No todos los días se cumplen 10 años. Por eso fue aun más especial la participación de la Universidad de los niños en la celebración de la primera década de la Fiesta del Libro y la Cultura que se llevó a cabo en el Jardín Botánico, el Parque Explora y los alrededores de Carabobo Norte. Este año, la invitación fue levantar la mirada y descubrir nuevos mundos. Una consigna de la imaginación y la exploración.
Uno de los espacios que se abrieron al público fue el Jardín de la Lectura Viva, donde se abrieron las carpas para que los niños, los jóvenes y los adultos tuvieran experiencias alrededor de la ciencia, el juego y la palabra. Ahí la Universidad de los Niños acogió a los participantes, quienes con lupa en mano, se encargaron de usar toda su creatividad para, por ejemplo, diseñar a partir de la naturaleza.
Este fue el caso de Mateo, de 8 años, que se inspiró en el escorpión y el cucarrón para crear un carro para escalar, con unas tenazas tan fuertes y efectivas que destruyen las piedras. Otros niños escogieron las culebras, las lagartijas, los pulpos y las tarántulas como referentes para construir guantes biarácanidos, zapatos cocodrilos, trajes, morrales y cascos con el fin de que los humanos podamos trepar por árboles y rocas con la habilidad de los animales.
Otro de los talleres se enfocó en ofrecerle a los niños y jóvenes la oportunidad conocer las formas de vida más resistentes hasta ahora descubiertas. Para lograrlo, experimentaron temperaturas como las del congelador de la nevera, exploraron cómo sería la vida dentro de un volcán o en un lugar sin oxígeno ni gravedad.
Algunos se preguntaban, ¿cómo haríamos para vivir ahí siempre si no aguantamos 15 minutos con el pie sobre el hielo? Según Antonio, de 5 años, el único animal que puede vivir dentro del hielo es el mamut. Ese mismo día aprendió que los psicrófilos, halófilos y los termófilos son microorganismos que habitan los ambientes más extremos de nuestro planeta.
De la mano de estudiantes y egresados de carreras como administración, contaduría, biología, ingeniería de diseño y geología de EAFIT, se realizó otro taller en el que los participantes tuvieron la oportunidad de recorrer el Sistema Solar tomando la distancia entre un planeta y el otro, buscando medios y formas de transporte: congelados para no envejecer, en una nave silenciosa, con un traje térmico para aguantar las altas temperaturas del sol o las oleadas de frío en la luna.
Para Laura, de 11 años, este viaje por nuestra galaxia le mostró que “al no encontrar vida en otro planeta creo que se crea conciencia de que solo tenemos este planeta para vivir y que si no lo cuidamos lo vamos a perder”.
Una vez regresamos a la Tierra, de nuevo en la carpa de la Universidad de los Niños, asistentes, talleristas, padres de familia y todos los que pasaron por esta experiencia constataron que la imaginación, las palabras y el juego son medios para acercarnos y descubrir el mundo de la ciencia.