{{embed:<a data-flickr-embed="true" href="https://www.flickr.com/photos/eafit/albums/72157705119441072" title="Son 15 años estudiando, creciendo, caminando y viviendo en la Universidad Parque"><img src="https://live.staticflickr.com/65535/46941727525_827eae2da8_c.jpg" width="800" height="533" alt="Son 15 años estudiando, creciendo, caminando y viviendo en la Universidad Parque"></a><script async src="//embedr.flickr.com/assets/client-code.js" charset="utf-8"></script>}}
Después de las 5:00 p.m., cuando el calor y el flujo de personas en el campus comenzaba a disminuir, y la luz del día aún le permitía devorar un par de capítulos del libro que estaba leyendo, Danielle Navarro Bohórquez dejaba por un momento de sus estudios del pregrado en Comunicación Social y se dirigía la plazoleta de Propileos –su lugar favorito en el campus- para olvidarse del estrés del día, encontrarse con algún amigo o, simplemente, disfrutar de un momento de soledad.
Juan Camilo Arcila Betancur, por otra parte, prefería el bullicio de los parques aledaños a los bloques 30, 32 y 33. Y es que era en esos lugares que siempre se encontraba con sus amigos y compañeros del pregrado en Administración de Negocios, para discutir el tema del día, repasar para un parcial, o compartir un café.
Un par de pasos más hacia el sur del campus, en Los Pimientos, era el sitio donde fácilmente se encontraba a Simón Pérez Londoño, de Ciencias Políticas, pues era allí donde le gustaba hacer una pequeña parada para descansar, comer algún refrigerio o escuchar los ensayos de los estudiantes de Música.
Estos tres egresados, así como muchos otros graduados de la Institución, guardan un especial recuerdo por espacios como el Patio de los Pimientos, el Jardín de Cachi, el Patio de la Ceiba o el Parque Los Guayabos, y, en general, por ese campus verde en el que se formaron, y en el que pudieron cosechar amistades, amores y relaciones profesionales que, hasta el día de hoy, todavía perduran.
Ellos también fueron partícipes de la celebración de los 15 años de la Universidad Parque que, junto a las dos décadas del edificio del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, marcaron la conmemoración del aniversario institucional en mayo.
Y para recordar esta efemérides de la manera más idónea, el 14 de mayo se realizó un recorrido por algunos de los puntos más representativos del campus, y en el que estudiantes, docentes, egresados, directivos y visitantes estuvieron acompañados por el canto de los loros y los currucutúes; por la sombra de las acacias, de los urapanes y los hobos, y por las ardillas que ya son parte de la cotidianidad eafitense desde hace 15 años, cuando comenzó la concepción de la Universidad Parque.
Hoy es fácil ver almendros, caobas, ceibas, samanes y guayacanes florecidos; es reconfortante escuchar azulejos, carpinteros y otras 67 especies de aves que han sido cómplices de momentos significativos para la comunidad eafitense, y especialmente para su comunidad de egresados, que aún recuerda todos esos escenarios.
Luego del recorrido por la Universidad Parque, los invitados arribaron al Centro de Artes para dar paso a la celebración de las dos décadas del edificio del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas. Durante el acto el rector Juan Luis Mejía Arango recordó cómo hace dos décadas se hacía necesaria la creación de un epicentro que convocara el conocimiento y las humanidades.
“De un parqueadero los arquitectos sacaron una Universidad Parque con una Biblioteca en el centro que no envejece, que es cada vez más contemporánea y que cobra mayor relevancia por la buena acogida que tiene dentro de la comunidad”, agregó.
{{embed:<a data-flickr-embed="true" href="https://www.flickr.com/photos/eafit/albums/72157691533033553" title="Celebración de los 20 años del Edificio Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas y 15 años del proyecto Universidad Parque"><img src="https://live.staticflickr.com/65535/46977471655_93aa030f23_c.jpg" width="800" height="533" alt="Celebración de los 20 años del Edificio Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas y 15 años del proyecto Universidad Parque"></a><script async src="//embedr.flickr.com/assets/client-code.js" charset="utf-8"></script>}}
Un pulmón verde al ser del Valle de Aburrá
A finales de la década del 90 se le dio vida a uno de los edificios más importantes de todo el campus universitario. Este nuevo escenario se configuraba como el epicentro del conocimiento, aquel espacio en el que la sabiduría de los libros le daría paso a la investigación, que albergaría a miles de estudiantes y profesores para permitirles descubrir nuevos saberes y que sentaría un precedente cultural para la Institución y la región. Así fue como nació en 1999 el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas y, en su conjunto, la Plazoleta del Estudiante.
También, las directivas institucionales y el rector Juan Luis Mejía Arango comenzaron a configurar un espacio que propiciara los encuentros, los paseos de enamorados y donde se pudiera convivir en armonía con la naturaleza. De esta manera, cinco años más tarde, nació el concepto de Universidad Parque, un campus donde la gente quisiera estar y permanecer.
“Comenzamos a idear un plan maestro en el que definíamos las formas y tipos de espacios que dispondríamos, los bordes del campus nos daban las primeras líneas y, a partir de la centralidad de la Biblioteca, comenzamos a configurar el espacio. Cada patio que quedaba en medio de dos edificios lo destinamos con sillas y naturaleza como un lugar para descansar, para conversar o pasar un rato agradable; a los parqueaderos les agregamos árboles entre cada línea para dar sombra; hicimos jardines y logramos que los recorridos entre los pasillos siempre estuvieran inspirados con la naturaleza”, cuenta Juan Fernando Forero Soto, arquitecto de algunas construcciones de la Universidad.
Con los principios de funcionalidad, responsabilidad y ordenamiento fueron llegando poco a poco edificios pensados desde la armonía con el medio ambiente, construidos en zonas en donde no se interfiere con los árboles o las especies de aves o plantas que hay en el campus, y que tiene en cuenta acciones tan importantes como usar adoquines en lugar de pavimento en los parqueaderos para que la tierra respire.
Y es que en EAFIT se preserva la naturaleza desde la concepción arquitectónica; se refleja también en el comportamiento de cada integrante de la comunidad que respeta, cuida y valora los espacios verdes y las especies; se evidencia en las actividades al aire libre que realizan para disfrutar del canto de las aves, de la frescura de los árboles y de la ternura que generan los animales comunes en los alrededores del campus.
“Ese deseo de hacer de la arquitectura un aporte a la sociedad con nuevas formas y expresiones nos llevó a forjarnos unos principios que cada vez cobran mayor relevancia. Que los primeros pisos sean porosos y permitan la circulación de las personas, que cada edificio sea parte integral del campus, que los laboratorios estén a la vista y que nuestro principio de transparencia se refleje en la infraestructura son algunas de esas acciones que implementamos en cada nuevo proyecto”, destaca el Rector.
De allí que la Universidad haya sido merecedora en 2008 del Premio Lápiz de Acero en la categoría de espacios públicos y sea reconocida en la ciudad como un pulmón verde al sur del Valle de Aburrá en el que las personas, los edificios y la naturaleza conviven de forma armónica.