Una mirada artística a los paisajes urbanos y la manera de habitar los territorios. Ese fue el punto de vista de la arquitecta Natalia Castaño Cárdenas, investigadora del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT, en su libro Barrios que cuelgan de la montaña, publicado recientemente por la Editorial de la Universidad.
Y es que desde su visión, y a través de la expresión de reconocidos protagonistas del arte antioqueño, interpreta el desarrollo del urbanismo en Medellín, en particular de aquellos barrios de origen informal que se establecieron hace más de 50 años en las laderas del norte del Valle de Aburrá.
Es así como desde el acercamiento a la poesía de Helí Ramírez, que plasma en sus versos las vivencias del barrio Castilla —de sus poemas se inspira el título del libro—; las pinturas del muralista Fredy Serna —con obras como La luz del Salvador, ubicada en un muro adyacente de la estación San Antonio del Metro, que representa los paisajes de la comunas de Medellín—; la ciudad expuesta en el cine por directores cómo Víctor Gaviria; o el teatro comunitario de la Corporación Cultural Nuestra Gente, un actor reconocido del barrio Santa Cruz, se aproxima de una manera distinta al urbanismo social.
Para la arquitecta y magíster en Paisaje, Medio Ambiente y Ciudad, de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), el arte es una forma de acercarse a la compresión del proceso urbanístico y el desarrollo de las ciudades. Y todo parte del concepto de paisaje, que tiene su origen mismo en la pintura.
“El arte ha tenido un papel importante en la transformación de los barrios, nos ha ayudado a comprenderlos mejor para proponer nuevas maneras de intervenir. Este rol de los artistas lo enfoco en aquellos barrios que han sido construido por las personas, o como se dice en el urbanismo, de manera informal. No han sido concebidos por la planeación, arquitectos o urbanistas, sino por la necesidad de la gente de tener un lugar para vivir. Es allí donde surge un grupo de artistas que en los años ochenta y noventa nos dieron una nueva mirada de los barrios”, cuenta Natalia.
En Medellín, desde el año 2004, se comenzó a experimentar un cambio con la construcción de Proyectos Urbanos Integrales (PUI) en distintas zonas de la ciudad como modelos de transformación urbana. Fue allí donde se comenzó a hablar, precisamente, de urbanismo social. Uno de estos proyectos fue en la zona nororiental, donde el Metrocable y la generación de nuevo espacio público modificaron notablemente el paisaje y la calidad de vida de sus habitantes. En este proceso tuvo gran influencia la Corporación Cultural Nuestra Gente, con personas como el maestro dramaturgo Jorge Blandón.
“Aquí se entiende el paisaje de estas montañas y este valle no solo como una cuestión de la naturaleza sino también de una construcción cultural. Entender que son unas construcciones colectivas que, aunque han estado ahí desde décadas atrás, han sido invisibilizados en todos los aspectos; en los mapas, en los procesos, en los presupuestos. Es ver cómo estos artistas han logrado poner en evidencia estos territorios, su manera de vivir y hacer entender que hacen parte de la ciudad”, expone la investigadora de Urbam.
La investigación, que hace parte de la colección académica especializada en urbanismo de la Editorial EAFIT, es producto de la tesis de maestría de la arquitecta, que se centra en el papel que ha jugado el arte en la configuración de los paisajes urbanos, en particular de los barrios que, al igual que la mayoría de ciudades latinoamericanas, se han asentado de manera informal.
Para Claudia Ivonne Giraldo Gómez, jefa de la Editorial, el libro es una muestra de las nuevas miradas del urbanismo y otra forma de leer la ciudad. Esta publicación se suma a otras sobre el tema en Medellín, como De El Edén al parque público, del investigador Juan Sebastián Bustamante Fernández.
“Es un esfuerzo que está haciendo Urbam y todos sus investigadores por pensar la ciudad desde otras coordenadas. Por ejemplo, pensar los asentamientos humanos informales como una forma válida de asentamiento, algo que se sale de ese juego de sacar a la gente de lo que había construido. Hacen una reflexión importante sobre el desarrollo de una parte importante de la ciudad, que para ciertos sectores son peligrosos, invivibles, insalubres, con un imaginario muy distinto. Creo que logra poetizarlo a través del arte y darle un valor a esa informalidad como una manera también de apropiarse del espacio y vivir la ciudad”, sostiene Claudia Ivonne.
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Alejandro Gómez Valencia
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