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El Eafitense / Edición 109 Mauricio Betancur: un ingeniero que salva vidas con innovación El Eafitense - Edición 109

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Mauricio Betancur: un ingeniero que salva vidas con innovación

​​El mejor innovador del año en Colombia, menor de 35 años, es este ingeniero mecánico eafitense oriundo del municipio de Rionegro (Antioquia). El premio se lo otorgó la edición en español de MIT Technology Review, quien reconoció el desarrollo de las plantillas que absorben la explosión de minas antipersonales. Este es Mauricio.

Catalina Guzmán Garzón
Centro para la Innovación, Consultoría y Empresarismo (Cice) de EAFIT

Tornillos, motores viejos o herramientas que podían ser especializadas o improvisadas se convirtieron en los mejores juguetes para un niño que desde que tenía uso de razón era un ingeniero mecánico. No hizo falta el diploma, ni las aulas universitarias para que Mauricio Betancur Muñoz manifestara desde los primeros años de vida su pasión por armar y desarmar, construir y transformar objetos en otros completamente diferentes. 

Fue así como de una licuadora construyó un taladro o convirtió un ayudante de cocina en una caladora. “Hice bastantes daños cuando estaba pequeño, pero también muchos arreglos en la casa. Algo que al principio fue muy bacano, pero a medida que fui creciendo ya no lo fue tanto”, comenta Mauricio.

El taller de metalmecánica y madera de su abuelo materno era un sitio especial de la casa en la que vivía, en el Oriente antioqueño. Su abuelo fue el primero en darse cuenta del talento de su nieto, ya que el taller estaba completamente vetado para el resto de los miembros de la familia, pero Mauricio tenía acceso ilimitado y podía pasar allí horas y horas para experimentar con lo que deseara. Este espacio fue el testigo silencioso de la evolución de una mente curiosa y creativa que muchos años después, en 2015, sería reconocida como la mente joven más innovadora del año en Colombia por el MIT Technology Review, que encontró en las plantillas contra minas antipersonales un desarrollo digno de ser premiado. 

Con una personalidad impetuosa pero solitaria, Mauricio ha sido un inventor por naturaleza. Participó con inventos destacados en varias ferias de la ciencia en las que ganó, incluso, varias ediciones. No obstante, el colegio nunca fue un espacio en el que se sintiera cómodo. Reglas impuestas sin justificación, información a la que no le veía ningún sentido y la rigidez del sistema académico tradicional no fueron muy compatibles con su personalidad, al punto de haber pasado por casi todos los colegios de Rionegro sin obtener el espacio de expresión que buscaba. 

Por fin, en noveno grado y con el apoyo de su mamá, decidió validar el bachillerato y, gracias al buen puntaje alcanzado en las pruebas Icfes, ingresó de 15 años a Ingeniería Mecánica en EAFIT. Su paso por la universidad le ratificó que la metodología de clase magistral no funcionaba tan bien para él como leer, investigar y construir conocimiento por sí mismo. Ser autodidacta y el impulso que le genera su necesidad de aprender sobre los temas que le apasionan le permitió enfocarse, rápidamente, en los asuntos de defensa militar. 

Su apariencia es un fiel reflejo de sus aficiones. Su tez blanca, expresión severa y voz firme concuerdan perfectamente con el pantalón camuflado y camiseta oscura que usa con frecuencia. Recuerda que desde que tiene uso de razón ha sentido fascinación por la defensa militar a partir de su concepción táctica y tecnológica, principalmente porque representan un reto al que muy pocos se atreven a enfrentar. El gusto por este tema es tal que en un momento le prohibieron los juguetes bélicos en su casa, lo que no representó un verdadero problema, porque empezó a fabricarlos él mismo con detalles mucho más reales y funciones especiales. 

En sus propias palabras reconoce que es su espíritu retador el que lo ha llevado a terrenos difíciles: “Yo no invento por inventar, ni patento por patentar. Me gusta el reto de crear innovación en un sector que es bastante difícil. Me gusta el reto de crear elementos que tengan mercado y que logren un verdadero impacto. Ser reconocido en eso es muy difícil, apenas lo estoy empezando a lograr”. 

Su tesis de pregrado siguió la ruta que lo había inspirado desde niño: la idea de crear un robot militar para desactivar explosivos le planteaba un reto interesante. Tenía conocimientos en robótica, pero no conocía nada de antiexplosivos. En su búsqueda se puso en contacto con la Campaña Colombiana Contra Minas, por medio del profesor Andrés González, una entidad que, posteriormente, los contrata- Investigación-Innovación 54 eafitense el ría a él y a Leonardo Arbeláez, su compañero de tesis, para realizar la investigación de desminado mecánico como trabajo de práctica. 

El resultado fue una tesis que planteaba el diseño de un robot que, por sus características, era de difícil implementación. La idea de un robot para desminado, que fuera funcional, le quitó el sueño durante muchas noches, hasta que tomó la decisión de optimizar el diseño inicial y crear un robot que representara un verdadero avance para el ámbito colombiano. Después de año y medio lo logró, pero esto incorporó un nuevo desafío: obtener los recursos necesarios para llevar su proyecto a campos minados reales. 

Desde su graduación en 2004 hasta obtener recursos en 2007 su vida transitó entre la esperanza, la frustración y un profundo aprendizaje. Durante ese periodo se convirtió en un experto en presentar proyectos. Llevó su propuesta a tantos lugares que no se sorprendió cuando US Army lo contactó para informarle que habían aprobado una de sus propuestas. Finalmente, la negociación no se pudo concretar porque los recursos solo podían ser transferidos por el Plan Colombia y ese cupo ya estaba asignado. 

De esta experiencia no obtuvo ganancias, pero sí consiguió una valiosa experiencia y una red de contactos que, posteriormente, le abriría muchas puertas. Una de esas puertas la abrió el Laboratorio de Paz del Oriente Antioqueño, con la participación del municipio de Rionegro y la Gobernación de Antioquia, con un proyecto que le permitió validar el diseño mejorado del robot barreminas y construir el primer prototipo. Para realizar esta validación tuvo que trabajar de la mano del Ejército Nacional y así adquirió un valioso conocimiento desde el punto de vista del usuario, lo que impulsó la creación de un tercer barreminas, que hoy está patentado. Todo lo que había logrado hasta 2009 fue producto de su esfuerzo como persona natural, respaldando las pólizas de garantía con las escrituras de la casa de su papá. Para él había llegado la hora de formalizar su empresa: Tecnologías Marte. 

Con unas metas tan elevadas, sacar adelante los proyectos requería no solo de crear su empresa sino de conseguir un aliado estratégico que le brindara un mayor respaldo y disponibilidad de recursos técnicos, físicos, económicos y humanos. Fue en ese instante cuando encontró en el Centro para la Consultoría, Innovación y Empresarismo (Cice) de EAFIT, la sinergia que necesitaba para llevar sus ideas a un nuevo nivel y se convirtió en una de las primeras spin off de la Universidad. 

Adriana García Grasso, directora del Cice, identificó en Mauricio a una persona capaz de sacar adelante cualquier proyecto. Por esto, lo invitó a crear una spin off en asociación entre EAFIT y Tecnologías Marte. “Las ideas y proyectos que Mauricio trajo al Cice eran totalmente innovadores, algo que nosotros no estábamos trabajando y que representaba un asunto muy pertinente para la realidad que vivimos en Colombia. Adicionalmente, mostró una gran experiencia y conocimiento del tema de defensa, además de una importante red de contactos en Mauricio Betancur y su grupo de trabajo, quienes integran la spin off Tecnologías Marte. Foto: Róbinson Henao UNIVERSIDAD EAFIT 55 Colombia y el exterior, eso sumado a su pasión, disciplina y su capacidad como investigador fue una garantía de éxito para nosotros”. 

En este camino llegaron nuevos aliados, nuevas investigaciones y otros desafíos. Fue así como la spin off Tecnologías Marte-EAFIT cuenta, actualmente, con tres líneas de producto: robótica, blindajes y defensa electrónica. Ha creado productos como el activador de minas, del que se tiene una patente concedida con una característica especial, y es que es la única experiencia en Colombia que reúne una empresa, una universidad y las Fuerzas Armadas de Colombia como copartícipes de la patente. Otros productos también han recibido reconocimientos, como el Inhibidor Inteligente que recibió el Premio Nacional de Ingeniería en 2013, concedido a Tecnologías Marte, EAFIT, Ejército Nacional y la Escuela de Ingenieros Militares. Hasta ese momento era el único de su especie en el mundo. Hoy solo tres empresas lo producen, entre las que se incluye la spin off. Las otras dos son de las mayores industrias de defensa del mundo. 

En su ‘salsa’ 

La Universidad es un ecosistema rico en conocimiento y la innovación brota en todas las direcciones. El encuentro con el profesor Alexander Ossa fue una afortunada coincidencia por los temas que cada uno venía manejando de forma independiente. Este experto en materiales llegó para aportar su conocimiento en biomimética a la línea de blindajes que Mauricio estaba desarrollando. “Mauricio siempre llega con una idea nueva, aunque al inicio era una persona bastante reservada. En cuanto empezamos a trabajar mostró todas sus ideas y capacidades. Es bastante inteligente, siempre está pensando más allá para lograr cosas mejores. Es un apasionado por lo que hace y un gran conocedor de su cuento”, expresa Alex al recordar el camino de investigación e innovación que ha recorrido junto a Mauricio. Actualmente desarrollan, de forma conjunta, más de siete productos que están listos para comercializar. 

Como todo emprendedor, Mauricio valora la importancia de contar con un buen equipo de trabajo. Es así como ha unido a su empresa a un grupo de personas creativas. Se trata de profesionales que con conocimientos en temas específicos le han permitido sacar adelante los productos en materia de defensa. Susana Estrada es una ingeniera de diseño de producto de EAFIT que actualmente se encuentra terminando la maestría en Ingeniería con énfasis en materiales compuestos y avanzados. Es parte de Tecnologías Marte desde hace tres años: “Con ‘Mauro’ tuve una gran empatía desde el principio. Él es como un genio medio loco que todos los días llega con una idea nueva. Creo que es tan obsesivo con el tema que le gusta, que piensa en hacer mejor las cosas las 24 horas del día. Es muy buen orador, es capaz de convencerte sobre cualquier cosa”. 

Aunque no ha pertenecido oficialmente a ninguna instancia militar, tanto él como su empresa Tecnologías Marte se ven como una extensión de este sector. Esta empatía natural fue la responsable de crear con facilidad relaciones productivas con este estamento nacional. “Cuando un coronel del ejército se reunió con Adriana para presentarle uno de nuestros proyectos, le dijo: ‘por nuestra parte cuente con que podemos hacer proyectos con Mauricio porque él no es ajeno a la institución’”, relata Mauricio con orgullo al recordar el espaldarazo que recibió de la institución que se ha convertido en su cliente más importante. 

Mauricio no disfruta tanto los hitos o productos como tal, sino la emoción de recorrer el camino. Leer, investigar, probar materiales, llevar un barreminas a un campo minado o probar las plantillas con explosivos reales son momentos que lo llenan de felicidad. Disfruta tanto su trabajo que se considera uno de los seres más afortunados del planeta. 

Generar un impacto social con innovaciones que puedan salvar vidas es el motor que lo inspira cada día. Y fue esa reflexión la que hace muchos años lo llevó a dejar de lado sus armas de juguete para pensar en productos reales que protejan en lugar de destruir, como lo expresa con sus propias palabras: “Destruir es muy fácil, pero proteger y salvaguardar una vida no es asunto sencillo. Yo quiero gozármela haciendo lo que me gusta y, sobre todo, dormir tranquilo en las noches”.​​

Última modificación: 27/02/2017 12:34