“Tratamos de generar una atmósfera y una experiencia que facilitara las diferentes situaciones de uso que queríamos promover en las distintas zonas, por ejemplo, si hablábamos de trabajo individual y de tener mayor concentración, teníamos que garantizar cierto aislamiento acústico, y proveer colores e iluminación tranquila que facilitara esta situación; y si se trata de un lugar de interacción, la oportunidad era para ofrecer colores más vivos, que generaran euforia, ganas de aprendizaje y que motivaran la interacción entre las personas”, explica el arquitecto.
Conocimiento autónomo
El templo del saber, como le llaman muchos, o el corazón de la Universidad, como lo conocen los eafitenses, es el lugar propicio para el descubrimiento, el encuentro, el acercamiento al conocimiento infinito, el aprendizaje autónomo, pero también para la interacción con los demás, el trabajo colaborativo y la generación de nuevas ideas.
La Biblioteca es un lugar que en la Universidad ha crecido de manera exponencial, pues en sus estadísticas cuenta con más de 500.000 usuarios al año, con cerca de 3500 de ellos en cursos de formación. Y esto gracias, no solo a la diversidad de recursos académicos, investigativos y de repositorio documental y patrimonial que están a disposición de la comunidad y los visitantes, sino a que, con la creación de la Sala de Aprendizaje Activo, existen mayores posibilidades de contemplación de la lectura y análisis de diversos temas, en un ambiente cómodo y propicio para estas actividades.
Para Claudia Zea Restrepo, directora de Proyecto 50 y docente del Departamento de Ingeniería de Sistemas, esta nueva sala es una oportunidad para transformar las experiencias de aprendizaje de los estudiantes, pues, en sus palabras, allí confluyen tres elementos: la tecnología, la pedagogía, y los ambientes y los espacios de aprendizaje.
Y no se equivoca, pues así lo soñaron los directivos de EAFIT, lo pensaron quienes habitan y prestan servicios al público en este lugar y lo solicitaron los alumnos en las Asambleas de Carrera, como Simón Pérez Londoño, estudiante de Ciencias Políticas y representante estudiantil ante el Consejo
Académico de la Universidad.
Es así como este nuevo territorio, recolonizado por sus antiguos ‘dueños’, llena de color el corazón del campus y concentra los más altos propósitos de la Universidad de inspirar, crear y transformar.
Él siente una sensación de gratitud, que comparte con sus compañeros, al ser tenidos en cuenta en la construcción de esta idea, en la que intercambiaron sus sueños con el grupo gestor, los arquitectos del espacio y las directivas de la Universidad. “Podíamos opinar sobre el diseño y selección de mobiliarios y de los diferentes lugares que harían parte de esta zona. Hoy, es un orgullo ver este lugar como una realidad”, dice.
Así también lo aprecia Manuela Correa, quien asegura que el hecho de que el lugar se encuentre siempre lleno de personas es un indicativo de que esa era la respuesta que necesitaba el estudiantado y, como ella misma lo dice, este tipo de espacios siguen siendo muy apetecidos.
“Antes, cuando yo estudiaba en los otros niveles de la Biblioteca, era mucho menor la concentración, tenía que releer, y ahora ya tengo silencio total, que me permite estar concentrada y, a la vez, cerca del acervo académico y documental de la Institución. Es un lugar muy innovador”, puntualiza.
Y estas vivencias las pudieron apreciar, de hecho, los asistentes a la edición número 51 de la Asamblea del Consejo Latinoamericano de Escuelas de Administración (Cladea), que se realizó en Medellín, entre el 2 y 4 de octubre de 2016, y en la que EAFIT fue anfitriona.
Allí, la Biblioteca Luis Echavarría Villegas fue el epicentro de las actividades de la XIII Reunión de Centros de Información, entre el 3 y el 5 de octubre, titulada La innovación en las bibliotecas y a la que fueron invitados funcionarios de las 230 instituciones miembros de Cladea, y otras bibliotecas del país y de Latinoamérica.
“El objetivo de este encuentro era tener un espacio para intercambiar experiencias en los desafíos y nuevas tendencias de las bibliotecas, y propiciar acciones que transformen sus centros de comunicación”, comenta Patricia Ospina y añade que, en un recorrido que se hizo por la Sala de Aprendizaje Activo, los asistentes quedaron asombrados y complacidos con la iniciativa eafitense.
Este recorrido demostró que EAFIT está alineada con las nuevas tendencias de las bibliotecas, que ahora están repensando su esencia en términos de los servicios que ofrecen, los espacios, los recursos, la tecnología, las habilidades del personal y, por supuesto, entender que se trata del bienestar de la gente, y de un asunto de responsabilidad social y de inclusión.
Es así como este nuevo territorio, recolonizado por sus antiguos ‘dueños’, llena de color el corazón del campus y concentra los más altos propósitos de la Universidad de inspirar, crear y transformar. Y, como lo dice el Rector de EAFIT, allí de lo que se trata es de vivir una experiencia que conecte de la mejor manera con el conocimiento, de que los alumnos sean los propios autores de su aprendizaje y de contar con las condiciones necesarias para dirigir de una manera consciente la enseñanza, de acuerdo con las necesidades y ritmos personales de cada ser humano.