Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

El Eafitense / Edición 111 Trump y ¿el fin de la nueva historia?

Trump y ¿el fin de la nueva historia?

​​​​​Consecuencias con China, Latinoamérica, la mujer, los migrantes, la derecha, el cambio climático… La elección del republicano Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos sacudió la política mundial a comienzos de noviembre de 2016. Se avecinan cambios económicos y sociales en todo el planeta.


​​​​​​Fotos​ Shutterrstock​.

Maria Alejandra Gonzalez-Perez
Profesora del Departamento de Organización y Gerencia de EAFIT
Vicepresidenta de la Academia de Negocios Internacionales (AIB)

El 8 de noviembre de 2016 cerca de 60 millones de estadounidenses eligieron a Donald J. Trump como su presidente. Aunque aún no hay total claridad sobre lo que serán sus prioridades políticas y la manera de implementarlas, sí se sabe que el resultado de estas (y otras recientes) elecciones representa que lo que se tiene al frente en el mundo es una ola de nacionalismo conservador, antiglobalización y desconfianza de las instituciones multilaterales internacionales. No obstante, ¿qué implicaciones tiene la administración Trump para el mundo?

​​​

​El trumpismo es un tipo de autoritarismo populista que, aunque común en la
política de Latinoamérica, es un estilo sin precedentes en las campañas políticas
en los Estados Unidos.

​​​

​​

​Trump, sumado a líderes mundiales como Putin, en Rusia; Xi Jinping, en China, y Tayyip Erdoğan, en Turquía, comparten la posición de que las relaciones internacionales no representan un gana-gana, sino que son un juego de suma cero, en donde lo que un país gana el otro lo pierde, y, con esto, las tensiones asociadas a la globalización, el  multilateralismo y las resistencias a los negocios internacionales se incrementan.

El trumpismo es un tipo de autoritarismo populista que, aunque común en la política de Latinoamérica, es un estilo sin precedentes en las campañas políticas en los Estados Unidos. Tanto el periódico The Wall Street Journal como la revista Foreign Affairs se han referido a Donald Trump como ‘El Caudillo’, al explicar la latinoamericanización del estilo del presidente electo.

Desde la crisis financiera de 2009, el crecimiento de China se asocia y se consolida, en los Estados Unidos, con la pérdida de empleos para los ciudadanos comunes y corrientes, y, con esto, se exacerbaron las tensiones en contra del gobierno. Estas razones coincidecon la evolución de posiciones proteccionistas y antiinmigrantes. De hecho, su campaña giró en torno al lema “Hacer América grande otra vez”. A su vez, de manera recurrente, enfatizó –como instrumental para el proteccionismo– la construcción del muro en la frontera con México, y el hecho de deportar a los inmigrantes ilegales.

Como consecuencia de esta elección y de las nuevas manifestaciones de nacionalismos negativos, Thomas Piketty hace un llamado de urgencia a reorientar la globalización mediante tratados internacionales para promover un desarrollo justo y sostenible. El autor de El capital en el siglo XXI, en donde se analizan los cambios históricos en la concentración de la riqueza y las ganancias –y de esto deriva la teoría general del capital y la desigualdad–, explica en un artículo publicado en el diario The Guardian que la elección de Trump es resultante de un aumento, por décadas, de las
desigualdades económicas y geográficas en los Estados Unidos, y de la incapacidad de los diferentes gobiernos de hacerle frente a esto.

Analiza Piketty que lo contradictorio y más trágico de esto es que el programa presentado en la campaña electoral por Trump fortalece, precisamente, la tendencia hacia un aumento de las desigualdades, mediante intervenciones como la abolición del seguro de salud (Obamacare), y la reducción del 35 al 15 por ciento de los impuestos a las ganancias de las empresas.

​​​

​Según el Instituto de Política Migratoria (MPI) de los Estados Unidos, en el país
hay más de 42.4 millones de inmigrantes, es decir 13.3 por ciento, siendo el porcentaje
más alto de extranjeros en las últimas décadas.​

​​​

Arlie Russell Hochschild, profesora emérita del Departamento de Sociología, de la Universidad de California en Berkeley, examina el fenómeno del trumpismo en su reciente libro Strangers in Their Own Land: Anger and Mourning on the American Right.

En este libro, resultado de una investigación etnográfica de cinco años en el estado de Luisiana –fortaleza de la derecha conservadora–, se documenta el gran descontento de los estadounidenses, quienes se encuentran decepcionados al darse cuenta de que han sido manipulados
para votar en contra de sus propios intereses, pero sobre todo, se muestra cómo se enfrentan con nostalgia y rabia a sus vidas destrozadas debido al estancamiento de sus ingresos; a la imposibilidad de recuperar “el sueño americano”; al impacto de una cultural liberal que se burla de su patriotismo
y de su fe; de ver cómo el gobierno cobra más impuestos de los trabajadores para dársela a quienes no están ganándose sus ingresos con el trabajo; y de ser testigos de cómo grupos minoritarios tienen accesos a beneficios que ellos antes tenían, y de los que ahora son marginados.

Las personas que sienten esto y que están resentidas son hoy hombres y blancos. Para ellos Trump (y lo que encarna el trumpismo) significaba la posibilidad del cambio y de recuperar lo que ven perdido.​​

Trump, el machismo, el racismo y la Islamofobia

Según el Instituto de Política Migratoria (MPI) de los Estados Unidos, en el país hay más de 42.4 millones de inmigrantes, es decir 13.3 por ciento, siendo el porcentaje más alto de extranjeros en las últimas décadas. El grupo más grande de los habitantes del país, que no nacieron en los Estados Unidos, son mexicanos (cerca del 28 por ciento), luego les siguen personas nacidas en India, China, Filipinas, El Salvador, Vietnam, Cuba, Corea, República Dominicana y Guatemala.

Trump ha tenido experiencias de racismo desde los años setenta. En 1973, Donald y su padre (Fred Trump) se enfrentaron a un caso legal, en el que se acusó a los Trump de discriminación racial en el alquiler de unos de sus apartamentos en las zonas de Brooklyn, Queens y Staten Island. Los musulmanes en los Estados Unidos han sido víctimas de amenazas de políticas discriminatorias en la administración Trump. Planes de registrar a miembros de esta comunidad en una lista de gobierno son algunas medidas de control que, se anticipa, se implementarán.

Respecto a las mujeres, en su campaña, Trump usó comentarios sexistas para atacar políticamente a Hillary Clinton. Desde los años ochenta, Trump ha venido construyendo un expediente público de misoginia, sexismo y acoso sexual. Incluso, la prohibición al aborto, después de la semana 20 de gestación, ha sido considerado sexista por grupos de defensa de derechos reproductivos y a favor de las mujeres.​

Trump y Latinoamérica

Durante la campaña presidencial de Donald Trump, además de la construcción del muro fronterizo de más de 3.100 kilómetros entre México y los Estados Unidos, no ha habido mención explícita de manera directa a las relaciones con los países de América Latina y el Caribe. Se prevé que, con alta probabilidad, los avances para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba se vean afectadas, pues muchos estadounidenses asocian este acercamiento como una aproximación al comunismo.

De manera indirecta, una expulsión de los inmigrantes ilegales de los Estados Unidos podría afectar, de manera negativa, a personas y hogares de América Latina y del Caribe que dependen de remesas. De acuerdo con The Wall Street Journal, en el año 2015 se llegó a la cifra récord de 68.3 billones de dólares enviados como remesas desde los Estados Unidos a América Latina y el Caribe. Guatemala y Colombia fueron las naciones con mayor incremento de transferencias de remesas, lo que, parcialmente, puede explicarse desde la depreciación de las monedas locales, que hace más atractivos a estos países como lugares de inversión.​

Trump y el cambio climático

Las Naciones Unidas reportaron el año 2016 como el más caliente desde que comenzaron las medidas ante este fenómeno. Sin embargo, internacionalmente hay un grupo de activistas en contra de la existencia de la antropogénesis del cambio climático, incluyendo a Trump. Su posición respecto al cambio climático es una de las que más controversia ha causado en la sociedad civil internacional.
En variadas ocasiones se ha referido al cambio climático como un fraude manipulado por China para conseguir una ventaja comercial injusta. Por ejemplo, el 6 de noviembre de 2012, en su cuenta de twitter @realDonaldTrump, expresó que “el concepto de calentamiento global fue creado por los chinos para hacer la manufactura de los Estados Unidos incompetitiva”.

​​​

​La posibilidad de que sea elegida Marina Le Pen, líder del partido de extrema
derecha del Front Nationale (FN), opositora del comercio internacional y de
la globalización, como presidente de Francia no es ahora imposible.
De ser Le 
Pen elegida, el país se enfrentaría a un referendo para abandonar la zona euro.

​​​

Esta posición difiere considerablemente de la que había asumido Barack Obama, de apoyo a la reducción de las emisiones contribuyentes al efecto invernadero. En la Conferencia de las Partes de Marrakesh (COP 22), entre el 7 y el 18 de noviembre de 2016, que sucedió al COP 21, y donde se acordó la agenda de París por 175 países con el fin de tomar medidas para la reducción del calentamiento climático y mitigar su impacto, Liu Zhenmin, ministro de Asuntos Internacionales encargado de China, se dirigió a la prensa y ratificó la posición del presidente Xi Jinping para continuar sus esfuerzos en favor de luchar contra el cambio climático –ocurra lo que ocurra–, al expresar que, desde la década de los ochenta, incluyendo los presidentes Reagan y Bush, han apoyado las negociaciones de panel intergubernamental sobre cambio climático de las Naciones Unidas.

Trump y China

Desde 2011, las relaciones entre China y los Estados Unidos han sido interpretadas por personas del común como un juego de suma cero, debido a varios factores. Uno de estos es la política monetaria adoptada por China, de mantener el yuan devaluado en relación con el dólar y, por ende, vincular esto al aumento del desempleo en los Estados Unidos. Esta lógica de juego, de suma cero, y las tensiones que se derivan de enfrentar a los intereses nacionales con los intereses globales, se anticipa que estancarán muchos de los temas multilaterales, para los cuales se requiere la cooperación de ambos países, incluyendo la agenda sobre cambio climático.

Donald Trump enfatizó su decisión de retirarse del proceso de negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y del Acuerdo de Transpacífico de comercio e inversiones (TIPP), y, por ende, no procederá a la implementación de estos. Las negociaciones del TPP entre 16 países, que representan el 30 por ciento del PIB mundial, y cerca del 50 por ciento de la población del planeta, que en la administración Obama habían estado dominadas por los Estados Unidos, durante la administración Trump le darían más espacio a China para imponer su agenda. Sin embargo, esto podría significar el final del TPP y, con esto, el final del libre comercio masivo internacional.​

La elección de Trump y el fortalecimiento de la derecha​

Las posibilidades de fortalecer las posiciones conservadoras de derecha mediante comicios electorales se aproximan en Europa y en diferentes partes del mundo. Vienen, por ejemplo, importantes elecciones en el Viejo Continente: Países Bajos (elección general en marzo de 2017); Austria (elecciones presidenciales en diciembre de 2016); Francia (elecciones presidenciales entre abril y mayo de 2017); Alemania (elecciones regionales y de parlamento en septiembre de 2017); República Checa (elecciones generales en octubre de 2017); Reino Unido (elecciones locales en mayo de 2017); y Hungría (elecciones de parlamento en 2018). Adicionalmente en Ecuador, Chile, India, Irán, Serbia, Singapur y Ruanda, entre otros.​

​​​

​El problema para el mundo no es ni será Trump. La verdadera problemática es lo
que Trump está reflejando del mundo.​

​​​

En este sentido se comenta que la elección de Trump y los resultados del referendo en el Reino Unido –para dejar de ser parte de la Unión Europa– son nítidas señales de una derecha fortalecida.

Como consecuencia, la posibilidad de que sea elegida Marina Le Pen, líder del partido de extrema derecha del Front Nationale (FN), ​opositora del comercio internacional y de la globalización, como presidente de Francia no es ahora imposible. De ser Le Pen elegida, el país se enfrentaría a un referendo para abandonar la zona euro. Si esto ocurre, el euro, como moneda, no sería la única en la región, y esto pondría en grave peligro la continuidad de esta asociación.

El problema para el mundo no es ni será Trump. La verdadera problemática es lo que Trump está reflejando del mundo, algo que pocos estaban preparados para anticipar. Para que la humanidad pueda seguir y avanzar, con respeto a las libertades civiles y hacia un desarrollo sostenible y equitativo, son necesarias alianzas pragmáticas fuertes para poder actuar de manera inmediata. Algo debe hacerse para reversar esta fuerte ola, o lo mejor es prepararse para asumir las consecuencias, pues dejarlas avanzar más podría ser irreversible.

casablanca2.jpg

Última modificación: 17/03/2017 8:18