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Conversaciones con los grandes de la ciencia y la educación​

Entrevista de la Universidad de los niños a ​​​​​​​Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad EAFIT

IMG-20150326-WA0034.jpgEl necio culto

Una conversación entre tres niños chiquitos y uno grande. Este es el rector de la Universidad EAFIT, de botines y pantalón corto, sin cédula, fiel hincha del DIM, jugador consumado de bolas, trompo y vuelta a Colombia con tapitas de gaseosa, pésimo encholador de balero. Juan Luis Mejía Arango, talla XS…


​​​​​Ver hoja de vida de Juan Luis M​ejía Arango​​​ ​


​E
ntrevistan: Gabriela, Cyprian y Marcus McDermott Restrepo

​Quien observa el paso sosegado del rector bajo la sombra de los árboles del campus de EAFIT,  podría pensar que su vida ha sido la de un hombre sin asomos de irreverencia. Difícil imaginarlo expulsado de un colegio (¡de dos!) o volándose de la casa para jugar fútbol. Con una camisa blanca de puños, sin la más mediana arruga, y pantalón café claro, sale de la oficina para recibir a sus entrevistadores, menores de once años. La timidez de su saludo no logra romper el hielo. Parece otro muchachito. Uno muy bien afeitado.

Juan Luis Mejía Arango es hijo de Juan Mejía Uribe,  abogado de la Pontificia Bolivariana, universidad de la cual fue fundador y profesor de Hacienda Pública en la facultad de Derecho. Dedicó su vida a la empresa textilera Paños Vicuña y, tan pronto se jubiló, ejerció como vicerrector de la U.P.B. durante once años. Falleció hace veintidós. Con su esposa, Mercedes Arango, tuvo tres hijos: María Isabel, Luz Mercedes y Juan Luis.

***

Gabriela McDermott: Rector, ¿A qué jugabas?

Fue por temporadas. Tuve la temporada del trompo, fui muy buen jugador. Tengo una colección de trompos, a donde voy traigo. Fui gran jugador del yo-yo de Coca cola y de bolas; de la rayuela, la casita, tapabocas-nada, revueltis-nada… Yo era muy bueno ¿sabes pa qué? Un juego que se llamaba Vuelta a Colombia. Era la época de Ramón Hoyos, de Cochise Rodríguez y el Ñato Suárez; en la calle trazábamos con una tiza, le echábamos cera a la tapa, poníamos un vidriecito y jugábamos, sin salirnos de la raya.

¿Alguna vez te regañaron muy duro, te pelaron o te castigaron?

Mucho. ¡Yo fui muy necio! Tuve una época en que no quería sino jugar fútbol, entonces descuidé las tareas. Yo tenía un problema y era que, como sacaba malas calificaciones, me daba miedo presentarlas para que me las firmaran los papás, entonces siempre esperaba al domingo a última hora: para mí esa era la hora de la angustia.

​En el primer colegio que estudió, ubicado arriba del barrio Buenos Aires, estuvo bajo el cuidado de monjas españolas,  las Siervas de San José (las mismas que fundaron el colegio San José de Las Vegas). En cuarto de primaria pasó al San Ignacio de Loyola. Conserva los mejores recuerdos de la madre Pura, la maestra que le enseñó a leer. Tampoco olvida a la madre María, muy brava, muy española, quien solía advertirle: "Te voy a dar unos azotes", pero al monito nunca lo asustaron las amenazas. Siempre entendía: "Te voy a dar unos zapotes". ("¿Qué son azotes?", pregunta Cyprian. El rector le explica).

***

Marcus McDermott: ¿En el colegio también era necio?

Mucho. Necio como un diablo. Yo pienso si yo no era eso que ahora llaman hiperactivo.

Entonces, ¿cómo llegó a ser rector si era tan necio?

Ve, ahora me doy cuenta que yo era un necio culto. Ese es uno de los temas profundos de la educación: había cosas que me gustaba mucho estudiar, lo otro era una tortura. Había unos profesores, cuyo nombre no voy a decir, que se jactaban de ser unos ogros, de que nadie les ganaba. Eso generó que yo le tomara aversión a las matemáticas, y hoy me arrepiento de no saber un poco más. Ahora me interesan mucho la física y la astrofísica, pero llega un momento en donde tengo un límite porque el lenguaje de la ciencia son las matemáticas. Me siento decepcionado al no haber aprendido.

Cuando Juan Luis cumplió quince años, fue operado de apendicitis. Después de una cirugía complicada en la cual se recomendó quietud en casa, el joven convaleciente no resistió la tentación frente a su ventana: todos sus amigos cantaban goles en el parque. Entonces, se le voló a la mamá para jugar fútbol. La herida se abrió. Se infectó. El paciente tuvo que someterse a reposo absoluto. Con la esperanza de mantenerlo quieto, Mercedes le llevaba libros a su hijo. Los dos primeros que leyó "en serio" fueron Miguel Ostrogoff, de Julio Verne,  y María, de Jorge Isaacs.

"En la vida de todo ser humano hay dos momentos mágicos: cuando aprende a leer, a descifrar veintisiete signos abstractos que se vuelven palabras y frases –explica el rector a los niños- . Y un segundo que yo llamo la noche del asombro: esa noche en que uno se mete en un libro y no puede dormirse hasta saber cómo va a terminar aquello.

En tercero de bachillerato, la época de la "quietud", fue expulsado del colegio jesuita. Por mal estudiante. Y por necio. La siguiente estación de su tour escolar fue el colegio de Bolivariana. También lo echaron, siempre pasaba "raspando materias", a pesar de que le gustaban la historia, geografía, literatura y la lógica de la geometría. Culminó el bachillerato en el Colegio Académico. El rector no interpreta ningún instrumento musical. En sus años mozos, cantó en el coro de Bolivariana, bajo la dirección del maestro Evelio Pérez… "para librarme de educación física".

Cuando se graduó de bachillerato, Juan Luis Mejía Arango se presentó a Sociología y Derecho. Nadie daba un peso por las aspiraciones de un joven con semejante prontuario escolar; no obstante, como era tan buen lector, pasó a ambas carreras, y en los primeros lugares. Estudió en la facultad de Derecho de la Bolivariana, ubicada en la avenida La Playa. En el ingreso por la calle Maracaibo, estaban las aulas de Filosofía y Letras, por eso adquirió el hábito de salir de sus clases para colarse en las de filosofía. Después le fue otorgada una beca para estudiar administración en la Fundación Jetulio Vargas, en  Brasil.

***

Cyprian McDermott: ¿Alguna vez te imaginaste que ibas a ser rector de una universidad?

! Nunca!... imagínate.

¿Cómo te convertiste en uno?

La vida ha sido tan afortunada, tengo que vivir agradecido con mi vida: he ocupado cargos que me han permitido trabajar en cosas que me han gustado siempre. Como desde muy temprano me incliné por la lectura, la literatura y el mundo cultural e intelectual, desde muy jovencito me nombraron director de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín; después debo agradecer que el presidente Belisario Betancur me nombró director de la Biblioteca Nacional siendo yo un muchachito; luego pude trabajar en un instituto que se llamaba Colcultura, en editoriales.  Fui ministro, diplomático. Pude acumular muchas experiencias en la vida que me han servido para ser rector.

Con la brisa de la tarde, la danza de los pajaritos de fuego parece frenética. "Que periodistas tan agudos", sonríe el niño grande, ya despojado de su timidez natural y listo para atender a un joven colegial que lo espera en el pasillo. Afuera, un grupo eufórico de alumnos se abraza y agita sus petos empapados de sudor frente a la portería de una cancha de fútbol. En un gesto disimulado, tal vez inconsciente, el rector se plancha la ropa con las manos, a la altura del pecho. Con una camisa blanca de puños, sin la más mediana arruga, también se meten goles. O  si no que lo digan los necios cultos.

Última modificación: 19/08/2016 9:37