Colombia está en el puesto número 99, entre 180 países, en el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) que publicó la organización Transparencia Internacional el 29 de enero. El país tiene una clasificación de 36 puntos sobre 100 en ese reporte anual en el que cero es altamente corrupto y cien es muy transparente.
La ubicación empeoró respecto a la medición del año 2017, donde el país fue evaluado con 37 puntos, uno más que en la actualidad. Este anuncio realizado por la organización internacional invita a reflexionar sobre este fenómeno que deteriora la confianza ciudadana en el sector público y afecta la percepción de corrupción en diferentes países. Precisamente, en su informe anual, Transparencia Internacional señala que el auge de gobiernos autoritarios y populistas en la región de América está generando una crisis democrática, lo que se convierte en la principal amenaza para combatir la corrupción.
“El asunto de la corrupción tienes muchas dimensiones, desde el tema de principios, de moral, de ética, pero también un tema de responsabilidad de lo que es la falta de conciencia, de las implicaciones de aceptar o proponer asuntos indebidos que sean conducentes a la corrupción. Por otro lado, están los temas institucionales que van a tener unos componentes históricos, culturales, de contextos con el origen de las inequidades”, expresa Maria Alejandra Gonzalez-Perez, profesora del Departamento de Organización y Gerencia de EAFIT.
A pesar de que el Índice es una encuesta de percepción, sus indicadores dan luz sobre el camino a seguir por los diferentes países para mejorar sus condiciones sociales y estructurales. Según el reciente informe del IPC con una puntuación media de 44 sobre 100 durante tres años consecutivos, “las Américas continúan sin lograr avances significativos en la lucha contra la corrupción”.
Una de las mayores consecuencias de estos indicadores internacionales, además del posible impacto en la vida comercial y los negocios, es el menoscabo en la confianza y la credibilidad de la ciudadanía en las instituciones. Frente a este tema, Nathalia Franco Pérez, jefa del Centro de Integridad EAFIT, dice que este resultado preocupa en tanto que “la confianza de los ciudadanos se ve minada. Cuando uno ve que pese a los esfuerzos que los diferentes gobiernos han querido impulsar en el país para disminuir los índices de corrupción, seguimos mucho más cerca de países con grandes problemas como India, China o Rusia. Y mucho más lejos de países desarrollados como los países nórdicos, Nueva Zelanda, Australia o Canadá”, opina Nathalia.
El Índice de Percepción de Corrupción, que fue presentado por primera vez en el año 1995 como herramienta para evaluar la percepción de corrupción internacionalmente, expone las opiniones de los analistas, empresarios y expertos donde fueron realizadas las encuestas. A partir de estos datos se hace el escalafón entre los diferentes países evaluados. En los 10 años recientes, Colombia ha sido calificada en una media entre 30 y 40 puntos, sin salir nunca de la zona roja en la percepción de corrupción.
“Las implicaciones son muy delicadas. Es un índice de corrupción que evidencia las imperfecciones que tenemos nosotros mismos, las personas que hacen un negocio, la sociedad, respecto de nuestros hábitos. El índice está indicando algo que es realista porque como sociedad no vamos bien. Creo que es preferible un índice realista a una falsa ubicación en los mejores lugares o que se nos haga creer que hemos mejorado los problemas”, anota Sergio Alonso Castrillón Orrego, profesor del Departamento de Organización y Gerencia de la Universidad.
Como parte de las recomendaciones sugeridas por Transparencia Internacional para combatir los problemas de corrupción, la defensa de las instituciones de control y el equilibrio al poder estatal por parte de una ciudadanía informada son fundamentales. Estar pendientes del discurso político que utiliza falsamente la lucha contra la corrupción para socavar la democracia y garantizar la libertad de expresión y los derechos políticos, según la organización no gubernamental, es algo esencial para mejorar los índices de percepción de la corrupción.
“Sabemos que la corrupción es el flagelo del siglo XXI. ¿Qué cambios o transformaciones de fondo deberían pasar para que Colombia pueda empezar a puntuar no en 36, sino en 70 u 80 como otros países? En América Latina eso no es común; los únicos países que han logrado ubicarse en índices de menor corrupción son Uruguay y Chile. ¿La gran pregunta es qué tiene que pasar para que el país, en cabeza de sus instituciones, sea percibido como un país más transparente?”, cuestiona Nathalia Franco.
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Alejandro Gómez Valencia
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