En un voto hay mente, pero también mucho de emoción, porque en la decisión de decantarse por un candidato operan estructuras psicológicas que, al mismo tiempo, inciden en la creación de un abanico de tipo de votos que suelen tener especial impacto cuando se trata de contiendas de elección presidencial, un tema que abordan docentes de EAFIT.
Y es que no es solo uno. Son varios los tipos de votos que están en disputa. Por ejemplo, el Laboratorio de la Democracia del Centro Nacional de Consultoría, para una encuesta sobre las elecciones que realizó en 2017, utilizó cuatro categorías: voto de opinión, se identifica con las propuestas y las ideas del candidato; voto interesado o clientelista, elige porque espera algo a cambio del apoyo; voto carismático, siente confianza en su candidato; y voto disciplinado, se inclina por la opción que le recomienda un líder político o espiritual.
¿Cómo se notan esos votos en el contexto colombiano, específicamente con la jornada electoral de este domingo 27 de mayo? Lo que cree Jorge Giraldo Ramírez, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad, es que tradicionalmente en las elecciones presidenciales del país es fuerte el voto de opinión. “Es muy probable que ese voto —que más allá de ese rótulo tiene muchas características diferentes y es más o menos móvil— se refleje el domingo”.
Desde el punto de vista de Alicia Peñaranda Fernández, docente de cátedra del Departamento de Comunicación Social de EAFIT, en Colombia siguen siendo fuerte los votos fieles a los partidos y a los líderes, lo que estaría sobre la “conciencia de analizar, informarse y ejercer un voto de opinión”. Su explicación es que las “fidelidades” están por encima del raciocinio electoral, pues en las decisiones políticas hay un gran componente de emoción que no se puede medir en esas categorías.
La importancia que tiene la emoción en la decisión de decantarse por algún candidato también es resaltada por Horacio Manrique Tisnés, docente del programa de Psicología de la Universidad, quien tiene entre sus asuntos de interés el de analizar la toma de decisiones. El cerebro, explica el profesor, opera con dos sistemas de pensamiento: uno rápido, emocional e intuitivo; y otro más lento, que requiere de mayor esfuerzo y es más deliberativo que el primero. Si bien en todas las decisiones participan los dos sistemas, cuando se trata de política –cree– tiene más relevancia lo emocional.
Son varias las estructuras psicológicas las que podrían incidir la elección de un candidato. Horacio habla de cuatro: una es la emocional, en la que la persona puede elegir por miedo a algo negativo, porque la idea de votar por su candidato le genera orgullo o identificación. Otro es el que opera por influencia social, en el que se puede incluir la presión que se siente cuando se teme al rechazo y en el que también puede presentarse un sesgo de conformidad (de manera inconsciente se opta por conservar todo lo del candidato que encaja con lo deseado y se obvia lo que no).
El atajo mental, otro mecanismo, se presenta cuando la decisión se toma porque es el candidato sobre el que más ha escuchado hablar, el que más ha visto, “y si tantos lo dicen es porque es cierto”. El atajo también se puede resolver con un heurístico, que en psicología es una regla que se sigue inconscientemente para resolver un problema planteando otro más sencillo: en lugar de resolver la pregunta difícil de “¿cuál candidato tiene mejores propuestas?”, se plantea “¿cuál de todos me cae mejor?”. El cuarto mecanismo al que se refiere el profesor Horacio es el de la imitación, o el del ganador, pues los electores van por el que muchos van a votar, porque va a ganar, para no “perder el voto”.
En este punto cabe la percepción de Jorge Andrés Varela Yepes, docente del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de EAFIT, cuando menciona el voto útil, ese que se hace cuando el ciudadano decide no votar por el candidato que lidera su lista de preferencias, y lo hace por el secundario al decirse: “El que más me gusta no va a pasar a la segunda vuelta, y se necesita que pase uno viable que pueda enfrentar al otro que no me gusta”.
Elegir voto puede ser complicado
Retomando la tipología del voto, Jorge Andrés, quien es coordinador del programa Antioquia Visible de EAFIT, incluye el voto ideológico, pues de acuerdo con su visión, hoy hay diferentes opciones de organización de la sociedad que se insertan en la disputa por la presidencia y según con la identidad política se asume un voto dentro de las categorías ideológicas. “El ciudadano está tomando en cuenta las ideologías, que es algo que se venía perdiendo. El espectro político estaba sesgado hacia la derecha y la izquierda no lograba verse representada, pero ahora estamos viendo que el voto de derecha e izquierda vuelve a funcionar”.
Frente a lo anterior, la percepción que el decano Jorge Giraldo tiene es un tanto distinta, pues analiza que lo que se presenta en la actual campaña no es una contienda electoral ideológica, sino más bien un enfrentamiento de corte populista, “y el populismo, por esencia, es esquivo a definiciones de derecha o izquierda, es muy reactivo y marca un tipo de división política diferente”.
Ese populismo podría nutrirse, precisamente, de las emociones del electorado, de lo que los candidatos transmiten. Aquí cabe el voto emotivo al que se refiere y explica Alicia Peñaranda, cuando dice que “es el que deposita una persona que siente que su candidato va a defender mejor sus intereses, va a darle el país que necesita, pero que no tiene argumentos para decir por qué, simplemente siente apasionadamente que su candidato es el más conveniente y eso no lo puede explicar con argumentos o con lealtades a partidos”.
De cualquier manera, parece que la cuestión de por quién votar no es sencilla, pues cabe, según explica el profesor Horacio Manrique, en la categoría de las decisiones que implican múltiples opciones y, a su vez, a múltiples atributos. Lo explica así: cuando se va a comprar un carro puede que se tenga la opción de cinco marcas, pero cada marca tiene diferentes modelos, colores, potencia. Con un candidato puede ocurrir algo similar porque tienen diferentes programas de gobierno y, si se indaga, puede que entre ellos difieran o coincidan en algunos aspectos, que al elector le gusten algunas cosas de uno y otras de otro, lo que complica la decisión.
Una buena señal que menciona el psicólogo para tratar de identificar cuando la decisión del voto está más equilibrada, y no se guía simplemente por el sistema de pensamiento emocional, sino que también tiene presente al deliberativo, se presenta cuando se tiene la capacidad de identificar en el candidato preferido virtudes y defectos, y hacer lo mismo en sus contrincantes.
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Alejandro Gómez Valencia
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