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La Red de Liderazgo Juvenil, un niño inquieto con mucho futuro

​​La Universidad de los Andes, junto con EAFIT Social, lidera este programa que beneficia a miles de jóvenes en diferentes lugares de Colombia.​

​Bibiana Andrea Moná Giraldo
Periodista Área de Información y Prensa EAFIT


Tiene siete años. Es inquieto, curioso, va de un lado para el otro, pareciera que tiene el don de la ubicuidad, porque se le ve en todas partes. Está apegado
a sus padres como nunca, pero quiere coger vuelo pronto. Va recogiendo experiencias, conociendo nuevas gentes, afianzando sus relaciones con quienes creen en sus capacidades y le coquetea seguido al futuro, ese sí que le llama la atención.

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Liderado por EAFIT, a través de EAFIT Social, en conjunto con la Universidad de los Andes, es el resultado de una serie de ‘diosidencias’, en las que cada suceso ha llevado a la consolidación de ideas que le imprimen cada vez más valor. ​

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A su corta edad ya le ha cambiado la vida a miles de personas, miles. Su mirada está puesta en aquella etapa de la vida en la que muchos no se encuentran a sí mismos: la adolescencia. Sí, la Red de Liderazgo Juvenil es un programa que está en su niñez, pero con todo el futuro por delante.

Liderado por EAFIT, a través de EAFIT Social, en conjunto con la Universidad de los Andes, es el resultado de una serie de ‘diosidencias’, en las que cada suceso ha llevado a la consolidación de ideas que le imprimen cada vez más valor y lo van llevando a lograr su propósito de impactar comunidades de jóvenes 
en el país.

Mario Enrique Vargas Sáenz, director de EAFIT Llanogrande y de EAFIT Social, es uno de los convencidos de que la Red de Liderazgo Juvenil va por buen camino, pues, si bien en Colombia hay programas de todo tipo para niños desde preescolar y para los alumnos que se van a graduar de bachillerato, hay
poca cobertura para aquellos jóvenes que están entre octavo y décimo grado, y estas sesiones que promueve la red le dan sentido a la vida de sus participantes.

Una de las ‘diosidencias’ que dio origen al programa fue hace siete años en un vuelo de avión, luego de que la Universidad de los Andes culminara un trabajo con 45 instituciones de Cartagena (Bolívar), en el que reunió a niños de la región para trabajar en la solución a problemas como el de la contaminación.

“Ya en el vuelo Barranquilla-Bogotá, la presidenta de Electricaribe se sienta a mi lado y me dice: ‘No podemos dejar que finalice esto que se hizo con los niños aquí’. Y fue entonces como comenzamos a dibujar en una servilleta los primeros esbozos de lo que es hoy la Red de Liderazgo Juvenil”, relata Jesús Antonio
Muñoz Cifuentes, magíster en Dirección Universitaria y responsable de los programas de alta dirección de la Universidad de los Andes.

Para ‘Chucho’, como lo conocen todos sus alumnos de la red, la experiencia adquirida con el trabajo en programas para altos directivos debía volcarse hacia los más jóvenes. “Porque para ese entonces llevábamos 12 años formando gerentes en Los Andes, y muchos de estos directivos coincidían en que hubieran pagado lo que fuera porque esos conocimientos se los hubieran enseñado antes”, comenta Jesús Antonio.

Otra de las recordadas coincidencias fue el encuentro en el mismo camino entre Mario Vargas y ‘Chucho’, pues EAFIT Social adelantaba un trabajo en la comunidad Bello Oriente (Medellín) con mujeres y jóvenes, y uno de los responsables de la entidad financiadora del programa apoyaba, a su vez, los inicios de la Red de Liderazgo Juvenil en Soledad (Atlántico). Desde el momento en que los presentó, ambos directivos tuvieron claro que esta iniciativa debía llevarse a Antioquia, consolidarse y extenderse.

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El interés de EAFIT Social siempre ha sido impactar comunidades, personas en situación de vulnerabilidad y apoyar programas que empoderen el liderazgo en las regiones. Por eso, para EAFIT la Red de Liderazgo Juvenil es una feliz coincidencia que ha dejado ver la transformación de miles de adolescentes.​

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“El interés de EAFIT Social siempre ha sido impactar comunidades, personas en situación de vulnerabilidad y apoyar programas que empoderen el liderazgo en las regiones. Por eso, para EAFIT la Red de Liderazgo Juvenil es una feliz coincidencia que ha dejado ver la transformación de miles de adolescentes que ahora se ven como actores clave en la sociedad”, señala Mario.

Y es que las cifras, que se quedan cortas en la lista de experiencias que atraviesan la vida de alumnos, profesores y rectores de los colegios beneficiados, padres de familia, funcionarios públicos involucrados en los procesos educativos, y hasta de administraciones municipales que ahora le apuestan a este tipo
de iniciativas, son muestra de un alto impacto, pues, a la fecha, cerca de 30.000 alumnos, entre los grados octavo y décimo, participan en los procesos de la Red.

“Cada colegio elige a 10 alumnos para iniciar el proceso. Cada alumno, después del primer semestre de estar en la red, comienza a acompañar a 25 estudiantes de su institución educativa, lo que ya habla de un impacto de 250 muchachos por colegio, que al multiplicarse por 10 colegios (que conforman un nodo), nos da un alcance de 2500 jóvenes en formación en liderazgo”, expone Mario y agrega que, en 2017, el número de nodos pasó de 6 a 14, lo que habla de más de 27.500 adolescentes a los que se les ha tocado la vida.

Sí, ya son unos 15 nodos. Cartagena (Bolívar), Santa Marta (Magdalena), Barranquilla (Atlántico), Soledad (Atlántico), Rionegro (Antioquia), Pereira (Risaralda) y
Dosquebradas (Risaralda), Suroeste de Antioquia (que comprende los municipios de Titiribí, Venecia, Andes, Tarso y Jardín), El Carmen de Viboral –Antioquia– (que atiende a colegios de El Carmen de Viboral, La Ceja y El Retiro), Marinilla –Antioquia– (donde se suscriben instituciones de Marinilla, El Santuario
y San Vicente Ferrer), San Luis –Antioquia– (que cubre San Luis y Granada), San Carlos –Antioquia– (para la población de San Carlos y San Rafael), Jericó –Antioquia– (al que asisten jóvenes de Támesis y Jericó), Andes (con alumnos de otras instituciones de Andes, Jardín y Ciudad Bolívar), y el nodo Carepa (para Carepa y Apartadó).

Además, cada nodo cuenta con entidades ​que apoyan la iniciativa y que permiten el desarrollo de las diferentes actividades, así como la movilidad de los siete facilitadores, de la Universidad de los Andes y de EAFIT, con experiencia en manejo de jóvenes y que acompañan el proceso de formación de estos adolescentes. “En los nueve nodos que tiene Antioquia, ocho y medio están financiados por la Fundación Fraternidad Medellín y Sofía Pérez de Soto, y el otro medio nodo por la Fundación Celsia”, asegura el directivo eafitense.

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Cada mes se tiene un encuentro por nodo, al que asisten 100 muchachos, provenientes de las 10 instituciones educativas que lo conforman. Es un día al mes en el que ellos se desescolarizan y, al igual que sus profesores, adquieren nuevo conocimiento y comparten sus experiencias.​

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Walter García Mena, secretario de Educación y Cultura del municipio de Carepa (Urabá antioqueño) –uno de los nodos que acaba de abrirse–, es un hijo de procesos juveniles, lo que lo lleva a asegurar que es a través de estas iniciativas como se puede llegar muy lejos. Hoy, por ejemplo, él es una figura pública
que lidera proyectos en el Urabá antioqueño, gracias a que inició desde muy joven su camino en el liderazgo.

Por su parte, a Juan Carlos Quiceno Marín, rector de la Institución Educativa San Luis (Antioquia), le llama mucho la atención esta propuesta, por ser una necesidad latente en su municipio. “Queremos que los jóvenes sean partícipes del proyecto educativo institucional y del desarrollo social de sus comunidades,
y no solo observadores. La idea es avivar su espíritu de liderazgo para que puedan afrontar mejor su realidad”.

Un proceso que se mantiene

Son tres años para aprender y vivir el liderazgo. El primer año el trabajo se enfoca en liderarse a sí mismo. Es un momento para el reconocimiento de las propias capacidades y del potencial que cada quien tiene adentro. En esta etapa, el trabajo es desde la dimensión emocional y se aprende sobre resiliencia, responsabilidad, pasión, asertividad e integridad.

El segundo año es para liderar a otros. Allí, el joven construye relaciones que le permiten influir sobre otras personas y poner a prueba su dimensión interpersonal. En esta etapa cobran sentido temas como la resolución de conflictos, la solidaridad, el trabajo en equipo y la comprensión de la realidad.

Por último, el tercer año es para liderar proyectos, a través de los cuales los jóvenes, desde la dimensión cognitiva, potencian lo aprendido y lo ponen al servicio de los demás. Para esto, la labor se centra en enseñarles a pensar estratégica y creativamente, a tomar decisiones y a autoaprender.

“Cada mes tenemos un encuentro por nodo, al que asisten 100 muchachos, provenientes de las 10 instituciones educativas que lo conforman. Es un día al mes en el que ellos se desescolarizan y, al igual que sus profesores, adquieren nuevo conocimiento y comparten sus experiencias. Además, salen de la jornada con tareas específicas que deben cumplir durante los siguientes 30 días y que hacen que sus momentos de ocio sean más productivos”, explica Mario Vargas.

Así es como estos jóvenes son los responsables en sus colegios de campañas contra el matoneo, son quienes organizan los proyectos de sostenibilidad, lideran los temas cívicos y sociales de sus instituciones, entre otras propuestas que les permiten poner a prueba sus habilidades de liderazgo.

Además, el programa involucra la figura del tutor, que la asumen estudiantes universitarios, en algunos casos egresados de la red, que tienen en sus manos la misión de visitar la institución educativa, y hacer seguimiento. Su visita también es para evaluar cómo ven las directivas y el alumnado la labor de estos líderes y ratificar la visibilidad del programa en la comunidad estudiantil.

Incluso, en la reunión mensual del nodo, los tutores apoyan con asuntos propios de la logística. Así que su presencia en esta iniciativa se convierte en el estímulo y en el ejemplo a seguir para los participantes.

Una vez finaliza el programa, cuando los nuevos líderes están en undécimo grado, la Red de Liderazgo Juvenil hace la evaluación, en la que se mide el alcance y los resultados de esta idea de formación de proyectos de vida y de construcción de futuro, que se hace visible en la capacidad de estas personas de asumir
su profesión, su oficio o lo que eligieron ser.

La Red, con el corazón puesto en Colombia

Juan Esteban Ríos Gallego está en su tercer año en la red y siente que desde que inició este proceso su vida cobró otro sentido. Ahora toma riesgos, tiene su mente y su corazón más abiertos, es más extrovertido y se ha ratificado en su gusto por la música.

“Ya hago parte de la banda sinfónica de San Antonio de Pereira (Rionegro) y cuando me gradúe voy a estudiar Música”, relata este joven de 16 años, alumno de la Institución Educativa San Antonio de Pereira, quien se inclina más por la percusión y quien aprendió que, al ritmo de sus notas musicales, él debía ampliar su zona de confort.

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"Compartir con ellos es trabajar en el presente con la esperanza, es reencontrarse con el hecho de que el dolor genera opciones y, de alguna manera, es lograr despertar el joven que uno tiene adentro".​

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Y es que el ejemplo de Juan Esteban es el de muchos participantes de la Red, que no están en el programa precisamente por ser los mejores de su clase, pues cada institución tiene distintos criterios para escoger los jóvenes que harán parte de este engranaje. “Algunos colegios eligen a quienes tienen peores resultados en las pruebas de Estado, otros se deciden por los de mayor conflicto, otros seleccionan el grupo donde se concentran los mejores talentos. Es que cada plantel hace su apuesta, pues de lo que se trata es de garantizar en sus claustros el trabajo del liderazgo”, destaca Mario Vargas.

Y en la red ellos encuentran otra oportunidad. La de la conversación, la de la expresión, la de la lúdica, la de la libertad con responsabilidad, la de aprender a través del ejemplo que les dan sus profesores. Es, para muchos, la oportunidad de cambiar su vida y la realidad de su entorno.

Jonathan Torres Marín, coordinador de Juventud de Támesis (Antioquia), aduce que esta es una oportunidad para aprovechar, y más si es un proyecto a largo plazo que se enfoca en el proceso de desarrollo de los más jóvenes. En sus palabras, este tipo de espacios permiten a sus participantes mirar otras dinámicas, abrir la mente y descubrir lo que pueden lograr.

Lo mismo piensa Natalia Andrea Yepes ​Serna, coordinadora de Juventud y Discapacidad de Andes (Antioquia), al afirmar que es una buena idea fortalecer el tejido social, a través de apuestas que cambien las vidas de los jóvenes y potencien sus capacidades, pues son ellos la base social del municipio y su proyección construye futuro.

En la voz de los participantes, de los profesores, de los rectores, de las administraciones municipales, de los mismos tutores y facilitadores del programa, y hasta en la de las entidades que apoyan la iniciativa, la Red de Liderazgo Juvenil es futuro, ese mismo al que este niño de siete años aspira a llegar haciendo presencia en 700 municipios de Colombia para dar cobertura a 1.500.000 jóvenes de zonas rurales y de poblaciones en situación de alta vulnerabilidad.

“Durante todos estos años he sido testigo de transformaciones profundas de jóvenes que decían: ‘Yo no sirvo para nada’ y el último día te dicen: ‘Voy a luchar por ser la persona que quiero ser’. Compartir con ellos es trabajar en el presente con la esperanza, es reencontrarse con el hecho de que el dolor genera opciones y, de alguna manera, es lograr despertar el joven que uno tiene adentro, es construir visiones del mundo que, probablemente, se habían olvidado”,
admite Jesús Antonio.​​​