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El Eafitense / Edición 108 Lo que hay detrás de la intención y la decisión de desertar - El Eafitense – Edición 108

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Lo que hay detrás de la intención y la decisión de desertar

​​​​​​Los resultados de la investigación Intención de abandono en estudiantes de pregrado -Factores y soluciones-, acompañada de las reflexiones de profesores y alumnos, ayudaron a atenuar la mirada sobre la deserción universitaria y a construir propuestas de permanencia para la población estudiantil eafitense. Las principales propuestas se centran en lograr las condiciones para un buen inicio en la vida universitaria.​


​Entre la idea de abandonar una carrera y la intención de hacerlo hay una diferencia que debe analizarse.​

Isabel Cristina Montes Gutiérrez y Stefanía Rodríguez 
Campo Dirección de Planeación de EAFIT

Cuando los profesores y estudiantes llegaron al taller de permanencia, que se realizó a mediados de 2014, encontraron las sillas organizadas en círculo y papelitos que solo podían voltear y leer al comenzar el taller. Los papelitos tenían las palabras “deserción y permanencia” que, acompañadas de las preguntas ¿Qué significado le otorgan a cada palabra? y ¿qué les evoca?, buscaban identificar la importancia del tema entre los participantes y generar un ambiente propicio para el desarrollo del taller, que tenía como objetivo socializar la investigación Intención de abandono en estudiantes de pregrado -Factores y soluciones- e identificar estrategias que fomenten la permanencia de los estudiantes.

Entre los puntos de vista sobre la deserción emergieron connotaciones negativas como “rendirse”, “tirar la toalla” e “estar insatisfecho con el proyecto emprendido”. Así lo expresó uno de los profesores: “En esta palabra hay un contenido de fracaso asociado. Es un desinterés de continuar algo causado por muchas situaciones”. No obstante, en las discusiones de los 13 talleres surgieron otras miradas que ayudaron a matizar las concepciones negativas en torno a la deserción estudiantil. 

Los estudiantes y profesores diferenciaron entre los desertores de los programas académicos de los del sistema educativo. Mientras los primeros se transfieren de un programa a otro buscando, la mayoría de las veces, una carrera profesional más acorde con sus preferencias, habilidades y condiciones; los segundos abandonan por completo la educación sin terminar el proyecto académico. Los participantes de estas actividades le otorgaron una postura positiva e, incluso, natural a la deserción dada por el cambio de un programa académico a otro. Así lo comentó uno de los docentes:
“¿Si empezó algo lo tiene que terminar, sabiendo que se puede retirar y volver a empezar? Es como si tuviéramos que irnos por un punto derecho sin mirar a los lados hasta el punto de allá. Eso es un error. En el camino hay muchas variedades y asuntos interesantes, que son, precisamente, las que enriquecen la vida”.

Los estudiantes también mostraron una percepción similar en relación con la transferencia entre los programas académicos: “Los que van a dejar un programa para cambiar de carrera yo los apoyo porque pasé por lo mismo, me parece muy bueno que se den cuenta rápido qué les gusta”, comentó uno del pregrado en Mercadeo. 

Por el contrario, la deserción del sistema educativo fue calificada como negativa y problemática. Un estudiante de Ingeniería Matemática anotó: “A diferencia de cambiarse de carrera, dejar de estudiar me parece muy complicado. Si alguien se quiere salir de estudiar yo le aconsejaría que no lo haga, que busque otra opción, pero no se salga”. 

Esta discusión de la deserción “negativa” y “positiva” puso de relieve la existencia inherente de la deserción en el ámbito universitario. Aunque en un plano ideal se espera que la selección del programa que realice un estudiante sea definitiva y que se gradúe sin ningún contratiempo, en la realidad, en el plano humano, las dificultades de la vida de muchos de los estudiantes inciden en que no sea posible lograr el ideal mencionado. 

Los estudiantes y profesores diferenciaron entre los desertores de los programas académicos de los del sistema educativo. Mientras los primeros se transfieren de un programa a otro buscando, la mayoría de las veces, una carrera profesional más acorde con sus preferencias, habilidades y condiciones; los segundos abandonan por completo la educación sin terminar el proyecto académico.​

La deserción se presenta, entonces, como una alternativa para muchos alumnos ante diferentes situaciones, estímulos y resultados del proceso formativo. En otras palabras, de cada 100 estudiantes que comienzan un pregrado, es muy poco probable que estos 100 se gradúen.

Ante la clara existencia de la deserción universitaria y la aceptación de que, en ocasiones, es una decisión “valiente y acertada” que posibilita la construcción de la identidad profesional del estudiante, surgen las preguntas: ¿Cuál es la tasa de deserción?, ¿cuál tasa puede ser aceptable?, ¿cuáles factores inciden en la intención y la decisión de desertar? Y de estos factores, ¿cuáles estrategias son abordables por los programas académicos y la institución para facilitar todas las condiciones de permanencia estudiantil? 

Idea, intención y decisión de desertar
Al partir de que el estudiante tiene la capacidad de decidir si continúa con sus estudios o no, conocer las razones que lo llevan o lo pueden llevar a desertar involucra muchos factores y vivencias que inciden en la emergencia de la idea de dejar de estudiar y, también, en que la idea vaya creciendo hasta consolidarse en una “intención” que involucra elementos decisorios y un grado mayor de compromiso hacia la acción de desertar.

La intención es uno de los diversos estados mentales, como los deseos, que nutren las acciones, pero, a diferencia del deseo, la intención está más cerca de la acción o, en este caso, está más cerca de la decisión de desertar de un programa académico. 

′Me fue mal en un examen′, ′tengo problemas familiares′, ′terminé con mi pareja′, ′estoy inseguro con respecto al programa académico elegido′ o ′no me gusta la forma como enseña un profesor′ son situaciones que pueden no disparar por si solas la intención de desertar, pero, ante este contexto, sí puede surgir la posibilidad de deserción que se va encauzando hasta configurarse en una voluntad que impulsará al estudiante en la dirección de dejar sus estudios. 

La idea, la intención y la decisión de desertar se originan en distintos momentos. Por ejemplo, es diferente el instante en el que se encuentra un estudiante con una “idea” de abandonar sus estudios, que el de uno que tenga una intención más elaborada: “Ya habló con sus padres”, “está analizando otros programas académicos”, “está buscando trabajo”. Estos, la idea y la intención, se diferencian, a su vez, de quien ya es un desertor. 

“Cuando un estudiante ya tiene una idea clara y determinación, no hay nada que lo detenga. Este es un punto de muy difícil retorno. El esfuerzo para que no abandone es mucho más alto ahí que el esfuerzo para que no abandone en otra circunstancia menos avanzada”, anotó un profesor. En otras palabras, el estudiante va haciendo sus pasos hacia la deserción y los factores se van reforzando y apoyando entre sí.

Con estas consideraciones, ¿cuál es el momento adecuado para estudiar las razones que llevan a la deserción? De la selección del momento dependerán tanto los factores que se asocian a la intención o decisión de desertar, como el diseño de estrategias encaminadas a mejorar la permanencia estudiantil.

En las discusiones de los talleres sobre permanencia estudiantil, los participantes se sintieron identificados con el enfoque elegido en la investigación, que abordó el tema de la deserción estudiantil desde una mirada a priori, al analizar a los estudiantes cuando aún no han tomado la decisión de retirarse del pregrado que cursan, pero manifiestan la intención de hacerlo.

Así lo comentó un profesor durante el taller: “Creo que nos hemos equivocado estudiando los desertores, pues lo que uno debería estudiar son los que se quedan, así como lo planteó esta investigación, e identificar cuáles son las características importantes para que un estudiante logre culminar su proceso”. 

El centro de la investigación fue la intención de abandonar el pregrado y los sujetos de estudio fueron los alumnos activos, entre segundo y quinto semestre, entre quienes se indagó por la seguridad-inseguridad de continuar sus estudios semestre tras semestre; la idea de cambiarse de carrera; la idea de dejar de estudiar; conversaciones con amigos o familiares sobre la opción de dejar la universidad; y si ha pensado en dejar sus estudios, ¿cuáles son las razones?, entre otros. 

En EAFIT 

La investigación que se realizó entre el segundo semestre de 2013 y el primero de 2014, con estudiantes eafitenses, buscaba conocer diferentes percepciones relacionadas con la intención de abandono y sus causales. Según los resultados, de los 627 estudiantes encuestados, el 43 por ciento ha pensado dejar su programa académico. Sin embargo, se presentaron algunas diferencias entre carreras. ​

Para conocer si la respuesta a la pregunta ¿ha pensado en abandonar sus estudios? obedecía a una idea fortuita -o si el estudiante había hecho alguna gestión para materializar su deseo de abandono y estaba en disposición de realizar la acción de desertar, en otros términos, si tenía la intención o no- se consAcademia Entre la idea de abandonar una carrera y la intención de hacerlo hay una diferencia que debe analizarse. Foto: Róbinson Henao 166 eafitense el truyó un índice que resume las percepciones de los estudiantes, que, al igual que la tasa de deserción, se espera que sea cero. 

En el caso de la deserción efectiva, para EAFIT son más los estudiantes que tienen una idea de abandono que aquellos que, desertan. En tercer semestre, 25 de cada 100 estudiantes eafitenses han desertado del programa académico emprendido. Esta cifra es inferior al índice de intención de abandono y a la deserción universitaria en el ámbito nacional (33 de cada 100) o a la técnica profesional (51 de cada 100). Estas cifras fueron tomadas del Sistema de Información Nacional para la Prevención y Análisis de la Deserción en las Instituciones de Educación Superior (Spadies) en febrero de 2015.

Aunque las cifras generan una descripción del tema, no existe un criterio para definir cuál es la tasa de deserción o de intención de abandono aceptada. Así, el nivel ideal sería cero, pero conociendo que este ideal no es una representación de lo real, ¿cuál es el nivel deseable? O, en otras palabras, al hacer una analogía con el concepto económico de tasa natural de desempleo, que se refiere a la tasa de desempleo que experimenta una economía en equilibrio, ¿cuál será la tasa natural de deserción universitaria?​​

La idea, la intención y la decisión de desertar se originan en distintos momentos. Por ejemplo, es diferente el instante en el que se encuentra un estudiante con una “idea” de abandonar sus estudios, que el de uno que tenga una intención más elaborada.​

Sin la pretensión de dar respuesta a la pregunta anterior, conocer con más profundidad el porqué los alumnos piensan o deciden desertar ayudará a dar herramientas de acción que permita disminuir dichas tasas a un nivel que signifique mejorar el proyecto de vida de los estudiantes. En otras palabras, que el nú- mero de alumnos que se retiren de un programa académico sea porque existe una opción académica que se ajuste mejor con sus intereses y su futuro, o por razones que no puedan ser atendidas por la institución.

Entre los 180 profesores y los 24 estudiantes eafitenses que participaron en los talleres se puso de relieve la necesidad de estudiar esta temática.

Razones que inciden en la intención de desertar

Cada sesión de los talleres continuó con actividades que permitieron identificar y agrupar los aspectos que, según la experiencia y percepciones de los participantes, inciden en la intención y decisión de desertar. Así mismo, se presentaron y discutieron los resultados de la investigación. Las opiniones de los participantes del taller se contrastaron con los resultados de la investigación.​

El papel de los docentes es una de las razones principales que los participantes asociaron a la deserción y que tiene que ver con la responsabilidad institucional. “Consideramos que es muy importante para la intención de abandono el papel del profesor, porque cuando en el ejercicio de la docencia nos equivocamos y hacemos algo que va en contra del estudiante lo podemos agredir, hasta sin darnos cuenta, y este evento puede generar que el estudiante abandone”, dijo un profesor. En el mismo sentido, los alumnos destacaron que la combinación entre conocimientos, pedagogía y actitud en un profesor es la clave para aprender, motivarse y no considerar la idea de desertar. Así lo narró un estudiante: “La actitud de los profesores es un motivador impresionante”. ​

Sobre los currículos, microcurrículos y las metodologías de enseñanza surgió una propuesta para tener en cuenta: “Es importante pensar si el currículo en los diferentes programas, especialmente en los primeros semestres, incita a la continuación o la dispersión”, sugirió un profesor​.

En la investigación, las percepciones sobre las características de los profesores y las clases quedaron recogidas en la variable ‘calidad educativa’. El índice ideal construido para esta variable sería, en este caso, 100. Es decir, entre más cercano a 100 es más positiva la percepción que tienen los estudiantes sobre los docentes y sus clases. En EAFIT este es de 68 y los pregrados en Música, Biología y Ciencias Políticas tienen la mejor valoración de 86, 86 y 80, respectivamente. 

El efecto que tiene la calidad educativa sobre la intención de abandono se comprobó para siete de los 21 pregrados activos cuando se realizó el trabajo de campo. La interpretación sería a que mayor percepción de la calidad educativa, mayor satisfacción o mejores resultados cognitivos y menor intención de abandono. 

Los recursos físicos disponibles

Otra variable institucional son los recursos disponibles. Los participantes hicieron referencia, principalmente, a la planta física o recursos físicos, pero no le dieron trascendencia en el contexto eafitense.​ 

En la investigación este aspecto se midió con el nombre “calidad de los recursos”, la que agrupó las percepciones de los estudiantes sobre las instalaciones, horarios y apoyo administrativo. Para la universidad el índice, que tiene como valor ideal 100, fue 69, destacándose siete pregrados por tenerlo por encima de 80: Psicología, Biología, Ingeniería Civil, Ingeniería de Diseño de Producto, Ingeniería Física, Derecho y Geología. Lo anterior significa que los estudiantes de estas carreras tienen muy buena valoración de los recursos físicos. En total, en 10 pregrados, de 20, se comprobó esta relación. 

Razones personales-institucionales

Existen variables que inciden en la deserción y, aunque están directamente relacionadas con los estudiantes, pueden ser atendidas o atenuadas por la Institución. Algunas de estas, sugeridas por los participantes de los talleres y tenidas en cuenta en la investigación, son los resultados académicos y aprendizajes, los aspectos emocionales, las relaciones sociales y la orientación vocacional. ​

El nivel de exigencia y las bases académicas insuficientes fueron algunas de las causas de deserción mencionadas por los participantes en este aspecto. Además, saber ‘cómo presentar exámenes’, ‘cómo ordenar el tiempo’ y ‘cuál es la mejor metodología de estudio’ también fueron mencionados como aprendizajes importantes que impactan los resultados acadé- micos y, de no resolverse, se pueden convertir en causales de deserción.

Por su parte, estas ideas en la investigación se denominaron ′resultados cognitivos′ y ′resultados afectivos′. Los primeros están relacionados con las consideraciones que manifestaron los estudiantes sobre su rendimiento académico y la adquisición de conocimientos teóricos, prácticos y herramientas útiles de cara al mercado laboral. Los resultados afectivos hacen referencia a las habilidades profesionales (comunicarse, usar la información) y al pensamiento crítico que, en opinión de los estudiantes, han desarrollado en su estadía en la Universidad.

Según los índices para estas variables, los eafitenses perciben mayores resultados afectivos que cognitivos. Mientras el primero es 80 el segundo es 68. Los estudiantes de los pregrados en Geología, Ciencias Políticas y Biología perciben resultados cognitivos altos, por encima de 80. Y, Psicología, Comunicación Social y, de nuevo, Ciencias Políticas perciben resultados afectivos más altos. Ahora, la relación de los resultados, afectivos y cognitivos, con la intención de abandono, se comprobó para 10 de los 20 pregrados. Para Ingeniería Civil, la intención de abandono es afectada tanto por los resultados cognitivos como afectivos. 

Los aspectos emocionales

Los aspectos emocionales, como aquellas características consustanciales a los seres humanos, fueron destacados por los profesores y estudiantes como causales de deserción. Los participantes mencionaron trastornos emocionales como ansiedad, depresión, inestabilidad emocional y sensaciones como decepción, frustración, desinterés y cansancio mental, que surgen en cualquier contexto, ​académico o personal, pero tienen incidencia en el estado anímico. Estas a su vez influyen en la decisión de desertar. 

Estos sentimientos de fatiga y aburrimiento con los estudios se agruparon para la investigación, en la variable “agotamiento emocional”. Como la connotación de esta variable es negativa, lo deseable es tenerla en cero y, a diferencia de las anteriores, entre más bajo sea el índice, mejor. 

Una alta satisfacción entre los estudiantes permitiría que no consideraran la opción de desertar. Los programas en donde los estudiantes están más satisfechos son Psicología, Música, Biología y Comunicación Social.​

En EAFIT el índice del agotamiento emocional es de 38. Psicología, Geología, Ingeniería de Producción, Ingeniería Física y Comunicación Social tienen un índice menor que indica un menor agotamiento emocional. El efecto de esta variable en la intención de abandono fue en tres pregrados, vía resultados cognitivos y afectivos. En otros términos, a mayor agotamiento emocional, menores resultados cognitivos o afectivos y mayor intención de abandono.

La participación

Para los estudiantes y profesores no hacer amigos ni integrarse a la vida universitaria contribuye a la decisión de desertar. Quienes hicieron el taller insistieron en que la participación es clave para aprovechar la experiencia universitaria y sentirse parte de una comunidad. “Que los alumnos no sean solo ´estudiantes de cátedra´ o que solamente lleguen a la universidad a clase y después se vayan. Uno se tiene que untar de la universidad para que le guste, para cogerle sabor y para poderse quedar”, concluyó un estudiante de Ingeniería Civil.​

Además, los participantes también mencionaron aspectos como edad, madurez, seguridad, responsabilidad, disciplina, compromiso, disposición y autopercepción. Esa integración o participación fue denominada en la investigación como “implicación del estudiante”. La participación se concibió en la parte académica, social y cultural. Por ejemUna alta satisfacción entre los estudiantes permitiría que no consideraran la opción de desertar. Los programas en donde los estudiantes están más satisfechos son Psicología, Música, Biología y Comunicación Social. Academia plo, ampliar los temas vistos en clase, asistir a esta, integrarse en la vida social y cultural de la Universidad, entre otros. 

Lo deseado es que todos los estudiantes participen, tengan sentido de pertenencia y compromiso con su proyecto educativo, es decir, que el índice sea 100. En general, la Universidad tiene un índice de 77, los de mayor valoración son Geología, Ingeniería de Dise- ño de Producto, Ingeniería de Procesos, Ingeniería de Producción, Ingeniería Física y Comunicación Social con el más alto. 

En cinco pregrados se constató que la intención de abandono está afectada por la implicación del estudiante, tres vía resultados cognitivos y dos vía resultados afectivos. A mayor implicación o participación del estudiante, mejores resultados cognitivos y afectivos, y menor intención de abandono. 

La orientación vocacional

Al no estar completamente definida la orientación vocacional en cada persona, los participantes la consideraron como un motivo de deserción. En este sentido la informacióndesinformación, confirmación de las expectativas, construcción del proyecto de vida y satisfacción con el proyecto académico emprendido hicieron parte de las opiniones en torno a la orientación profesional y su vínculo con la deserción. ​

La investigación consideró la “confirmación de las expectativas” y la “satisfacción” como aquellas percepciones que permiten afianzar el proyecto educativo emprendido o hacerlo flaquear. Para la confirmación de las expectativas se tuvo en cuenta la comparación entre las expectativas que los estudiantes tenían antes de comenzar la carrera y el desempeño real del programa en relación con el desarrollo intelectual, el sistema educativo, la vida universitaria y los profesores. 

Para que el estudiante permanezca en el programa académico se espera una alta confirmación de las expectativas, numéricamen- 170 eafitense el te con un índice de 100. Para EAFIT es 72. Por su parte, el pregrado de Ingeniería de Diseño de Producto tiene un índice de 98, lo sigue Música con 86, y Biología y Ciencias Políticas con 82. ​

Al relacionar la variable con la intención de abandono, Ingeniería Civil es una de los pregrados más sensibles, lo que significa que al cambiar la confirmación de las expectativas se afecta fácilmente la intención de abandono. Los otros siete pregrados se ven afectados vía resultados cognitivos o vía resultados cognitivos y afectivos. 

Por su parte, la satisfacción se abordó desde diferentes perspectivas: del estudiante con su formación, de la familia con el alumno, del estudiante con la Universidad. También se consideró que no nace por sí sola, sino que depende de las percepciones sobre la calidad educativa, de los recursos y la confirmación de las expectativas. 

Una alta satisfacción entre los estudiantes permitiría que no consideraran la opción de desertar. Los programas en donde los estudiantes están más satisfechos son Psicología, Música, Biología y Comunicación Social. Y además, son 10 pregrados en donde se verificó que la satisfacción afecta la intención de abandono. 

Finalmente, los participantes expresaron aquellos sucesos imprevistos que no están asociados a la intención de estudiar, pero que interfieren en el proceso educativo. Estos son los problemas familiares, sentimentales, financieros y de salud, que pueden ser aminorados por becas, subsidios y apoyo psicológico.

Después de analizar en detalle los aspectos mencionados en los talleres y aquellos analizados en la investigación, queda claro que cursar un programa académico en una universidad es una responsabilidad compartida. Para asegurar la permanencia, el estudiante asume el reto con compromiso y entusiasmo; y la institución formadora ofrece los medios para posibilitar la apropiación de valores, el desarrollo de habilidades y capacidades en los educandos. 

Queda pendiente estudiar cuál es la tasa natural de deserción y seguir haciendo seguimiento a las variables asociadas a esta porque, como lo manifestó un docente, “las generaciones van cambiando y la Institución debe conocer cuáles son las razones por las que los estudiantes se van o se pueden ir”.​​

Propuestas para la permanencia

Conocer los motivos de deserción basados en la experiencia y en ejercicios estadísticamente significativos no es el fin de la historia. Los índices y los efectos presentados están dispuestos para ser explorados y utilizados en cada pregrado.​

Los talleres finalizaron con las propuestas de mejoramiento que emergían de la discusión de los resultados de la investigación y de las experiencias de los participantes. La mayor parte de las estrategias se centraron en lograr las condiciones para un buen inicio de la vida universitaria.

A su vez, entre las propuestas destacadas se encuentra diseñar estrategias de ingreso a los programas académicos que permitan a los estudiantes potenciales un mejor conocimiento del pregrado, y que la Universidad pueda realizar una evaluación de los candidatos. 

De igual manera, antes de iniciar un programa académico, los profesores proponen evaluar las fortalezas y debilidades de los estudiantes. Además, aumentar las capacitaciones a los estudiantes en temas importantes para lograr una buena formación profesional: cómo estudiar, cuál es la mejor metodología de estudios y cómo leer los documentos y manejar el tiempo, en otras palabras, ayudar en la transición del colegio al modelo pedagógico centrado en el estudiante. 

Tanto los estudiantes como los profesores sugirieron, como estrategia fundamental, aumentar las fortalezas pedagógicas de los docentes. Otro aspecto destacado es institucionalizar, horarios de atención extraclase para los profesores de cátedra.

La visibilidad de la coherencia temática a través de la malla curricular fue otro aspecto a considerar. Los profesores comentaron: “Debemos ayudar a los estudiantes a integrar el conocimiento que ven en las diferentes materias, para que se hagan responsables de lo que están aprendiendo” y “es muy importante trabajar en la integración y conectividad entre las diferentes áreas del currículo, porque a veces no hay relación o los mismos profesores no hacen énfasis en el aporte de esa materia en el perfil profesional”.

En los talleres, también, se promovió la participación en grupos estudiantiles como una de las alternativas de sentirse, más que parte de un programa específico, parte de la Universidad.

El tema no se agota con las reflexiones y resultados de la investigación presentados. Queda pendiente estudiar cuál es la tasa natural de deserción y seguir haciendo seguimiento a las variables asociadas a esta porque, como lo manifestó un docente, “las generaciones van cambiando y la Institución debe conocer cuáles son las razones por las que los estudiantes se van o se pueden ir. Así se puede ir adecuando las acciones para la permanencia”. ​

Última modificación: 27/02/2017 23:49