En medio de las constantes transformaciones productivas, tecnológicas y sociales que convergen en el mundo contemporáneo, conceptos como capacitación y formación se posicionan cada vez más en el centro de las discusiones en torno a las nuevas tendencias educativas.
La capacitación, una palabra habitual dentro de las organizaciones empresariales, y que en algunos contextos suele confundirse con la formación que tradicionalmente se hace desde las escuelas, se comprende como una educación enfocada para el trabajo que se realiza en poco tiempo, donde se aplica un saber específico para algún puesto de trabajo o función generalmente estandarizada como operar una máquina.
La formación, por su parte, se concibe como un proceso de enseñanza más integral basado en esos saberes y su comprensión, sumado a los valores y las capacidades humanas como base de la preparación de los profesionales que deben desenvolverse en un ambiente de constante transformación social y productiva.
Gabriel Jaime Arango Velásquez, director de Formación Integral de EAFIT, destaca principalmente la diferencia que existe entre ambos conceptos desde la visión pedagógica. Señala que la formación está relacionada a un proyecto de largo plazo y en la profundización de una disciplina como proyecto de vida. La capacitación, a su vez, entendida como formación para el trabajo con la actualización de conocimientos adquiridos en un corto plazo, sirve para mejorar el desempeño de las personas en su labor puntual.
"En teorías educativas se apela al concepto de formación cuando nos estamos refiriendo a un sistema estructurado de aprendizaje, que busca profesionalizar a una persona para que mediante la obtención de un título pueda insertarse en la vida laboral y económica, prestando un servicio específico", complementa Gabriel Jaime.
Como parte de la capacitación, a diferencia del proceso educativo pensado a largo plazo y que comienza desde las primeras etapas formativas y educativas del ser humano, se concibe el desarrollo humano en términos de actualización y de adquisición de competencias, exclusivamente, para el desempeño de un arte o un oficio.
Esta es una de las razones por las que aparece lo que se conoce como las habilidades blandas y las áreas Steam, término que reúne las ciencias, la tecnología, la ingeniería, el arte y las matemáticas, pilares dentro de las nuevas tendencias de la educación en formación profesional en las universidades.
"Capacitación y formación son dos conceptos distintos. La formación es el objeto de estudio de la pedagogía. Según Gadamer es la elaboración de la conciencia histórica del ser. Es decir, la formación es un concepto absolutamente individual. Cada ser se forma así mismo, no lo forman los otros. Ahí está la primera discusión, el primer debate porque la educación es un proceso social", expresa Elvia María González Agudelo, doctora en Ciencias Pedagógicas y docente de la Universidad de Antioquia.
Como conceptos, señalan los expertos en educación, estos se suelen confundir por las necesidades productivas por las que atraviesa actualmente la industria, en constante transformación por los fenómenos tecnológicos convergentes que advierten un futuro con mayores puestos de trabajo ocupados por las máquinas en campos de la inteligencia artificial. Es aquí donde la dimensión de la formación toma mayor preponderancia.
"La capacitación es un problema que nosotros tenemos conceptualizado en la educación para el trabajo. Es decir, en las competencias laborales. Un problema que tenemos ahora con la cuarta revolución industrial, y todos esos procesos que son estandarizados un algoritmo los puede resolver o lo que llaman inteligencia artificial. El concepto de capacitación tiene que reformularse, porque ahora lo que importa es que las personas sean muy creativas, muy críticas y que sean capaces de innovar y de crear artefactos. Y eso surge de una reflexión profunda del ser", sostiene la profesora María Elvia.
Las universidades, como instituciones naturalmente creadas para la formación integral de las próximas generaciones de profesionales, dentro de sus diseños curriculares usualmente contemplan ambas estrategias, involucrando además las nuevas herramientas tecnológicas como la educación a distancia para la preparación de sus estudiantes.
"Las universidades hemos adquirido el compromiso muy significativo de ayudar a construir en Colombia una sociedad del conocimiento, que es la que puede apropiarse del saber que se produce en los centros de investigación o que se transmite a través de la educación para mejorar la toma de decisiones y las actuaciones en su vida", afirma Gabriel Jaime Arango.
Este panorama cambiante ha hecho también que muchas organizaciones empresariales e instituciones públicas apuesten por la formación integral de sus trabajadores, más allá de las habituales capacitaciones desde una dimensión más amplia que comprende el ser y el hacer.
"La pertinencia de la enseñanza estaría fundamentada en la transformación, ya que esta supone un ejercicio activo y autónomo de quien se transforma y reconoce sus propios procesos de aprendizaje y los monitorea. Por oposición, aunque la capacitación es necesaria en muchos contextos, supone más la pasividad y docilidad de quien es formado por otros, que, por lo general, enseñan haciendo supuestos sobre el aprendizaje y obviando la formación", explica Daniel Antonio Avendaño Madrigal, magíster en educación y coordinador académico de la maestría en Educación en Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.
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