Mejorar las condiciones de la calidad del aire en el Valle de Aburrá requiere de medidas por parte de los gobernantes y de acciones de la ciudadanía. Esa es una de las consideraciones en las que coinciden analistas e investigadores de EAFIT cuando mencionan la necesidad de cultivar hábitos como utilizar menos el vehículo particular y compartirlo con otras personas, así como recurrir al transporte público y la bicicleta.
Alternativas de movilidad como esas sugiere José Fernando Duque Trujillo, investigador de fenómenos de contaminación ambiental y docente del Departamento de Ciencias de la Tierra de EAFIT, frente al nuevo estado de prevención declarado recientemente por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva), con el decreto del pico y placa ambiental del 18 de febrero al 30 de marzo. Ante esta nueva situación, ¿cuál es el papel del ciudadano en la contribución a un aire de mejor calidad?
El parque automotor del Valle de Aburrá crece continuamente. Según registros del Amva, en tan solo diez años, entre los años 2005 y 2015, se produjo un aumento del 182 por ciento en la cantidad de vehículos. Actualmente, más de 1.3 millones de vehículos circulan por las calles y se proyecta que a 2050 superen los 5 millones, lo que hace urgente pensar en modelos alternativos de movilidad sostenible y en la trasformación de la cultura ciudadana en relación con la calidad del aire y el medio ambiente.
Los modelos tradicionales de movilidad basados en el consumo de energías fósiles, para el urbanista eafitense Carlos Cadena Gaitán, experto en movilidad sostenible y coordinador académico del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam), son anacrónicos para las necesidades de las sociedades actuales, dado su acelerado crecimiento. Por esta razón la innovación en movilidad sostenible, el uso de la bicicleta y los vehículos eléctricos se masifica en las grandes ciudades.
“Es claro que ese aire contaminado se debe, en gran parte, a las emisiones de fuentes móviles, a nuestro parque automotor. Eso quiere decir que, aunque hay condiciones climatológicas que dificultan la situación, realmente la contaminación la generamos a través de nuestras propias emisiones”, señala Carlos Cadena.
Para transformar la cultura ciudadana, de acuerdo con los hábitos de movilidad y de reducción del uso del automóvil particular, los ambientalistas consideran importante continuar con campañas dentro de universidades, empresas y organizaciones para promover la movilidad sostenible, disminuyendo el número de viajes dentro de la misma ciudad. Además de la apropiación de un transporte público amable con el medio ambiente, dicen los expertos, opciones como el teletrabajo representan una buena forma de contribuir a la calidad del aire.
EAFIT se ha adelantado a este tipo de campañas por un aire más limpio. Iniciativas como Movilidad con Ciencia, desde una visión académica y pedagógica, promueve la movilidad sostenible, mediante actividades que invitan a cambiar los hábitos de desplazamiento en la comunidad universitaria.
“La movilidad eléctrica no necesariamente es la única solución. Es claro es que la movilidad como la hemos entendido se quedó atrás. Es urgente cambiar. Es importante hablar de movilidad eléctrica y hacerse la pregunta de si es la solución a la contaminación de nuestro aire o no, o cuál es su contribución”, se pregunta Carlos Cadena.
Conciencia para una movilidad más sostenible
Caminar y el uso de la bicicleta continúan siendo alternativas para la movilidad sostenible en las ciudades. En Medellín, gracias a la ampliación de nuevos carriles de ciclorrutas y la innovación tecnológica en materia de transporte, las bicicletas de pedaleo asistido se han convertido también en una de las opciones de desplazamiento.
En esto se han fijado algunos emprendimientos, como la spin-off Inmotion Group, innovación de egresados de EAFIT que se enfoca en el desarrollo de soluciones de movilidad eléctrica. Esta empresa es pionera en la producción de bicicletas eléctricas en Colombia, las cuales contribuyen a reducir la contaminación ambiental.
Estas alternativas de movilidad no contaminante, que pueden propiciar cambios paulatinos en la cultura ambiental, se integran además a la apuesta del transporte público por el uso de buses eléctricos para la flota del Metroplús.
“Una de las posibles soluciones pasa por invertir más en programas de cultura, que generen cambios de hábitos de las personas en cuanto a la movilidad. Se habla de 400 kilómetros de ciclorruta que necesitaría Medellín. Yo creo que hay un asunto por trabajar y es el tema de cultura ciudadana, se necesitan mejores estrategias”, concluye Alejandro Álvarez Vanegas, profesor del Departamento de Ingeniería de Procesos en EAFIT.
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