En Colombia estudiar paga. Estudiar aumenta los ingresos, favorece a las familias e incrementa la competitividad del país. Es así de acuerdo con las cifras que entregan, por ejemplo, el Observatorio Laboral y el Banco Mundial, de las que se puede inferir que un título universitario en pregrado o posgrado permite mejorar las condiciones de acceso al trabajo e incrementar significativamente los salarios.
En ese contexto la educación superior asegura un retorno de la inversión en el mediano plazo y la adquisición de una serie de habilidades y oportunidades que incrementan el valor del paso por la universidad, más allá de los conocimientos meramente académicos.
Cifras entregadas por el Observatorio Laboral en Colombia muestran que la tasa de retorno se percibe aún más al incrementarse el nivel de estudios: el 66,5 por ciento de los recién egresados de programas técnicos profesionales se ubicaron en trabajos formales el año siguiente de su graduación. Esta cifra, según información de 2014, reflejó un 80,7 por ciento en el ámbito universitario, y alcanzó el 94,5 para egresados de doctorados, pasando por un 93 por ciento en maestrías.
Esto prueba, según Raúl Armando Cardona Montoya, jefe del pregrado en Finanzas de EAFIT, que "no solo la calidad de vida de las personas mejora con el acceso a estudios superiores, sino también su entorno primario (familia), y se incrementa, además, el aporte que hacen a la competitividad y la productividad del país. Es decir, se optimizan las condiciones económicas, laborales y materiales".
Y es que el estudio Momento decisivo: La educación superior en América Latina y el Caribe, publicado el año pasado por el Banco Mundial, muestra que los últimos 15 años han sido propicios a la expansión regional de la educación superior, al punto de que la tasa promedio de matrícula creció del 21 al 43 por ciento entre 2000 y 2013, en un sistema educativo que incluye hoy a 20 millones de estudiantes, 10.000 instituciones educativas y 60.000 programas.
María Marta Ferreyra, economista sénior en la Oficina del Economista en jefe para América Latina y el Caribe de esa entidad, dijo en EAFIT que, en promedio, el retorno de la educación superior en la región es de 104 por ciento, mientras que en Colombia llega al 180 por ciento, el más alto según la experta.
Las cifras positivas, según Hugo López Castaño, docente del Departamento de Economía de la Universidad, no demuestran un avance real en el tema de acceso a la educación superior en el país y, "pese a la gran demanda por egresados de programas de educación superior en Colombia, no hemos logrado dar a este tipo de formación el impulso necesario".
Una apreciación corroborada por Raúl Cardona mediante cifras como el 37 por ciento de los jóvenes colombianos con acceso a este tipo de programas académicos, es decir, solo uno de cada tres. Eso implica que existe un alto porcentaje de jóvenes con pocas probabilidades de superar ingresos superiores a un salario mínimo (781.242 pesos).
Ya en un nivel de pregrado, de acuerdo con el docente, "la aspiración salarial para un recién egresado es de un millón y medio de pesos. Cuando se es especialista, el salario puede estar entre 2,7 y 3 millones. Con maestría, se cerca a los 4,5 millones, y se ubica entre 6 y 8 millones de pesos en los doctorados".
Opción de vida
La decisión de tomar estudios para tener un retorno de la inversión en el mercado laboral varía mucho según el país. Así lo considera Maria Alejandra Gonzalez-Perez, profesora del Departamento de Organización y Gerencia de la Institución, quien agrega que está directamente relacionada con la oferta y la demanda del mercado laboral.
En sus palabras, "los programas académicos regulados, es decir, aquellos que requieren de un título universitario para ser ejercidos (medicina, enfermería, derecho, ingenierías, entre otros), ofrecen una tasa de retorno mayor, debido a que se trata de conocimientos muy específicos y existen plazas muy limitadas en el mercado laboral. Por eso, y para poder competir por un empleo, entra a jugar el estatus de la universidad, su nivel de acreditación y el puesto que ocupe en los ránquines mundiales".
Maria Alejandra indica que el retorno de la inversión en educación superior en Colombia no solo se relaciona con la obtención de un título profesional sino con una combinación de factores como motivación interna, capacidad de producir, orientación a los resultados, habilidades para trabajar en equipo, y otra serie de competencias.
La misma, según su apreciación, "tiene que ver con la formación de espíritu social, conexiones y adquisición de conocimientos en áreas con un contenido más integral, y eso va más allá del contenido académico del programa. La sola experiencia de pasar por la universidad, las actividades realizadas en los grupos estudiantiles, los amigos, los profesores y la identidad como universitario, juegan un papel muy importante y agregan valor".
Todos estos elementos, así como el análisis de la relación entre los programas académicos con los fenómenos socioculturales y económicos del entorno, son necesarios para que las universidades tengan claras las tasas de retorno de cada uno de sus programas, así como las variaciones de las mismas. Dicha información, desde el punto de vista de Raúl Armando, se debería informar de manera clara a quienes desean invertir en su formación y empezar a cursar un programa
El jefe del pregrado en Finanzas de EAFIT señala que cuando una universidad invierte más en investigación, formación de sus profesores, infraestructura y tecnologías de punta, hace que sus procesos vayan más a la vanguardia y "permite a sus egresados ubicarse más fácilmente en el mercado laboral y recibir mejores sueldos. Por eso es importante que quienes vayan a hacer una mayor inversión conozcan información sobre las tasas de retorno".
EAFIT presentó en abril de este año dos nuevas líneas de financiación educativa (a corto y largo plazo) que buscan facilitar el ingreso y la permanencia de alumnos de altas calidades académicas a la Universidad tanto de pregrado como de posgrado. Estas alternativas, que reciben el nombre de EAFIT a tu alcance, quieren abrir nuevos caminos a las generaciones actuales y venideras de cara a un desarrollo sostenible de la sociedad, pero también le apunta a ampliar las posibilidades a los jóvenes del país para acceder a una educación superior de calidad como la que ofrece EAFIT y así vivan una experiencia universitaria integral que, a su vez, transforma sus vidas y las de sus familias.
Tal como explica Paula Andrea Arango Gutiérrez, vicerrectora Administrativa y de Proyección Social de EAFIT, la Institución está convencida de que la calidad de su servicio educativo debe brindar más opciones de acceso para romper la barrera económica y avanzar en la sociedad del conocimiento.
“La idea es ofrecer líneas de financiación a corto y largo plazo para continuar ampliando la cobertura demográfica que tiene EAFIT. Estamos convencidos de que debemos ser protagonistas de la premisa de que vale la pena invertir en la educación porque es un motor de transformación social”, explica la Vicerrectora.
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Alejandro Gómez Valencia
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