El inicio de la vida en las letras está, generalmente, plagado de dibujos, colores, texturas y lecturas en voz alta que ofrecen la entrada a los primeros mundos de fantasía. En ellos se cruzan las vidas de personajes comunes con las de otros extraordinarios, y sus tramas empiezan a formar una idea rudimentaria, en las mentes de niños y jóvenes, de lo que es la literatura.
Sin embargo, a pesar de ser la puerta de entrada al conocimiento de autores y obras de más alto calibre, y significar un paso necesario para formarse como lector de obras maduras y dirigidas a adultos, la importancia de la literatura infantil no suele valorarse en su justa medida.
Así lo considera Alejandra María Toro Murillo, coordinadora del pregrado en Literatura de EAFIT, para quien "en términos de ortodoxia, de si una obra es o no literatura, se puede considerar a los libros infantiles como subvalorados, pues muchas personas no los consideran dentro de la riqueza y el patrimonio literario".
Pero tales valoraciones, en palabras de la docente, desconocen la fortaleza en términos editoriales de este tipo de literatura, ya que se trata de uno de los mercados más grandes y activos en la industria, y de aquel en donde la innovación está a la orden del día.
Alejandra asegura que se trata de "un mercado muy competido para editoriales pequeñas, pues implica hacer libros costosos, con materiales más finos, tapas duras y, si se trata de un libro álbum, usar imágenes, colores, planchas e ilustraciones. Ya para las actividades de promoción y mercadeo, suelen requerirse espacios distintos de exhibición, adecuados para niños, con zonas de juego, mesas y sillas pequeñas".
De otro lado, y según Clara Lucía Pérez Arroyave, investigadora, escritora y ganadora del premio de Literatura Infantil y Juvenil Marilena López, en Guatemala, estas historias adquieren relevancia si se entiende que, a través de estas, niños y jóvenes amplían su visión del mundo y conocen realidades y situaciones a veces lejanas para ellos.
Clara Lucía ubica la importancia de las obras dirigidas a niños en su "influencia sobre el desarrollo y la emocionalidad de los mismos. Les permiten disfrutar, gozar, recrear y reconocer. Aunque no hablamos de formación en principios y en valores, pues este último es un acto educativo que no pasa por la literatura, reservado a los libros pedagógicos. La literatura, por su parte, busca contar historias, no para educar sino para entretener".
Para Alejandra Toro, las obras literarias infantiles y juveniles son indispensables para la existencia de la literatura más madura. Su valor radica en el carácter formativo de estas historias, y su capacidad para potenciar la imaginación, la creatividad y las habilidades lúdicas, y permitir asociaciones entre historias y conceptos como alegría, música y color.
Desde el punto de vista de la coordinadora del pregrado en Literatura, "si no hay niños lectores no habrá adultos lectores. Tampoco habrá escritores si a los pequeños no se les leen cuentos, pues casi todo creador literario fue un lector temprano y, desde pequeño, sintió la magia de libros y personajes".
Escritores valiosos
Entre los autores más destacados de la literatura infantil se cuentan los clásicos, como los hermanos Jacob Grimm y Wilhelm Grimm; Hans Christian Andersen; Rudyard Kipling, entre otros. No obstante, Alejandra señala otros que no suelen asociarse con este tipo de obras y, sin embargo, han sorprendido con cuentos adecuados para niños y jóvenes.
Es el caso de Horacio Quiroga, los textos del libro Cuentos de la selva poseen, en opinión de la profesora, "imágenes muy potentes para los más pequeños. León Tolstói sorprende también con cuentos infantiles preciosos y poco conocidos. Entre los contemporáneos, está el francés Hervé Tullet, con una escritura muy creativa y libros-juego muy interesantes, incluso que bordean la metaficción, como su obra Sin título. Otros autores de hoy son Anthony Browne y Eric Carle. Este último creó La oruga muy hambrienta, uno de los libros actuales más hermosos".
Desde el punto de vista del escritor, y de acuerdo con Clara Lucía Pérez, se tiende a estigmatizar a dichos autores, capaces de dar forma a historias para niños, pues se considera que estas son más fáciles de escribir, en términos de estructura y figuras literarias.
La autora advierte que "por tratarse de letras dirigidas a un público infantil se suele pensar que su creación es sencilla. Pero estas historias tienen grandes complejidades, y el escritor debe situarse en un lugar especial, encontrar la voz y elegir las palabras adecuadas para llegarle a dichos lectores. Cada tipo de literatura tiene sus recursos y complejidades, y ninguna tiene mayor nivel o dificultad".
Valentina Toro Gutiérrez, magíster en Escrituras Creativas de EAFIT, ilustradora y escritora de libros para niños, afirma que crear obras dirigidas a niños es muy diferente a escribir novelas o cuentos para adultos.
"Para los narradores acostumbrados a la literatura no infantil se hace muy difícil crear este tipo de historias, pues suelen usar otras figuras literarias y recurrir a un lenguaje más críptico. Pero con los niños se debe tener un equilibrio entre lo literal y lo metafórico. Hay que ser muy visual y crear imágenes todo el tiempo", asegura Valentina.
Lo cierto es que es muy difícil comparar la literatura infantil con otro tipo de escritura. Esas letras tempranas, llenas de personajes arquetípicos y tramas sencillas, a simple vista, esconden un caudal de conceptos cuyo aprendizaje otorga herramientas muy valiosas para quienes empiezan su trajinar por el mundo real, y el de ficción.
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Alejandro Gómez Valencia
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