia, aspiraban a ser los primeros en llegar a Adelaida, sur del país, pues siempre consideraron que hay que apuntar a las estrellas para llegar, por lo menos, al cielo, como lo dice con una sonrisa Pablo Gaviria Mejía, el ingeniero de diseño de producto que laboró como asistente de investigación del proyecto.

Pero la conquista de ese cielo, el pasado 11 de octubre, fue también, para ellos, la posibilidad de probar, ya en un ambiente real, la eficiencia energética y el funcionamiento del vehículo solar al que llamaron Primavera, que significa el verdor después del invierno y que alude a Medellín, según recuerda Pablo.

Una mirada al futuro

Hace 25 años, Jorge Andrés Barrera Velásquez, director del proyecto, soñó con hacer carros solares. Por eso viajó a los Estados Unidos para estudiar en una universidad líder en el tema, donde logró construir tres autos solares y participar en cuatro competencias. Fue miembro del equipo solar MIT que participó en 1999 en esa competición. 

Hoy, después de cuatro años de su regreso 
a Medellín, este ingeniero mecánico narra, entre risas, el giro que le dio la vida al llevarlo, otra vez, a ese mundo de piezas mecánicas, de paneles solares y de adrenalina. 

“EPM me contactó para que me vinculara 
con la creación de un vehículo solar. Yo les dije: lo hago, pero con EAFIT, pues se trata de un proyecto muy académico, que necesita un hogar”, comenta Jorge Andrés.

A lo largo de seis meses estuvo alejado de su hijo de 10 años, quien le hacía dibujos en los que se leía la palabra “vuelve”, todo por cuenta de las salidas de su lugar de trabajo, en EAFIT, a la 1:00 o 2:00 a.m., un precio cuya recompensa fue la de transmitir sus conocimientos a jóvenes igual de soñadores y ser artífice en su país del primer auto en su categoría, construido con ingeniería propia.

Su motivación estuvo anclada al esfuerzo de otros emprendedores, como Juan Manuel Vélez Ortega, un joven que a los 25 años, y sin haber obtenido aún su título como ingeniero de diseño de producto, tuvo la oportunidad de vincularse con Primavera. “Empecé en el proyecto hace dos años, con Jorge. Cuando él llegó a Colombia siempre tuvo la idea de construir un carro solar y la certeza de que éramos capaces”, expresa.

Manos a la obra

Poder palpar a Primavera implicó todo un proceso de diseño, conceptualización y modelación que empezó en enero de 2012. En febrero de 2013 dieron paso a la construcción del auto, cuyo escenario de creación fueron los talleres de la Universidad.

El resultado: un carro de competición de cuatro llantas, con dirección en cada una, y con dos motores en las ruedas traseras; capaces de alcanzar los 100 kilómetros por hora en pleno desierto.

El vehículo tiene espacio para un piloto sentado casi a nivel del suelo y un exterior blanco y verde, cubierto por paneles, que capta la energía del sol y la almacena en una batería de litio que alimenta los motores.

De otro lado, su diseño aerodinámico no obedeció a un asunto estético. Pablo precisa que con este se buscó lograr eficiencia, pues a​  una velocidad de 100 kilómetros por hora el 70 por ciento del consumo obedece a la capacidad del auto para mover el viento.

“Se trató de optimizar al máximo mediante las herramientas disponibles, como modelación virtual en túnel de viento, porque en el país no contamos con las capacidades para probar el vehículo completo en condiciones reales aunque, afortunadamente, durante la​  carrera nos dimos cuenta de que teníamos un muy buen desempeño aerodinámico y de concentración solar”.

Del sueño a la realidad​

La labor de Juan Manuel Vélez fue coordinar el equipo con dos premisas: la capacidad de analizar todas las condiciones antes de tomar una decisión y la facilidad para establecer comunicación con los demás miembros del EAFITEPM Solar Car Team.

Según él, una decisión unánime los llevó a decidir que los nuevos innovadores se encargaran de dirigir el rumbo de Primavera durante la competencia, una determinación que puso de manifiesto la pasión como elemento común en el equipo en cada uno de los procesos, incluso el de la selección de las partes.

“Cuando empezamos a ver los otros carros nos dimos cuenta de que todos los equipos compraban los componentes, pero nosotros quisimos diferenciarnos y hacer nuestras propias piezas”, refiere Juan Manuel.

Por eso suscitaron el asombro de sus pares en Australia, ya que cada parte, por diminuta que fuera, había surgido de su propia creación, a excepción de algunos motores que, aunque los ensamblaron ellos mismos, otorgándole aún más valor agregado, fueron comprados.

Hace 25 años, Jorge Andrés Barrera Velásquez, director del proyecto, soñó con hacer carros solares. Por eso viajó a los Estados Unidos para estudiar en una universidad líder en el tema, donde logró construir tres autos solares y participar en cuatro competencias. Fue miembro del equipo solar MIT que participó en 1999 en esa competición.​

Una carrera extrema

Las jornadas de competencia, en las que participaron equipos de universidades tan prestigiosas como Standford y Michigan, de Estados Unidos; Cambridge, de Reino Unido; TU Delft, de Holanda; y Tokai, de Japón, empezaban a las 5:00 a.m. y terminaban a las 10:00 p.m., con un recorrido promedio para los eafitenses de 500 kilómetros diarios.​

En las noches, Ricardo Mejía Gutiérrez, docente y director del Grupo de Investigación en Ingeniería de Diseño de EAFIT, fue testigo de un cielo que nunca había visto: sobre la negrura se distinguían todas las constelaciones, sin una luz artificial que opacara su iridiscencia. Un horizonte de silencio y paisajes sin montañas que alentó su jornada lejos del país y que, a pesar de saberse acompañado, le demostró la magnificencia de la soledad pues​ muchas veces, en los 360 grados que abarcaba su mirada, no había un atisbo de población.

Ricardo fue el profesor representante de la Universidad en la carrera, pero más que hacer una labor de supervisión hizo parte del equipo de trabajo, con un rol activo en la logística de la competencia. Viajaba en el Scout 1, el carro que encabezaba la caravana y desde donde se analizaban las condiciones climáticas y meteorológicas, el estado de las vías y se identificaban los lugares para detenerse, comprar​ alimentos y acampar.

En uno de los cinco vehículos que acompañaban el recorrido eran trasportadas las carpas en las que dormían donde los alcanzaba la noche, y que todos armaban sin reparo, pues el trabajo en equipo se reflejaba en cada acción.

No obstante, a pesar de la logística de la carrera, basada en escoger un lugar apto para acampar y calcular la velocidad para llegar a una hora exacta a un determinado punto, a veces los esfuerzos no eran suficientes.

“Una vez marcamos las 5:00 p.m. y, a esa hora, tuvimos que orillarnos en una especie de bosque con matas puntiagudas, coger una pala y aplanar el terreno para poder acampar, a medias”, rememora Ricardo, quien, con agrado, también hace referencia a las fogatas que los proveían de calor en algunas noches.

Estar allí era darse cuenta de que en realidad se trataba de un asunto mucho más complejo que, precisamente por el desconocimiento de las verdaderas condiciones y dificultades de la carrera, los llevó a creer muchas cosas que en
nada se parecían a las vividas en Australia.

“Salíamos de la ciudad de partida y a los 10 minutos se desaparecía la señal. También tuvimos problemas con la telefonía satelital, de la que dependíamos para comunicarnos entre nosotros. Eso significó una impotencia muy grande, pues era estar incomunicados en la mitad de la nada”, relata Ricardo.
 

Para EPM, con Primavera se logró el objetivo: que un grupo de profesionales se apropiaran de la tecnología, se midieran con los mejores del mundo y que su desempeño durante la carrera dejara muy en alto a su organización, a EAFIT y al país.

Más barreras superadas

En el día, el calor del Sol, que chocaba contra el rojo del desierto y contra la arena suspendida en el aire, que se les pegaba a la ropa y a la piel humedecida por el sudor, se convertía en una oportunidad para recargar de energía adicional el auto, a través de un sistema de concentración con lupas -una estrategia que fue admirada en el lejano país, y con la que solo contaba otro carro solar-, pero era también una condición más por superar, pues las temperaturas alcanzaban los 40 grados centígrados.

Durante el ocaso, se enfrentaban a un frío de entre 5 y 10 grados que se les hundía hasta los huesos. Tuvieron que vérselas también con animales que se atravesaban en la vía durante la competencia, a los que se sumaron factores como el alto flujo vehicular, en ciertos tramos de una autopista, y los fuertes vientos.

En el desierto se enteraron de lo que era un Willy Willy -nombre con el que denominan allí a los torbellinos- y afrontaron ráfagas  que, incluso, destruyeron los vehículos de otros competidores. Hubo hasta una lluvia torrencial que los llevó a detener su marcha, subir el carro en un tráiler y buscar la forma de superar el impase. Sin embargo, el vehículo regreso intacto a Medellín.

El buen desempeño del carro les dio la seguridad de proteger las vidas de los dos pilotos que hubo durante la prueba. Y es seguro que la creatividad de este equipo no se quedará solo en crear otros autos, pues, si bien no los masificarán por tratarse de vehículos de competición al estilo de los de Fórmula Uno, quieren generar ideas de negocio e incentivar la búsqueda de los sueños en la ciudadanía y en los jóvenes que van detrás.​​

Según Ricardo, Medellín tiene un recurso humano con un alto potencial. “Simplemente se trata de un tema de oportunidades”, asegura con la certeza de quien vivió 10 años en el exterior, en países como México, Alemania y Francia, y tiene el criterio para establecer una comparación. Hoy, quieren aprovechar esa experiencia para mejorar su idea y crear otro vehículo que les permita volver a competir y obtener un mejor puesto, o formar un semillero de investigación.

Para EPM, con Primavera se logró el objetivo: que un grupo de profesionales se apropiaran de la tecnología, se midieran con los​ mejores del mundo y que su desempeño durante la carrera dejara muy en alto a su organización, a EAFIT y al país.

“Es ver cómo un equipo novato llega y se gana una imagen dentro de ese selecto grupo y demuestra su espíritu innovador”, dice Jorge Ignacio Vélez Pérez, ingeniero de producción y profesional de la Gerencia de Desarrollo e Innovación de EPM.
 Las jornadas de competencia, en las que participaron equipos de universidades tan prestigiosas como Standford Michigan, de Estados Unidos; Cambridge, de Reino Unido; TU Delft, de Holanda, y Tokai, de Japón, empezaban a las 5:00 a.m. y terminaban a las 10:00 p.m., con un recorrido promedio para los eafitenses de 500 kilómetros diarios.​

Para la compañía son prioritarias las acciones asociadas a la tecnología y a buscar formas para que el gasto energético impacte lo menos posible al planeta. Por eso trabajan en mitigación del cambio climático y en formas de energía renovables y amigables.

Un sueño que, de acuerdo con el ingeniero de EPM, debe incentivar el conocimiento aplicado, de modo que el aprendizaje no se diluya en el campus, sino que se pueda capitalizar y​  expandir a la comunidad, para otras aplicaciones relacionadas con la movilidad.

Un proyecto con mucha “hinchada”​

Más de 1.500 mensajes de felicitación fueron publicados en la cuenta de Facebook de Jorge Barrera, quien se tomó el trabajo de responder cada uno. Estas manifestaciones de apoyo, sumadas a la posibilidad de hacer nuevos convenios con entidades privadas, son algunos de los reconocimientos que dan cuenta de la satisfacción de muchas personas con Primavera.

Las palabras de Jorge, cuando se refiere a este carro solar, adquieren un aire de propiedad y otro tanto de entusiasmo. Sus
pensamientos abarcan una línea de tiempo que lo mueve al pasado y lo trasporta de golpe hacia el futuro.

​“Ver a un muchacho que ya sabe que puede inventar y producir el futuro nos deja la capacidad para soñar y ejecutar nuevos proyectos en los que queremos involucrar a las mejores personas. Nos dimos cuenta de que empezamos a generar sueños en la gente”, una expresión con la que Jorge deja abiertas las puertas para seguir innovando y, sobre todo, para seguir soñando.

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Última modificación: 27/02/2017 20:35