A finales del año 2019, al igual que en el resto de los países con economías emergentes, Colombia registró un proceso de depreciación de su moneda como pocas veces en la historia cambiaria. El precio de un dólar alcanzó la cúspide el 27 de noviembre de 2019 y en las casas de divisas se llegó a vender hasta 3.522.48 pesos.
Este escenario, dentro de la fluctuación habitual de la tasa de cambio, no tuvo una gran incidencia finalmente en la inflación del país, siendo una de las principales preocupaciones de los macroeconomistas cuando se presentan fenómenos de depreciación por largo tiempo. Sin embargo, la situación estimuló la incertidumbre en términos de inversión y tuvo efectos en el endeudamiento de los colombianos.
Así lo consideran analistas del Departamento de Economía de EAFIT, que ven en la estabilidad del dólar durante el primer mes del año 2020, que cerró al alza el jueves 23 de enero en un promedio de 3.355 pesos, el retorno a sus niveles convenientes según las condiciones macroeconómicas del país. Anuncios recientes como el tratado entre Estados Unidos y China, que alivia las tensiones comerciales mantenidas durante los últimos años por las potencias, vaticinan una mayor estabilidad en los mercados internacionales para este año.
“La ampliación del déficit que se viene observando en la cuenta corriente de la balanza de pagos, y que alcanzó niveles cercanos al 5 por ciento del PIB en el tercer trimestre del año pasado, plantea inquietudes importantes acerca del futuro: las exportaciones se siguen debilitando (a noviembre de 2019 mostraban una tasa de crecimiento negativa del 6.2%), en tanto que las importaciones mantienen un moderado crecimiento (del 3.4% en el período mencionado). Eso podría generar presiones sobre la tasa de cambio, que se verían mitigadas por el buen comportamiento de la economía, en relación con sus pares latinoamericanos”, comenta Jesús Alonso Botero García, especialista en política económica y profesor del Departamento de Economía de EAFIT.
La fluctuación del dólar, que depende en gran parte del precio del barril de petróleo, se explica por razones tanto de la política interna del país como por externalidades del contexto geopolítico, advierten los expertos. El proceso de aprobación de la reforma tributaria con la Ley de Financiamiento, el déficit fiscal de cuenta corriente que alcanza el 4 por ciento con relación con el PIB, la creciente deuda y asuntos externos como el conflicto comercial entre Estados Unidos y China son factores que afectan la estabilidad macroeconómica del país.
“Este escenario interno y externo generaba desconfianza en términos de la economía colombiana y, en general, de las economías emergentes. ¿Qué paso después? Lo que hemos visto es una normalización y una tendencia hacia la apreciación de la moneda, que actualmente está rondando los 3200 y 3300 pesos, una tasa de cambio aceptable. Estamos viendo un escenario internacional más favorable. Ya se firmó la primera parte del tratado entre Estados Unidos y China, lo que quita presión en saber qué va a pasar con el crecimiento mundial”, señala el doctor en economía Alejandro Torres García, experto en desarrollo económico y profesor de EAFIT.
Para los analistas, hacer pronósticos del dólar es complicado por las múltiples variables que inciden en esto, tales como los sentimientos de los inversionistas, los fundamentales macroeconómicos internos y los eventos que aparecen en el panorama geopolítico. Es el caso del eventual conflicto entre Estados Unidos e Irán que podría incidir en los precios del petróleo.
Sin embargo, con respecto a 2019 —un año caracterizado por las tensiones comerciales de las potencias económicas, el clima de movilizaciones y protestas sociales en Colombia y la incertidumbre por la reforma tributaria— 2020 parece traer mejores vientos para la economía del país. “A no ser que pase un hecho, de esos que nosotros llamamos cisnes negros, cosas que no se pueden prever o son inesperadas, pensaría que no vamos a tener grandes movimientos”, advierte Alejandro Torres.
El dólar en el bolsillo
Algunos de los efectos del movimiento del dólar al alza en la cotidianidad de las personas y que puede causar inestabilidad a la economía, explican los académicos, se evidencian en el consumo de los hogares por el encarecimiento de los productos importados, sobre todo la tecnología como un bien de alta demanda. Además, otra consecuencia es el aumento de la deuda por compras hechas en dólares con sus tarjetas de crédito.
“En esa depreciación tuvieron algo que ver las tensiones comerciales que están llegando a su fin, al menos de manera temporal y que esperamos se mantengan. Esto generaba mucha incertidumbre sobre el futuro de los flujos de comercio entre las economías más grandes del planeta y, por lo tanto, sobre el bienestar y la demanda por productos importados”, expresa César Tamayo Tobón, magíster en Economía Internacional, y decano de la Escuela de Economía y Finanzas de EAFIT.
Para mantener una tasa cambiaria más estable y fortalecer el peso colombiano, argumentan los especialistas, se deben reactivar las exportaciones en bienes manufacturados, que tradicionalmente se mantienen bajas respecto a la balanza comercial. De esta manera, se espera mejorar la competitividad en los mercados internacionales y cerrar el déficit de cuenta corriente.
“Podría esperarse una tendencia levemente alcista en la tasa de cambio, sin un impacto muy fuerte sobre otras variables económicas. Dependeremos fundamentalmente de las percepciones de riesgo en los mercados internacionales, y las prioridades serán claras: un impulso decidido al desarrollo de nuevas exportaciones”, señala el economista Jesús Botero.
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Alejandro Gómez Valencia
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