Los principios de la democracia en América, según la Organización de Estados Americanos (OEA), quedaron consignados en los 28 artículos de la Carta Democrática Interamericana, que fue aprobada el 11 de septiembre del año 2001, en Lima (Perú), por los 35 países miembros del continente. Esta misiva, que reafirmó los compromisos iniciales de la Carta fundacional del organismo internacional, se creó como un instrumento en defensa de la democracia representativa y la estabilidad política de los estados liberales.
Sobre esta apuesta por la democracia, que es inédita y no existe en ninguna otra organización regional, expertos académicos se reunieron, el miércoles 10 de abril, en un panel en EAFIT para discutir las implicaciones de esta Carta como fundamento de los principios institucionales y democráticos del sistema interamericano.
La conversación —en la que participaron Héctor Schamis, profesor adjunto de Georgetown University; Natalia Escobar Pemberthy, docente de Negocios Internacionales de EAFIT; y Néstor Julián Restrepo, profesor del Departamento de Comunicación Social de la Universidad— es parte de la preparación para la 49° Asamblea General de la OEA, que se realizará en Medellín del 26 al 28 de junio de 2019. La discusión fue moderada por Andrés Molano Rojas, asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
“En América Latina tenemos una discusión y un proceso de socialización pendiente que nos ha afectado en gran forma. Tenemos que seguir batallando para tener esa discusión del liberalismo. Creo que ese proceso de socialización interrumpido y todavía fragmentario ha afectado la manera de convivir en democracia. Dicho de otra manera, el liberalismo es esa corriente filosófica que dice que los individuos tienen derechos fundamentales que son previos a cualquier forma política. Esos derechos son inalienables y se protegen de la mejor manera cuando el poder público está dividido y limitado a priori por normas estables”, comentó Héctor Schamis, politólogo y profesor de la Universidad de Georgetown.
Los elementos esenciales de la democracia representativa, declarados por la Carta de la OEA, son la base y un antecedente de la hoy reconocida Carta Democrática Interamericana. La carta con la que se fundó el organismo en el año 1948, en Bogotá, señaló el camino de los estados americanos en defensa de los regímenes democráticos del hemisferio.
En estas se respalda las instituciones del Estado de Derecho relacionadas con la defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales, el acceso al poder y la independencia de los poderes públicos. Uno de sus propósitos, según considera el organismo internacional, es consolidar estos instrumentos diplomáticos dentro del principio de no intervención.
“Se trata de renovar esa apuesta en un momento en que hay cosas que han cambiado en nuestro continente. Las sociedades en el terreno político, en el ejercicio de la ciudadanía en cuanto a la estructuración de nuestras economías, la sociedad en términos de distribución del ingreso y, por supuesto, los cambios culturales con el proceso de globalización”, mencionó Andrés Molano Rojas.
Desde la adopción de la Carta de la OEA se han producido reformas para consolidar la democracia representativa en los Estados, desde la Declaración de Santiago, en el año 1959, y el Protocolo de Cartagena de Indias, en 1985, hasta la Resolución 1080 y el Protocolo de Washington, en los años noventa, que estableció, por primera, vez sanciones en casos de rupturas democráticas.
En ese contexto nació la Carta Democrática Interamericana, que se invocó por primera vez en el año 2002 ante el intento de golpe de estado en Venezuela, contra el gobierno del entonces presidente Hugo Chávez. Recientemente el Consejo Permanente de la OEA anunció la aplicación de esta medida para el gobierno de Nicaragua, basado en el no reconocimiento de su democracia.
“El ciudadano está mediatizado y por esta razón está empoderado, hablo de un ciudadano corporativo, por así decirlo. Los medios de comunicación han generado nuevas formas de opinión que han ampliado la democracia. Ahora más que nunca se puede acuñar el concepto de Robert Dahl sobre poliarquía y entender la democracia como un régimen no perfecto, pero sí el más cercano a vivir mejor. La política ya no se concibe sin los ciudadanos”, dijo Néstor Julián Restrepo Echavarría, profesor de la especialización en Comunicación Política de EAFIT.
Además de Venezuela y el país centroamericano, donde ya había sido invocada la carta en el año 2004 y 2005 ante las tensiones entre los poderes públicos, otros países a quien el organismo ha aplicado la medida en respaldo al orden democrático han sido Bolivia (2003, 2005, 2008), Perú (2004), Ecuador (2005, 2010) y Honduras (2009).
En estos países el instrumento interamericano se ha activado como medida preventiva ante el riesgo de los procesos electorales y como sanciones ante la ruptura del orden democrático de los estados miembros. En Nicaragua, por primera vez, se aplicó en función del artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana, que convoca al Consejo Permanente de la organización a determinar sanciones.
“La manera como la OEA ha entendido el concepto de democracia y cómo los estados se han comprometido a su promoción y protección son parte del legado fundamental de la organización. La Carta Democrática Interamericana es, sin duda, alguna el instrumento más claro que existe en el sistema internacional para la defensa de la democracia. La conexión entre los sistemas electorales con los derechos humanos demuestra que finalmente tenemos una responsabilidad más fuerte como ciudadanos”, indicó Natalia Escobar.
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Alejandro Gómez Valencia
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