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El Eafitense / Edición 108 El anhelo universitario habla en múltiples acentos - El Eafitense – Edición 108

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El anhelo universitario habla en múltiples acentos

​​​​​EAFIT es la sede de los sueños de 309 beneficiados con el Programa 10.000 becas del Gobierno. Llegaron desde todas las latitudes del país, de culturas diversas, con diferentes acentos pero con la misma meta: ser profesionales.


​Los nortesantandereanos Germán Lizcano (izquierda) y su amigo Alejandro Suárez en la entrada del Edificio de Ingenierías.

​Alejandro Gómez Valencia​
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT​​

D​esde todos los puntos cardinales de Colombia. En buses y algunos pocos en avión. A hoteles o casas de familiares en Itagüí, el barrio Buenos Aires, Conquistadores o El Poblado. Varios por primera vez en Medellín, pero todos con el mismo norte: EAFIT. 

Gracias a esa iniciativa llegaron 67 universitarios de 19 departamentos del país -los otros son de Antioquia-, algunos desde municipios a un día de camino en carretera, desde pueblos que no llegan a más de mil casas, con culturas muy diversas.​​

Así arribaron en enero muchos de los 309 nuevos alumnos que se matricularon este semestre en la Universidad, apoyados por el programa de las 10.000 becas del Gobierno Nacional, un grupo que demuestra que el talento académico habla en diferentes acentos, pero sobre el mismo tema: el sueño de ser profesional.​

Gracias a esa iniciativa llegaron 67 universitarios de 19 departamentos del país -los otros son de Antioquia-, algunos desde municipios a un día de camino en carretera, desde pueblos que no llegan a más de mil casas, con culturas muy diversas. No obstante, todos comparten que están en la élite de los mejores bachilleres de Colombia porque obtuvieron los mejores puntajes en las Pruebas Saber 11, uno de los requisitos que debían cumplir para recibir la beca.​

Comparten, también, que no son privilegiados económicamente, porque para que el Gobierno los beneficiara con matrículas y sostenimiento, para estudiar en las instituciones de educación superior del país acreditadas en alta calidad, tienen que pertenecer a niveles socioeconómicos poco favorables.​​


Cuando Brayan se enteró de las becas y de que cumplía las condiciones para adquirirla empezó a rastrear las que consideraba eran mejores universidades del país, visitó sitios de internet de varias en Bogotá, preguntó y al final dos factores lo llevaron a decidirse: la fortaleza en las prácticas académicas y las posibilidades de intercambios internacionales que ofrece EAFIT.​

​La condición socioeconómica es la razón por la que Sebastián Pautt Higuita, por ejemplo, no vio a su familia durante el receso académico de Semana Santa. No pudo asistir a San Andrés, donde su mamá trabaja en un hotel, esforzándose en estirar el sueldo para ayudarlo a que esté más cómodo en Medellín y ahorrar lo que pueda para poder costear el vuelo que en julio lo lleve de visita a la isla.​​

Ese esfuerzo Sebastián se lo devuelve a su mamá con logros académicos, primero como uno de los mejores de su colegio y ahora dedicado a obtener las mejores notas en el pregrado en Ingeniería Matemática. Es un esfuerzo redoblado si se tiene en cuenta que hasta hace pocos meses, en la isla, iba caminando a donde quería y ahora debe subirse a dos buses y hacer un recorrido de 80 minutos para llegar desde la casa de la tía que lo recibió en el barrio Buenos Aires hasta EAFIT.​​
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Los trayectos en bus no van a ser un obstá- culo para su meta. Sebastián dice que, a pesar​ de su disgusto con las imprudencias del tránsito, ya está acostumbrado a la mayor actividad humana de la ciudad. Cuenta que el ambiente que le han ofrecido es placentero y sigue enfocado en el sueño que quiere cumplir cuando se gradúe: “aportar ideas a las empresas para que puedan innovar sus instalaciones y sus sistemas, y que esas innovaciones beneficien a muchas personas, específicamente a las de bajos recursos”.​​

En el otro extremo del país, Ipiales (Nari- ño), a otra familia también le faltó un integrante en la Semana Mayor. Brayan Danilo Ceballos Benavides no viajó a su tierra porque tiene la meta de mejorar sus calificaciones y, aunque le iba muy bien académicamente en su colegio -la Institución Educativa Nacional Sucre-, en sus primeros meses en EAFIT le “ha dado duro” la Física.​​

Atención integral​​

Según Paola Gaviria Meléndez, jefa del Departamento de Beneficios y Compensación de EAFIT, además de las ventajas que otorga la beca, la Universidad ofrece otras adicionales como el no cobro del valor​​​​​​ de la inscripción a la Universidad, acompañamiento integral al estudiante becado desde Bienestar Universitario y exención del valor de los derechos de grado a los estudiantes que obtengan un promedio acumulado igual o superior a 4.0. 

​“Es un gran reto poder crearles un ambiente adecuado para que se sientan bien recibidos en la Universidad y las condiciones de adaptación favorables para desarrollar sus estudios y mantener su beca”, explica Ulises Orestes Cuéllar Bermúdez, jefe del Departamento de Desarrollo Estudiantil. 

​De esa forma el Departamento de Desarrollo Estudiantil apoya a​​ esta población con acompañamiento a grupos de entre 20 y 30 estudiantes, con quienes se desarrollan sesiones de diferentes temas. 

Otras de las iniciativas adelantadas son un curso de cálculo para nivelar a los estudiantes, programas de subsidios de alimentación y transporte, cursos electivos, y el programa de padrinazgo en el que se apoyará a los estudiantes a través del Grupo Saberes de Vida. 

Según Ulises, los estudiantes becados -incluidos los de las becas del Gobierno Nacional- corresponden al 25 por ciento de la población estudiantil que ingresó este primer semestre a la Universidad. Cabe anotar que en EAFIT, el 16 por ciento de los estudiantes son becados.​​​


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Brayan consiguió a un profesor para que le dictara clases y prefirió dedicar sus días santos a darle duro, ahora él, a la Física. Optó por eso antes de ver a su familia, a pesar de que cuenta que son tan unidos que sus papás y hermanos lo acompañaron en enero hasta Antioquia, se hospedaron en un hotel de Itagüí y se quedaron hasta ayudarlo a conseguir un lugar estable que ahora comparte con otro compañero becado.​​

Para el estudiante de Ingeniería Civil no fue tan traumático quedarse en la ciudad mientras los otros se iban porque el ambiente amigable de la Universidad, dice, le ha ayudado a adaptarse. Confiesa, sin embargo, que llegó con ciertas prevenciones, pensando que se iban a burlar de él por el acento nariñense o que tal vez iba a sentir mucho las diferencias con otros niveles socioeconómicos.​​

Desde los primeros días de clase notó que, como él, son muchos los alumnos que reciben auxilios económicos en la Universidad -cerca del 16 por ciento de los estudiantes de ​pregrado- y desde la inducción se siente más convencido de la decisión de venir a EAFIT a pesar de la posibilidad que tenía de ir a otras instituciones más cerca de su casa.​​

Y es que Brayan no tomó la decisión por azar, aunque sí fue por una coincidencia como escuchó el nombre de la Universidad. Ocurrió cuando oyó una conversación en la que uno de los docentes de su colegio le recomendaba a otro joven que si tenía la posibilidad de pagar la matrícula en EAFIT, lo hiciera.​​

Cuando se enteró de las becas y de que cumplía las condiciones para adquirirla empezó a rastrear las que consideraba eran mejores universidades del país, visitó sitios de internet de varias en Bogotá. Preguntó y, al final, dos factores lo llevaron a decidirse: la fortaleza en las prácticas académicas y las posibilidades de intercambios internacionales que ofrece EAFIT.​

Alguien que también está pensando en un intercambio internacional desde su primer semestre en Administración de Negocios es Oriana Villareal Obregón, quien llegó desde El Banco (Magdalena), municipio cerca de Santa Marta, sede del Festival Nacional de la Cumbia, donde la temperatura puede llegar a los 40 grados centígrados y sus habitantes tienen el gentilicio de banqueños​.​

El nombre de la Universidad también le llegó, voz a voz, cuando en sus últimos meses de colegiala el papá de una de sus amigas se la recomendó. “Empecé a averiguar sobre la U. en internet, hasta que cuando vine al examen de la U. de A. se me dio la oportunidad para conocer sus instalaciones y eso me bastó para tener más que claro de que era la universidad en la que me veía estudiando, aunque antes de ser beneficiaria de las 10.000 becas estudiar aquí iba a ser prácticamente una utopía”, cuenta.​

Oriana ya se pasea por el campus con la misma seguridad con la que lo hace en El Banco, tienen amigos y la llaman desde las esquina para saludarla. Esa misma seguridad le sirvió para decidirse por Administración, pues cuando supo que quería estar en EAFIT también se enteró de que esa era una de las áreas más tradicionales de la Institución. ​​

“Fui al bloque 26, pregunté por un recorrido alrededor del campus que estaban dando en la U., pero una secretaria me dijo que eso ya había pasado, entonces la hija de la secretaria llegó en ese momento y la mamá dijo ‘usted que estudia esto, aclare las inquietudes de la niña’. Me empezó a hablar de la Universidad y de sus convenios, me mencionó mucho de Administración y, pues, efectivamente, me decidí”, recuerda.​

Otro motivo para elegir Administración de Negocios, explica, es que sus papás tienen un minimercado y siempre ha estado en un ambiente comercial. Oriana será la primera universitaria en ese núcleo familiar porque su hermano tiene 14 años, está en noveno, y sus padres no alcanzaron ese grado. “Mis papás siempre han estado en el comercio y con eso hemos salido adelante. Le doy gracias a Dios y a ellos por todo lo que nos han dado a mi hermano y a mí”.​ ​

EAFIT, compromiso histórico con la inclusión​​

Desde antes de que el Gobierno colombiano le diera vida al proyecto de las 10.000 becas, EAFIT mantenía una política institucional en este tema para que jóvenes de escasos recursos pudieran acceder a estudios de educación superior. La Andi, EPM, la Fundación Suiza y el aporte de los empleados eafitenses, entre otras entidades y personas, apoyan a la Universidad para fortalecerla como de élite académica.​ 

En el caso de esta banqueña y de muchos de los becados del programa 10.000 el éxito no solo es personal, porque serán los primeros profesionales de grupos familiares que, sin apoyo económico, no hubieran podido serlo.​
 

“Estaba muy preocupada por mi formación profesional, porque en el lugar de donde vengo no hay universidades y sabía que si pasaba a alguna pública, igual mis padres tenían que pagar mi sostenimiento en otra ciudad y eso es un dineral. Por eso, estar en esta Institución ha sido un logro inmenso para mí y mi familia, pues esto de que tengas la oportunidad de estudiar en una Universidad como EAFIT era algo que, prácticamente, veía imposible”, comenta Oriana​.

En el caso de Andrés Alejandro Suárez Hernández y Germán Lizcano Pabón el logro familiar es con doblete. Se conocen desde la época en la que eran bebés y estudiaron juntos toda la formación básica primaria y secundaria, en Mutiscua (Norte de Santander).​​

Y no es raro que se conozcan hace tanto tiempo en un municipio donde, según los ​registros oficiales más recientes, de 2012, en la cabecera municipal no viven más de 600 personas y tiene una población cercana a los 4.000 habitantes. Allí también se conocieron los papás de Andrés y Germán hace unos 50 años, cuando tenían 12. También salieron juntos del pueblo, como sus hijos, a buscar un mejor futuro. Viajaron a Venezuela cuando las condiciones económicas eran atractivas, pero regresaron y ahora comparten el oficio de truchicultores.​ ​

Los estudiantes becados -incluidos los de las becas del Gobierno Nacional- corresponden al 25 por ciento de la población estudiantil que ingresó este primer semestre a la Universidad. Cabe anotar que en EAFIT, el 16 por ciento de los estudiantes son becados.​​

Andrés Alejandro cree que vivir en un pueblo tan pequeño, que no tiene más de mil casas, les ha ayudado a ser buenos estudiantes. “Si usted hace algo malo la familia se entera y lo reprenden. Por eso la mayoría de estudiantes tiene juicio”​​​.

​La cercanía no es solo familiar. Académicamente los dos han estado uno al lado del otro, tanto que solo un punto los separó en el resultado de las Pruebas Saber 11 y las notas en el colegio público Nuestra Señora de la Merced siempre fueron muy similares. Por esa igualdad sabían que si a alguno de los dos les aceptaban la solicitud de la beca y el ingreso a EAFIT, al otro también.​​

Eligieron a la U. por la buena reputación y calidad que, dicen ellos, es mayor que las que tienen otras instituciones más cercanas de Mutiscua. En eso también coincidieron, aunque se separaron en la elección de carreras. Andrés Alejandro quiere ser ingeniero civil y Germán ingeniero mecánico. Si no están​ viviendo juntos en Medellín es porque uno llegó primero y tuvo que conseguir habitación urgente, pero le ayudó a negociar un cuarto en el mismo edificio.​ ​​

​Así, como en el caso de Andrés y Germán, se siente la hermandad entre los becados del programa de las 10.000 becas del Gobierno en EAFIT. Cuando se reúnen, se escuchan voces con acentos diversos que hablan de cómo hacen rendir el apoyo económico que reciben para sostenimiento, de las horas de distancia entre Medellín y el sitio de dónde vienen. Hablan, por supuesto, de las materias con las que más dificultades tienen, de las notas que han sacado y cómo mejorarlas porque la excelencia académica no tiene acento.​​​

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Última modificación: 27/02/2017 23:56