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El Eafitense / Edición 108 Tras las huellas de Cronos - El Eafitense – Edición 108

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Tras las huellas de Cronos

​​​​​​Aprendiz de cronista e​​s la primera antología colombiana de periodismo narrativo universitario que publicó el Fondo Editorial Universidad EAFIT. Su autor es el docente y periodista Carlos Mario Correa Soto, del Departamento de Humanidades, quien, con este trabajo, demuestra que los mejores temas son los cotidianos, aunque solo los vean quienes tengan la habilidad de mirar desde el ángulo adecuado.


​Carlos Mario Correa con Aprendiz de cronista, libro que publicó el Fondo Editorial Universidad EAFIT.

Daniel Palacio Jiménez​
Estudiante del pregrado en Comunicación Social de EAFIT y aprendiz de cronista​​


Quien conozca a Carlos Mario está enterado de su pasión crónica, de su amor por un género periodístico y literario que se ha visto obligado a esconderse de los diarios de gran tiraje y que, desde hace 16 años, ha vuelto de las cenizas para instalarse en revistas, blogs y periódicos universitarios.​

Para finalizar este libro hizo falta recolectar periódicos durante 10 años, perder tres cuartos de la casa, adornar la oficina con montones de estos impresos, seleccionar casi 800 crónicas, preseleccionar 300 y, luego, reducirlas hasta que pudiesen imprimirse solo 66.

Su pasión crónica siempre ha estado Bajo el acecho de Cronos, primer capítulo del texto Aprendiz de cronista —publicado por el Fondo Editorial Universidad EAFIT— en donde el autor da pistas al lector acerca de lo que es una crónica y del por qué “contiene el tiempo en sus propias sílabas”​.​

Allí usted se encontrará con fragmentos que señalan que “en términos prustianos, los cronistas van siempre en busca del tiempo perdido; cual Ícaro que, imprudente, se expone al sol batiendo las alas que lleva soldadas a su cuerpo con cera fugaz”; o como este, del príncipe de los cronistas colombianos, Luis Tejada, quien consideraba que “el mejor cronista era quien sabía encontrar siempre ​algo de maravilloso en lo cotidiano, podía hacer trascendente lo efímero, y lograba poner la mayor cantidad de eternidad en cada minuto que pasara”.​

No queda duda respecto de que “quien escribe, salva. Y quien escribe crónica, creemos que salva doblemente”. Por eso es que este gé- nero se destaca, por “sacar a flote la desigualdad, la anomalía, la anécdota, el melodrama y el disparate”. En el caso de los estudiantes reporteros, tener la posibilidad de pulir sus plumas en los laboratorios de periodismo universitario los dota de “una musculatura, de una sensibilidad y de una identificación propias como informadores que no solo tienen el reto de contar lo que pasa, sino, ante todo, de brindar hallazgos y conocimientos sobre una sociedad mestiza y compleja como la naturaleza misma del género narrativo en el que se prueban”, y que fue definido por Juan Villoro con un calificativo tan perspicaz como turbador: “el ornitorrinco de la prosa”.


Una de las primeras tareas consistió en viajar por diferentes ciudades del país recogiendo la mayor cantidad de periódicos y revistas universitarios posibles, todos estos de las carreras de Comunicación Social o Periodismo.​

​Para finalizar este libro hizo falta recolectar periódicos durante 10 años, perder tres cuartos de la casa, adornar la oficina con montones de estos impresos, seleccionar casi 800 crónicas, preseleccionar 300 y, luego, reducirlas hasta que pudiesen imprimirse solo 66, un​​ proceso que, a simple vista, parece sencillo, pero que para lograrlo hizo falta que muchos ojos estuviesen dispuestos a leer y que algunas voces dieran con las palabras adecuadas para hacer desistir a Carlos de algún texto.​

Perseguir las pistas que ha dejado en el camino su “majestad la crónica” –como la llama Carlos Mario cuando habla de su Reina sin Corona (otro de sus libros)– no es una tarea fácil y menos cuando se trata de recoger las huellas que esta ha dejado a su paso por las universidades colombianas. Por eso, Aprendiz de cronista “requirió de tiempo para producirse y escribirse y espacio para publicarse”, ya que siendo el resultado de un proceso que involucró a muchas personas, tuvo que afrontar varias fases de construcción antes de ver la luz​.​
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“Emperiodicado”​

Una de las primeras tareas consistió en viajar por diferentes ciudades del país recogiendo la mayor cantidad de periódicos y revistas universitarios posibles, todos estos de las carreras de Comunicación Social o Periodismo. En esta etapa el profesor contó con la ayuda de algunos colegas, quienes, en sus viajes, hacían una parada en algún campus, con el fin de ir completando el rompecabezas para la antología. Los periodistas Juan Gonzalo Betancur y Guillermo Zuluaga, y la educadora Lola Isabel Chaparro hicieron parte del engranaje del primer proceso.

Recetario del aprendiz de cronista​​

1. Profundidad en la mirada y originalidad en la voz.
2. Mirada y voz sustentada en la investigación.
3. Observar de cerca. Los mejores temas son los que lo rodean.
4. Se narra desde un punto de vista independiente y original. Desde el temperamento, la ideología y la concepción personal del mundo.
​5. Plasmar en el texto los colores, sonidos, sabores y olores captados en la labor de reportería.

La segunda cuestión no era más sencilla que la primera. Se trataba, nada más y nada menos, de ubicar, estratégicamente, todas las piezas recolectadas para la investigación, es decir, buscarle lugar a los casi mil periódicos obtenidos en 35 dependencias de Comunicación o Periodismo de 12 ciudades de Colombia, y para esto, la solución más viable que encontró el profesor fue inundar con papeles tres habitaciones de su casa y ni que hablar de su oficina, que motivó chistes por parte de sus compañeros del bloque 38 de EAFIT, quienes, sutilmente, dijeron que ya él olía a periódico, que un día no iba a poder salir de la oficina ​por tanto papel que tenía arrumado e, incluso, los más curiosos, preguntaban si había o no cucarachas rondando el despacho.​

Carlos Mario estuvo “emperiodicado” por 10 años y aún lo está y lo estará, ¿por qué?, sencillo, para él es muy difícil dejar de lado el material que con tanto esfuerzo logró acumular y, aunque ha salido de algunos de estos, no puede desprenderse de todos porque encontró “algunos periódicos que no estaban en los archivos de las universidades sino en casas de alumnos, profesores y asiduos lectores”, y eso es un tesoro.​

Otro motivo por el que Carlos Mario siempre vivirá “emperiodicado” radica en los mensajes que envió a las 35 universidades solicitando material y a los otros que subió al portal Red de Periodismo de Hoy, en 2012. Con estos avisos logró establecer relación con diferentes profesores del país que, hasta el día de hoy, le envían ejemplares de sus distintas ediciones por correo tradicional y por electrónico, esperanzados en que el periodismo narrativo universitario en Colombia tome fuerza y pueda continuar dándole voz a los que desaparecen de las agendas de los grandes medios.​

“Yo recitaba de memoria los nombres de esas crónicas”​​​

Un tercer momento del proceso para moldear un buen aprendiz es pasar su grueso cuerpo por una cadena de coladores, de modo que las partes más pequeñas vayan quedando rezagadas del producto final.​

Daba curiosidad saber qué estaba haciendo Carlos Mario, qué le demandaba tanto tiempo y por qué se le encontraba algunos sábados merodeando por la universidad, si por esos días él no tenía que dictar clases en maestría o en diplomados. Lectores, se está hablando del primer semestre de 2014, la recta más pesada para la publicación de Aprendiz de cronista. Por esos días el profe​sor parecía otro, menos observador que de costumbre y más distraído que los viernes.​

Mi afortunada participación en este proceso comenzó cuando Nexos (el 5 de marzo de 2014) decidió lanzar su nueva imagen. Para esto el periódico eafitense organizó un conversatorio con periodistas regionales, exactamente con Pascual Gaviria, Ana Cristina Restrepo Jiménez y Fernando Mora Meléndez y, gracias a este último –amigo cercano de Correa Soto– logré enterarme de lo que el profesor traía entre manos: “un libro de mil páginas que Carlos Mario piensa que la gente leerá”, en palabras de Mora.​

Cuando Carlos Mario decidió incluirme en el grupo de ayudantes ya él y sus colaboradores habían pasado airosos la primera selección de crónicas. De las 800 solo quedaban 106 y de esas 106 se debían eliminar 40: mi trabajo consistía en leer y negociar con el investigador la salida de algunas.

Lo más complejo del trabajo fue negociar con Carlos Mario la exclusión de las últimas 20 crónicas porque ya él recitaba de memoria los nombres de los textos, ya no se leían sino que se conversaban e, incluso, él dejó de verlas como artículos. En este punto ya se aferraba a ellas como se hace con un ser humano, les veía cualidades y defectos y las calificaba de hermosas, bellas, magníficas y excelentes. Por esos piropos siempre se hacía más quisquillosa y dolorosa la selección definitiva.​​

“Los títulos empiezan a mostrar el asunto”​

​Para clasificar las crónicas, Carlos Mario se basó en su “vitrina de variedades”, un popurrí de temáticas que identificó leyendo a Los Nuevos Cronistas de Indias y que dan cuenta de una Latinoamérica atravesada por la violencia​.

Con el Aprendiz de cronista se notará que los cronistas universitarios del país tienen en su sangre el mismo Rh+ que poseen los grandes narradores del continente. Por eso, la violencia crónica, los sucesos y oficios, las tribus urbanas, los pandilleros, los testigos y sus testimonios, el rebusque de cada día, las anécdotas e ironías, los animales y los hombres, los géneros musicales y los deportes, los perfiles de quién es quién, la tinta roja de los sucesos de cada día, los paisajes y las naturalezas y el oficio del periodista sirvieron de sombrilla para resguardar los temas escogidos por los principiantes.

A la hora de limitar el abanico de crónicas que formarían la antología se tuvo en cuenta que el texto contara con características que identificaran al periodista dentro de la historia como reportero acucioso, que tuviese descripciones detalladas, que fuese sensible y emotivo, que contara con un diseño atractivo a la vista, es decir, bien distribuido en las páginas y que fuese rítmico, sin olvidar que el título siempre importa porque empieza a mostrar el asunto. Dar con el título correcto es un arduo trabajo para los estudiantes, esa “siempre es una preocupación mayor” y por eso buscan en sus profesores ayuda que les permita nombrar sus textos. Y no se puede olvidar que el título es de vital importancia para el periodismo narrativo, ya que su aliento sensacional reclama nombres atrevidos que contengan la atención de los escurridizos lectores. Por eso, su valor para la selección.​​

Los textos que encontrará en Aprendiz de Cronista están enmarcados entre los años 1999 y 2013, y con seguridad mostrarán “la dinámica de producción, los esfuerzos investigativos, las búsquedas permanentes de estilos agradables, entretenidos, con humor y el empeño de nuestros estudiantes por denunciar la injusticias sociales”.

Larga vida para la Reina​

Renovar las fórmulas narrativas y hacer novedosos los temas tomados del paisaje urbano, que “no por pequeños y anodinos son menos fascinantes”, es el trabajo que les queda de ahora en adelante a los nuevos cronistas, a esos que salen de las facultades de Comunicación Social o Periodismo de todo el país y que desean recorrer las calles en busca de historias pequeñas protagonizadas por grandes personas.​​

Los textos que encontrará en Aprendiz de Cronista están enmarcados entre los años 1999​ y 2013, y con seguridad mostrarán “la dinámica de producción, los esfuerzos investigativos, las búsquedas permanentes de estilos agradables, entretenidos, con humor y el empeño de nuestros estudiant​es por denunciar las injusticias sociales”, lo que desemboca en la exposición de claras manifestaciones culturales a que ilustran prácticas sociales actuales y “dan fe de cómo la sociedad vive el cambio de siglo”.​

Una primera conclusión dice que “la crónica está llena de salud y de vitalidad en estos primeros años del siglo XXI” y, gracias al trabajo del profesor Carlos Mario, se pueden comenzar a llenar los vacíos académicos que existen en el periodismo colombiano, con el fin de mejorar la calidad del aprendizaje de los siguientes narradores. 

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Última modificación: 27/02/2017 23:54