Carlos Olimpo Restrepo Suescún
Docente de cátedra del Departamento de Comunicación Social de EAFIT
"Fue un diplomático consumado y el trabajo que realizó en todos los conflictos en que ONU tenía operaciones de mantenimiento de la paz fue esencial", Natalia Escobar.
El genocidio en Ruanda –entre abril y julio de 1994–, la masacre de Sbrenica, antigua Yugoslavia –ocurrida entre el 13 y el 22 de julio de 1995– son dos de los grandes fracasos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Estos casos, ocurridos cuando Kofi Annan se desempeñaba como secretario general adjunto de la entidad, lo impulsaron a idear y poner en marcha reformas para tratar de hacer más eficiente al organismo internacional.
“El legado que más desearía dejar a mis sucesores es una Organización mejor equipada para prevenir el genocidio y capaz de actuar con decisión para ponerle término cuando la prevención fracasa. Muchas de las medidas que he adoptado en calidad de Secretario General se han tomado con ese propósito. Pero sé que mis esfuerzos son insuficientes. El peligro de genocidio es tan espantoso como real”, dijo Annan, ya como secretario general, el 7 de abril de 2004, ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, al presentar un plan para “atacar las raíces de la violencia y del genocidio, como son el odio, la intolerancia, el racismo y los discursos públicos que niegan a grupos de personas su dignidad y sus derechos”.
Pero, ¿qué tanto cambió en realidad el organismo internacional durante los diez años que estuvo bajo la dirección de este ghanés?
La seguridad global y la concordia entre los diferentes pueblos del planeta son algunas de las grandes responsabilidades delegadas a la ONU por los estados miembros, desde su fundación en 1945. A Kofi Annan le correspondió estar al frente de la organización internacional entre el primero de enero de 1997 y el 31 de diciembre de 2006, aunque estaba en esta desde 1962.
Y se propuso tres prioridades para su cargo: “A lo largo de mi mandato como Secretario General he tratado de poner al ser humano en el centro de todo lo que hacemos, desde la prevención de los conflictos hasta los derechos humanos y el desarrollo. Conseguir una mejora real y duradera de las vidas de hombres y mujeres es la suma y compendio de todas nuestras actividades en las Naciones Unidas”, recalcó Annan el 10 de diciembre de 2001, al recibir el Premio Nobel de la Paz, que se concedió por partes iguales a él y a la ONU.
Son puntos que, en principio, deberían tener el respaldo de todos los gobiernos y pueblos del mundo, pero algunos de estos terminaron por enfrentarlo a las grandes potencias, como su oposición y críticas a la invasión de Irak –en marzo de 2003– por parte de una coalición liderada por los Estados Unidos y el Reino Unido; o la puesta en marcha de la Corte Penal Internacional, que además del rechazo de la potencia americana, también le generó roces con Rusia y China, entre otros gobiernos.
“Como secretario general debió enfrentar muchos fenómenos que pueden hacer olvidar parte de su legado, pero es claro que ese interés en que Naciones Unidas se comprometiera más con los temas de desarrollo y tratara de tener unas metas claras y un proceso de medición y un trabajo alrededor de objetivos específicos fue esencial para la organización, además de todo el trabajo que hizo en la reforma de Naciones Unidas, en su administración y funcionamiento, y en el establecimiento de nuevos mecanismos de protección en situaciones de conflictos. Fue un diplomático consumado y el trabajo que realizó en todos los conflictos en que ONU tenía operaciones de mantenimiento de la paz fue esencial”, asegura Natalia Escobar Pemberthy, docente e investigadora del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT.
Y fueron sus propuestas sobre desarrollo las que encontraron mayor respaldo global y que hoy mantienen su vigencia, porque además del apoyo de los gobiernos de los Estados miembros de la ONU, Annan buscó y obtuvo el compromiso de dirigentes empresariales y líderes de organizaciones de la sociedad civil en alcanzar estas metas.
“Su muerte coincide con un momento en que su legado al frente de la ONU cobra mayor importancia, porque es a él a quien se deben los Objetivos de Desarrollo del Milenio (posteriormente Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS), que son el origen de gran parte del trabajo que se hace alrededor del Pacto Global, en los que la Universidad cada vez está trabajando más y que hace parte de ese enfoque de desarrollo sostenible del que EAFIT ha sido parte desde antes de esos ODS y que ahora los toma como el marco de su proyección a 2030”, recuerda la profesora Escobar Pemberthy, doctora en Gobernanza Global y Seguridad Humana.
El foro de Davos (Suiza), en enero de 1999, y la Cumbre del Milenio, en septiembre de 2000, fueron los puntos de partida para el Pacto Global y los Objetivos de Desarrollo del Milenio –hoy Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)–, impulsados por el diplomático ghanés, con base en tratados, declaraciones y otros documentos acordados bajo el auspicio de la ONU, que tiene que ver con asuntos humanitarios, sociales y económicos, los cuales se relacionan a diario y en escalas diversas en todo el planeta.
“Fue en el discurso de Davos cuando Kofi Annan hizo ese llamado a la comunidad internacional, en especial a los líderes de las grandes empresas, para que se pusieran unos objetivos para cumplir en el año 2015. Allí recordó que por más recursos que hubiera en los Estados, en el mundo hay una gran cantidad de dinero concentrado en las corporaciones multinacionales y advirtió que si el sector privado no participaba del Pacto Global, no habría manera de alcanzar sus objetivos. Es decir, que la responsabilidad de la lucha contra la pobreza no recae solo en los gobiernos, sino que se requiere de la participación del sector privado en este proceso”.
La explicación la hace Maria Alejandra Gonzalez-Perez, profesora de la Escuela de Administración de EAFIT, quien, en 2010, como jefa del Departamento de Negocios Internacionales de EAFIT, junto con el rector Juan Luis Mejía Arango y el entonces estudiante Daniel Felipe Marín Gil, empezó el estudio previo para vincular la Universidad a esta iniciativa. Un año después, en febrero de 2011, se recibió la carta de aceptación y un comunicado en el que se explicaban los principios que acababa de aceptar la comunidad eafitense.
“Los ODS son uno de sus legados más concretos, porque puso a todo el sistema internacional en un enfoque y una agenda que permitió focalizar y concentrar esfuerzos en unas áreas de desarrollo claras, relacionadas con reducción de la pobreza, salud y educación”, agrega Natalia Escobar.
En la Universidad
Según Maria Alejandra, doctora en Negocios Internacionales y Responsabilidad Social Empresarial, en la actualidad hay más de 3200 entidades públicas y privadas que hacen parte de este acuerdo en el mundo, 575 de estas en Colombia. “Nosotros trabajamos de la mano con otras empresas para la promoción de los principios del Pacto Global, para dar el mensaje al mercado de que los temas ambientales, laborales, de derechos humanos y el rechazo fuerte a las prácticas de corrupción son principios que nos convocan a todos”.
Entre las empresas aliadas con las que trabaja EAFIT se encuentran el Grupo Sura, ISA, Isagén y Grupo Nutresa, con las cuales“estamos enviando señales al mercado sobre que esto es lo que queremos de nuestros proveedores, estos son los principios con los que estamos trabajando. Al entregar esta información a nuestros proveedores, esperamos que la dinámica del Pacto Global escale”.
Kofi Annan entendía que los mercados son un eje fundamental para el desarrollo del planeta y, en gran medida, se depende de estos para el desarrollo, pero las empresas tienen que jugar y competir de manera justa.
“Kofi Annan entendía que los mercados son un eje fundamental para el desarrollo del planeta y, en gran medida, dependemos de estos para el desarrollo, pero las empresas tienen que jugar y competir de manera justa, es decir, con respeto por los derechos humanos, con condiciones laborales respetuosas con sus empleados y con una producción amigable con el ambiente”, explica Maria Alejandra Gonzalez-Perez.
Para la profesora Natalia Escobar Pemberthy “es supremamente valioso el hecho de que Kofi Annan haya abierto este compromiso, más allá de los Estados y los gobiernos, a las empresas privadas y a las organizaciones de la sociedad civil. Esto es fundamental, porque no solo tiene el insumo de opinión y visión que pueden traer todos estos actores: mujeres, campesinos, indígenas, científicos, jóvenes, academia, empresas, que son cada vez más importantes, sino también porque ellos también deben sumar sus esfuerzos, aportar para alcanzar los ODS”.
“En esto la Universidad está muy comprometida, no solo con sus acciones como organización, sino también con lo que les estamos transmitiendo a los estudiantes, en las carreras que los estamos formando”, dice la docente Escobar, quien agrega que “uno de los mensajes claros que transmitimos desde la Institución es que los ODS van desde las organizaciones más grandes hasta el ciudadano de a pie. Y el hecho de que EAFIT esté participando desde varios frentes hace que ese mensaje llegue a nuestros profesores, estudiantes, proveedores, egresados y socios”.
Kofi Annan destacó que, bajo estas premisas y con el compromiso del sector privado, se podrían alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero la iniciativa ha obtenido otros logros. “Con este pacto y esos principios han cambiado en parte las dinámicas de los mercados”, asegura Gonzalez-Perez.
Los principios a los que se refiere la experta en responsabilidad social fueron nueve hasta 2004, cuando se añadió uno, también por iniciativa de Kofi Annan, y desde entonces se mantienen sin modificaciones.
Estos son los compromisos que adquieren las entidades al ingresar al pacto: Apoyar y respetar la protección de los derechos humanos; No ser cómplice de la vulneración de los derechos humanos; Apoyar los principios de la libertad de asociación y sindical, y el derecho a la negociación colectiva; Ayudar a eliminar el trabajo forzoso o bajo coacción; Apoyar los esfuerzos para erradicar el trabajo infantil; Trabajar para suprimir la discriminación en materia de empleo y ocupación; Mantener un enfoque preventivo para favorecer el medio ambiente; Fomentar iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad medioambiental; Alentar el desarrollo y la difusión de tecnologías respetuosas con el medio ambiente; y Luchar contra la corrupción en todas sus formas.