Una estrategia para que los ciudadanos de Medellín aprendan a dialogar y llegar a acuerdos más fácilmente es diseñada y puesta a prueba por la Alcaldía de Medellín y la Escuela de Humanidades de EAFIT. Se trata del proyecto de corresponsabilidad ciudadana Pactos y actos que busca generar mecanismos comunicacionales, como protocolos de argumentación y deliberación, para facilitar los procesos de diálogo en las relaciones públicas y mejorar la convivencia.
"En la primera fase nos valimos de los comités de convivencia, espacios abiertos por la Alcaldía para dialogar con la comunidad, y a los que todo ciudadano puede asistir. Se hacen, como mínimo, una vez al mes en un barrio de cada comuna. Ahí diagnosticamos y categorizamos los procesos de comunicación y vimos que la realidad se alejaba mucho de lo pronosticado para estos escenarios en el Plan de Desarrollo y en la política pública de Seguridad y Convivencia", dijo David Ricardo Murcia Sánchez, coordinador de este proyecto e investigador del Centro de Análisis Político de EAFIT. Esa dependencia de la Universidad y la Secretaría de Seguridad y Convivencia de la Alcaldía ejecutan Pactos y actos.
Con el enfoque de convivencia siempre presente, los investigadores, con el apoyo de los servidores públicos municipales, se dieron cuenta de la falta de capacidad deliberativa presente en las comunidades de la ciudad. Entre los fenómenos encontrados se detectaron costumbres comunicativas dañinas, por parte de ciudadanos y funcionarios, y una marcada tendencia a la queja.
"Evidenciamos que los ciudadanos recurren más a la queja que al reclamo, sin tener en cuenta que este último exige una respuesta por parte de la Administración, a diferencia de la primera. Tenemos ciudadanos muy quejosos, pero que casi no reclaman ni exigen una solución real o una respuesta más rápida. Esto sucede, a veces, por desconocimiento, pero es también un asunto cultural", advirtió Ana María Corpas, coordinadora del trabajo en territorio por parte de la Secretaría de Seguridad y Convivencia.
Pero no solo del lado de los ciudadanos se percibía el problema. Ana María resaltó también las demoras en las respuestas que daba la Alcaldía a las solicitudes de los mismos, un fenómeno evidenciado tras el diagnóstico adelantado en el proyecto y que abrió una oportunidad para repensar y mejorar la gestión pública en Medellín.
Y ha sido en ese proceso de búsqueda de herramientas para mejorar la comunicación entre los medellinenses y entre estos y la Alcaldía, que el proceso ha contado con el apoyo de promotores o agentes microterritoriales, cuya presencia en los barrios es constante.
"Ellos nos han permitido avanzar en diagnósticos más específicos y conocer más a fondo asuntos relacionados con la convivencia en cada territorio, pues uno suele conocer siempre las generalidades. Se nos facilita también determinar la oferta real requerida en cada lugar de la ciudad", subrayó la funcionaria.
Otros escenarios
Con diagnósticos en mano, el proyecto avanzó, en 2017, en el diseño de una herramienta para que la administración pudiera intentar mejorar los escenarios de diálogo y deliberación. Se dio forma a un protocolo para conducir y canalizar la comunicación en los consejos de convivencia, así como para reducir la incertidumbre y los errores en la planificación de las conversaciones.
La herramienta busca poner en primer plano la construcción de acuerdos sobre problemáticas comunes y reducir el protagonismo de las peleas entre líderes sociales o comunidades por intereses específicos, un fenómeno presente en muchos barrios de Medellín.
En palabras de David Murcia, el protocolo llama la atención sobre cuatro elementos fundamentales en los actos comunicativos comunitarios: "Primero, tener un espacio adecuado de reunión y no perder de vista los detalles logísticos; segundo, contar con una fase de apertura, en la que es necesario el conocimiento del tema a tratar por parte de los asistentes; tercero, una fase de argumentación, en la que todos puedan pedir la palabra y centrarse en ideas; y cuarto, una fase de cierre, con probabilidades de llegar a acuerdos totales y parciales, cuyo contenido debe ser informado a todos".
La efectividad de esta herramienta llevó a explorar otros escenarios para su posible aplicación como los foros deliberativos de autogobierno, el sistema de quejas y reclamos, y los comités locales de gobierno. También gestionan, actualmente, un plan de transversalización en los niveles ejecutivos, al interior de la Alcaldía, para facilitar los procesos, así como mecanismos de comunicación y un sistema técnico de adaptación de índices de problemas de convivencia a nivel territorial.
El programa ha hecho presencia en todas las comunas de Medellín, y trabaja este año en 40 lugares de la ciudad, denominados microterritorios. En junio iniciaron la fase de socialización, en la que esperan impactar positivamente a cerca de 500 personas. En esta fase cuentan también con el apoyo de Innovación EAFIT, dependencia que ha acompañado desde el principio a Pactos y actos.
"Este es uno de los proyectos que manejamos desde Innovación, dentro la línea de iniciativas de consultoría y proyección social de la mano con la Escuela de Humanidades. Somos la plataforma de gestión para ejecutar los procesos de manera adecuada. Apoyamos asuntos como formulación, negociación, contratación, manejo administrativo, aspectos financieros y seguimiento técnico a los compromisos adquiridos", explicó Adriana García Grasso, directora de Innovación EAFIT.
Quienes coordinan el proyecto esperan contar con el apoyo para lograr cambios significativos en la menara como se construye tejido social en los barrios de la ciudad. "Cambiar costumbres comunicativas y culturales es un asunto a largo plazo. Si existe la voluntad, la estrategia debe permanecer entre cinco y diez años, para tener resultados efectivos pues, año tras año, nos damos cuenta de que podemos mejorar las herramientas que estamos ofreciendo", concluyó David Murcia.
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Alejandro Gómez Valencia
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