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Los nuevos nómadas

Juliana Londoño Noreña
Juliana.londono9@gmail.com
@julianalondono9


Obligados por el hambre, los primeros humanos caminaban según las estaciones y establecían campamentos temporales para subsistir de lo que la naturaleza podía brindarles. Tenían herramientas como hachas de piedra para cazar mamuts y ciervos, mientras otros recolectaban frutos silvestres y huevos. Tardaron alrededor de 40.000 años en poblar la tierra y establecer sociedades complejas que permitieran la producción cultural y científica. Hoy, las ciudades levantadas por el sedentarismo han retornado a ser puertos para viajeros sin rumbo fijo. 
¿Por qué volver al nomadismo en este siglo?

Blake, un canadiense de 34 años, impulsado por su inquietud, solo ha necesitado una década para recorrer más de cuarenta países. Actualmente, se encuentra en la isla de Kho Phagan en Tailandia, sin un tiquete de salida. Viene de pasar un mes en Perú y otro en Canadá. Se establece en lugares por algún tiempo, en ocasiones acompañado, la mayoría solo; sus herramientas estriban en un computador y wifi.  Después de estudiar Ciencias de la Salud en Ottawa, decidió irse para Asia a hacer una maestría en Psicología Aplicada y, posteriormente, comenzó a desarrollar sus negocios virtuales desde varias partes del mundo.  

Nicholas es otro personaje de Kho Phagan, un francés mitad cubano. Parece el gemelo perdido de Bob Marley, sin embargo, él ya tiene un gemelo, Alexandre, con quien ha trabajado en campañas publicitarias por todo el mundo con marcas como Balmain. Lleva algunos meses en la isla y recientemente montó "La Casa de los Crepes", un pequeño restaurante con bandera azul, blanca y roja especializado en crepes francos y en el ponche especial de su abuela. Allí lo acompañan un perro adoptado y su nueva novia, una española, que, al quedar perdidamente enredada en sus rastas, decidió quedarse en la isla como profesora de yoga. 

Un norteamericano y un europeo con un estilo de vida similar: el nomadismo actual. Individuos que se desplazan continuamente gracias a la globalización y a las nuevas tecnologías que permiten la independencia del ser humano frente a su espacio geográfico protegido bajo el escudo de la “no elección”, de la posibilidad infinita. Como dice Bauman, destacado sociólogo, son inmunes al vértigo, a la ausencia de itinerario, se sienten en casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular.

Blake tiene el prototipo físico del capitán de un equipo de fútbol colegial de una película americana, al que paran para pedirle fotos donde salgan sus ojos azules y su six pack bien definido. Se encuentra soltero viviendo bajo la incredulidad en las relaciones monógamas y el desprecio de una vida convencional de la que huyó hace unos años cuando una novia del pasado lo quiso sacar por completo del mercado de Cupido. Aunque le gusta conocer gente nueva dice ser muy selectivo para escoger con quién pasa el tiempo, con quién comparte su conocimiento y profundiza en diversos temas de e-commerce, marketing, psicología y crecimiento personal, temas que revelan su tendencia autodidacta. 

El canadiense se define como un nómada de tipo digital, es decir, alguien que tiene la libertad de trabajar desde su computador en lugares cambiantes. Sus elecciones fueron inspiradas por Tim Ferris, autor del libro “La semana laboral de 4 horas” donde popularizó la idea del diseño de estilo de vida: abandonar un trabajo arbitrario de 48 horas en la semana para elegir cómo pasar el tiempo. Es así como Blake se despierta sin alarma, hace un poco de calistenia (ejercicios de fuerza con su propio cuerpo), para luego hacer las tareas más importantes del día mientras que tiene la mayor energía mental para escribir un post en su blog o planear las ventas. Luego, en la tarde, trata de hacer planes únicos como explorar la isla en su scooter rentada, nadar, ver el atardecer en un bar, probar nuevas comidas, estar con amigos, diseñar arte y publicaciones para sus redes sociales o hacer trabajo creativo como escribir capítulos para un nuevo libro sobre cómo emprender. 

Hace sonar romántica la idea del nómada como vida fácil, pero poco se ha hablado de lo que hubo detrás para alcanzar esa libertad. La mayoría de los deambulantes digitales han pasado años de su vida desarrollando habilidades, encontrando clientes y construyendo negocios mientras fracasan varias veces en el camino, siempre bajo la presión de la falta de seguridad que normalmente un “trabajo regular” ofrece. Blake tuvo tres plataformas y varios libros digitales fallidos durante seis años antes de inspirarse en la creación en una página web donde se enseñan idiomas. Empezó con un e-book sobre cómo aprender a leer coreano en 90 días usando métodos de mnemotecnia, o sea aprendizaje por asociación. En dos meses tuvo más de 500 descargas y fue así como despegó el negocio en el que más tarde cobraría por cursos de coreano, ruso, japonés y mandarín. A la vez, modelaba, daba capacitaciones de coaching por internet y clases de inglés para sobrevivir y trabajar en su idea revolucionaria de instrucción online. Resalta como obstáculo para emprender en otros países las diferentes regulaciones, el mantenimiento de la motivación propia y la dificultad de mantener una relación con personas que no son “libres”. 

Para poder ser un errante por el mundo se necesita básicamente evitar la falacia del costo hundido, es decir, el apego a lo creado que aprisiona al ser humano dentro de visiones de vida. Repetidas veces las personas se quedan en lugares que los aburren, trabajos que odian, relaciones tóxicas y negocios fallidos solo porque ya han invertido muchos recursos y tiempo. Para llegar a 90daykorean.com (la página web de Blake) él tuvo que dejar ir sus antiguos proyectos de años de trabajo y dinero para aventurarse en la incertidumbre. 

Por otro lado, se encuentra Nicholas, quien se llevaría el premio mayor en una fiesta de disfraces de reggae. Anda descalzo, con camiseta de botones abierta y pantalón café, ancho y remangado, ambas prendas con un aspecto rústico, a lo Indiana Jones. Sin afán y entre risas crea un ambiente de hogar mientras se pasea por su restaurante sirviendo ponche a todo el que llega. Uno a uno se sientan en la barra sus nuevos amigos extranjeros y comienzan a hablar. Nadie se quiere ir, y menos cuando es la primera vez que se está ahí. Nicholas logra disipar el escepticismo y “buenas vibras”, deja de ser un cliché absurdo, es como si uno no quisiera perderse de él ni un momento. 

El experto en crepes dice ser un modelo nómada, está agenciado internacionalmente y trabaja dependiendo del país en el que se encuentre. Parece contradictorio, cambiar una vida de alfombras rojas en París junto a Jean Paul Gautier por una isla remota, pero él lo resumió en una frase: “Aquí no tengo que usar zapatos” y yo le agrego: ni horarios. Pasé una semana completa visitando el negocio para hablar nuevamente con él, sin embargo, lo único que encontré fue un aviso de sus horarios de apertura y cierre que no hacía más que decorar la puerta cerrada noche tras noche. 

Ambos viven bajo lo que Blake describe como la filosofía del Flâneur. Flâneur viene del francés y significa andar sin rumbo. Es una manera holística de ver la vida. Se trata de tomar decisiones en el momento mientras se adquiere información en el camino, así no se es prisionero de las situaciones de vida o los planes, se priorizan las experiencias sobre los objetos materiales, incluso sobre las relaciones estables que pueden terminar en un sentimiento de soledad profundo, uno de los motivos para desertar del movimiento. 

¿Cuándo van a parar? La agricultura permitió Mesopotamia y con ella, el abandono del desplazamiento para asegurar el alimento. Si los nuevos nómadas se alimentan de experiencias, ¿alguna vez se saciarán de la novedad? Se desplazan paradójicamente para asegurar la inseguridad que proporcionará posteriormente una supuesta certidumbre. Una inseguridad fundamentada en el rechazo a perderse de oportunidades, que en un futuro, como dice Blake, le permitirá escoger con certeza aquellos lugares de vida y que no sea “la vida quien elija”.