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El Eafitense / Edición 106 Mucho café en Colombia para mirar cómo transcurrió la Gran Guerra

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Mucho café en Colombia para mirar cómo transcurrió la Gran Guerra

​Al conmemorarse 100 años de la Primera Guerra Mundial es importante darle un vistazo al impacto que tuvo sobre la economía nacional y cómo contribuyó a una revolución industrial local.​


Los asesinatos del archiduque Francisco Fernando de Austria y de su esposa Sofía Chotek, en Sarajevo en 1914, dieron origen a la Primera Guerra Mundial, conflicto bélico que finalizó en noviembre de 1918 y que tuvo un número cercano a las 9.000.000 de víctimas. Algunos historiadores afirman que la muerte del archiduque fue el “Florero de Llorente” que liberó las tensiones en una Europa donde ya el ruido de sables se sentía desde tiempo atrás. Al margen de esto, para Latinoamérica y, en específico para Colombia, este conflicto global significó una oportunidad para el desarrollo de su economía.

Así, este 2014 se conmemoran 100 años de un enfrentamiento que concluyó con la terminación de la hegemonía de cuatro imperios que lideraban el Viejo Continente: el austro-húngaro, el otomano, el alemán y el ruso, caídas que contribuyeron a que otro pueblo comenzara a ser protagonista del orden mundial desde lo económico y desde la geopolítica: los Estados Unidos. Pero, ¿qué sucedió con Colombia durante el conflicto y qué ocurrió después?, ¿hubo implicaciones económicas que se extendieron a regiones como Antioquia y a su capital Medellín?

La Primera Guerra Mundial tuvo una duración de cuatro años y unos meses. Previo a ese periodo, en 1899, Colombia se enfrascó en la que se llamó la Guerra de los Mil Días (1899-1902), una explosión de las diferencias políticas entre los dos partidos tradicionales (el Conservador y el Liberal) que marcarían la historia del país hacia el futuro. Este fue un conflicto que afectó el aparato productivo de la nación, que impactó de forma negativa su economía y que dejó a Colombia en un escenario geopolítico muy complejo tras concretarse, en 1903, la separación de Panamá.

Por su parte, y a miles de kilómetros de distancia, Inglaterra, Francia y Alemania, potencias mundiales para la época, vivían un pleno desarrollo del fenómeno que transformaría sus sociedades: la Revolución Industrial.

Con esta, Inglaterra potencializó toda su capacidad productiva y modernizó sus sistemas de transporte. La invención de las máquinas a vapor y su consiguiente ahorro en mano de obra, reducción de tiempos y productividad convirtió a estas naciones en consumidoras de altos volúmenes de materias primas, insumos que compraban en Asia, África y Latinoamérica, para luego procesarse y devolverlos a sus países proveedores para que los compraran como productos terminados. 

De otro lado, Alemania también tenía para la época colonias en otros lugares y varios de sus habitantes emigraron a Suramérica. En Colombia se asociaron con ciudadanos nacionales para el establecimiento de empresas transportadoras, bancarias y agrícolas. Una de las más representativas fue el Banco Alemán, cuyos socios fueron personas de ambos países.

Pero cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, Inglaterra y Alemania se vieron inmersas en esta con sus propios intereses, lo que implicó el desplazamiento de su intercambio comercial con los países suramericanos, entre estos, Colombia. Se trató de un hecho mundial que concentró la atención en su continente y los hizo descuidar sus inversiones en territorios latinoamericanos.

En ese entonces, más del 30 por ciento de las exportaciones colombianas se centraban en el café (ver el recuadro número 2), mientras que las importaciones estaban representadas en textiles, químicos y plásticos, entre otros, productos que, además de solventar las necesidades de la población, permitían el desarrollo de la industria cafetera, pero volvían el país más dependiente de ese intercambio comercial para dinamizar su economía. El café, para este periodo, desplazaba de manera paulatina a otros productos tales como el oro, la quina, los sombreros y el tabaco, en las preferencias de los europeos.

¡Empezó el conflicto!

Cuando se inició la guerra, el lento abandono de las inversiones alemanas e inglesas en Colombia hizo que la economía local entrara en crisis y evidenciara que no contaba con la preparación para el intercambio comercial con países desarrollados, de quienes era dependiente.

Al no tener un flujo de capitales de sus socios europeos, no contar con los bienes industriales que importaba y no encontrar compradores para su café, la economía nacional entró en dicha crisis con un ingrediente adicional y era que no existía una política cambiaria ni económica, pues no había un banco que las diseñara y ejecutara. Fracasaron dos intentos de crearlo con anterioridad: el Banco Central y el Banco Nacional, ambos a finales del siglo XIX.

En la nación había un papel moneda circulante de alrededor de 10.000.000 de pesos, dinero con el que también los empresarios realizaban sus negocios con los estados europeos. En medio del conflicto, la moneda comenzó a escasear. Por esto, José Vicente Concha Ferreira, el entonces presidente de la República, ordenó la emisión de unos bonos llamados Bonos de la Tesorería Nacional para que los ciudadanos pagaran sus impuestos y otros asuntos.
 
Esta escasez del papel moneda generó que el Gobierno empezara a incumplir los compromisos con sus empleados públicos y se tomaran decisiones tales como el despido de funcionarios y la paralización del gasto público que estaba representado, entre otros, en obras de infraestructura. Aunado a lo anterior y en palabras de Carlos León Gaviria Ríos, historiador de la Universidad de Antioquia, con estas medidas el Gobierno carga el costo de la guerra a la sociedad, pues también aumenta los impuestos como el de renta y la fabricación de bienes superfluos representados, por ejemplo, en naipes y cerillas.

Comenzó a sentirse en el comercio el desabastecimiento de algunos productos básicos como algodón, arroz, trigo, cacao y tabaco, que llegaban al país por vía de las importaciones. Y si la industrialización europea fue el vehículo para que Europa modernizara su aparato productivo e iniciara su relación comercial con Latinoamérica, ese mismo fenómeno fue la llave de salida a la crisis que en Colombia generó la Primera Guerra Mundial.​

Industrialización y posconflicto

Estados Unidos ingresó a la guerra en 1917, sin embargo y antes de que esto ocurriera, comenzó su intercambio comercial con Latinoamérica ante el abandono de Alemania e Inglaterra de este mercado. Los norteamericanos empezaron a comprar el café colombiano y a ser el sustituto de los bienes que antes se importaban de Europa.

El conflicto europeo y sus implicaciones en Colombia obligaron a la economía local a industrializarse a su manera: requirió que el aparato productivo generara algunos elementos propios para subsanar su demanda interna. Así las cosas, se dispararon los cultivos de arroz, trigo, cacao, tabaco y, en algunos casos, se lograron vender excedentes a Panamá. Sin embargo, estos esfuerzos no alcanzaron para suplir la demanda nacional, lo que hizo que subieran los precios de esos artículos y esto causara inflación.

Con la entrada de los norteamericanos a la guerra volvió la crisis al país, que se agravó porque no había más socios con los que se establecieran relaciones comerciales duraderas. Esto creó desempleo hasta el final de la guerra, pero, por otro lado, sembró la semilla de lo que será una nueva relación económica con este socio continental hacia el futuro.

En 1914 se firmó un tratado por medio del que Estados Unidos se comprometía a pagar 25 millones de dólares por Panamá, los que se empezaron a desembolsar ese año. Esa revolución industrial local preparó a la economía para la producción de bienes y servicios, y profundizó la cooperación entre el país del norte y Colombia. Fruto de lo anterior, llegaron misiones de técnicos, profesores y empresarios norteamericanos que contribuyeron a la modernización del país.

Una de estas fue la misión Kemmerer, que encabezó Edwin W. Kemmerer, profesor de la Universidad de Princeton. Sus análisis desembocaron en ocho propuestas para el Gobierno, de las que se aprobaron seis. Este paquete de programas erigió la institucionalidad del país en 1923, pues de allí nacieron entidades como el Banco de la República, la Contraloría General de la República, la Superintendencia Bancaria y la Contaduría General de la Nación.

Para atender la creación y el funcionamiento de estas nuevas instituciones, el Estado tuvo en los siguientes cuatro años una bonanza de recursos que le permitió financiar importantes proyectos.

Fueron alrededor de 880.000.000 de dólares que llegaron a las arcas de la nación por tres razones. La primera, la indemnización del Canal de Panamá por 25 millones de dólares; la segunda, una bonanza cafetera que se presentó entre los años 1924 y 1929; y la tercera, créditos contratados con bancos de Nueva York para modernizar la infraestructura vial y la portuaria.

Según Juan Carlos López Díez, profesor de la Escuela de Administración y coordinador del Grupo de Historia Empresarial de EAFIT, esos 880 millones de dólares traídos a valores del año 2000 equivaldrían a 10.000 millones de dólares. “Un flujo de dinero que llegó al país hasta la Gran Depresión que comenzó en 1929”.

De otro lado, en 1935 se firmó un pacto con los Estados Unidos que se dominó el “Pacto de Amistad”, con el que ese país y Colombia negociaron sus respectivos aranceles en productos tales como químicos, agrícolas y plásticos. Era una especie de tratado de libre comercio con el que Colombia se comprometía a comprar mayores volúmenes de productos a los norteamericanos por encima de otros países.​

La realidad antioqu​eña

El impacto económico de la Primera Guerra Mundial sobre el departamento de Antioquia fue muy similar al resto del país. La región fue, de forma relativa, privilegiada luego de la Guerra de los Mil Días, pues la fuerza del conflicto no la tuvo como epicentro, en cambio sí se vivió con intensidad en los Santanderes y en la región Caribe. Esto permitió que, a posteriori, su sector agrícola, a través del café, pudiera disfrutar de la bonanza y el intercambio comercial con Estados Unidos.

De otro lado, en su periodo de industrialización, Antioquia vio cómo se fundaron, entre otras, textileras como Coltejer (1907) y Fabricato (1920). Los recursos provenientes de las exportaciones de café jalonaron en la región el desarrollo de los sectores comercial, industrial y minero, que son la base tradicional del PIB de Antioquia. Así, importantes textileras nacieron entre 1902 y 1920.

“Cuando en la década del 20 el país define que su vocación como modelo económico será apostarle al desarrollo de la caficultura, viene el apoyo a la industrialización porque con esas divisas se van a poder importar insumos químicos, expertos, bienes intermedios y maquinaria”, señala el profesor Juan Carlos.

En síntesis, la Primera Guerra Mundial significó para el país, además de una crisis económica propia del contexto histórico, una oportunidad para que el Estado pudiese organizar su institucionalidad y realizar su propia revolución industrial. A la vez, generó una búsqueda de nuevos mercados para sus productos, fruto de nuevas alianzas estratégicas que todavía se mantienen vigentes gracias a esa “globalidad” de la economía, de hechos algunos historiadores llaman a este periodo el ingreso de Colombia al siglo XX.​

El desarr​ollo de la aviación

Uno de los impactos importantes para la economía colombiana que dejó la Primera Guerra Mundial fue el desarrollo de la aviación, pues los aviones y pilotos que se utilizaron participaron en el conflicto. 

Inicialmente, se prestó el servicio de traslado de correo, luego el transporte de pasajeros y después el de carga. Según Karim León Vargas, historiadora de la Universidad de Antioquia y candidata a magíster en Estudios Humanísticos de EAFIT, la primera empresa del ramo se fundó en 1919 y se llamó Compañía Colombiana de Navegación Aérea, que era propiedad de varios empresarios, entre ellos, Alejandro Echavarría Isaza y su hijo Guillermo Echavarría Misas.

Posteriormente, nació Scadta (Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo), que funcionó entre 1919 y 1940, tiempo en el que importó aviones que movilizaban, máximo, cuatro pasajeros y que podían ser adaptados como hidroaviones. Esta es la compañía que con el paso del tiempo sería el origen de Avianca.

Entre 1919 y 1950 surgieron 27 empresas de aviación. Para el caso antioqueño, en este lapso se crearon empresas tales como la Compañía Unca (Urabá, Medellín and Central Airways, que es subsidiaria de la Panamerican) y luego la Sociedad Aérea de Medellín (SAM).

Exportaciones colombianas entre 1905 y 1910

En los años anteriores al inicio de la Primera Guerra Mundial, las exportaciones nacionales ascendieron a un aproximado de 14.988.000 US$ que se discriminaron así: 

Café: 37.2%
Oro: 20.4 %
Cueros: 9%
Bananos: 6.3%
Sombreros 4%

Última modificación: 06/03/2017 10:07