Jonathan Montoya Correa
Periodista del Área de Información y Prensa de EAFIT
Por una u otra razón cada década del siglo XX tiene sus adeptos. Los treintas y cuarentas, por ejemplo, encuentran afectos entre los estudiosos de las grandes Guerras Mundiales y la geopolítica; hay quienes añoran los cincuenta por el nacimiento del
rock’n’roll; también están los fanáticos de los sesentas y setentas por considerarlas un momento histórico de libertad y lucha social para la humanidad; y los enamorados de los ochenta recuerdan su moda y neoliberalismo. Pero entre todos estos periodos sobresalen, de manera especial, los años veinte. Y es que su espíritu, casi 100 años después, continúa inspirando a todas las generaciones.
En Francia los llamaron “Les Annés folles”, en Alemania “The Golden Twenties” y en Estados Unidos “The Roaring Twenties”. Locos, centelleantes, electrizantes, eufóricos, prósperos… La década del veinte cumple un siglo en 2020, y su legado aún persiste en el imaginario y la cultura popular.
En Francia los llamaron “Les Annés folles”, en Alemania “The Golden Twenties” y en Estados Unidos “The Roaring Twenties”. Locos, centelleantes, electrizantes, eufóricos, prósperos… La década del veinte cumple un siglo en 2020, y su legado aún persiste en el imaginario y la cultura popular, incluso de los más jóvenes o de aquellos que no están tan familiarizados con esta época.
Basta echar un vistazo al catálogo de cualquier plataforma de
streaming actual para encontrar series como
Las Chicas del Cable, Downton Abbey, Boardwalk Empire, y Peaky Blinders para revivir la nostalgia por los vestidos y los sombreros tipo flapper, los salones para bailar jazz y foxtrot, los viajes intercontinentales en grandes transatlánticos, o la moda de Al Capone y sus secuaces durante la época de la prohibición.
Y aunque tradicionalmente se percibe como una época de gran impacto cultural para los Estados Unidos y Europa, Colombia tampoco fue ajena a este furor. De hecho, en sus
Memorias el empresario antioqueño Ricardo Olano, uno de los hombres más representativos de la transformación de Medellín a principios del siglo XX, recuerda que cuando lo invitaron por primera vez a Nueva York, en los años veinte, una de sus mayores preocupaciones era que no sabía bailar
foxtrot.
Para Juan Carlos López Díez, docente del Departamento en Organización y Gerencia, magíster en Historia de la Universidad Nacional, y coordinador del grupo de Investigación en Historia Empresarial de EAFIT, para comprender el impacto que tuvo esta década es igual de importante, primero, entender el contexto por el que estaba pasando la humanidad en ese momento. De hecho, el profesor menciona que en sus clases le gusta presentar esta época como una matriz de tres escenarios: Europa, Estados Unidos y Colombia.
“Europa viene de la Primera Guerra Mundial, acaba de explotar la Revolución rusa y hay una sensación de paranoia en el resto de países de este continente por el llamado virus marxista leninista”, explica el docente, quien señala que esto serviría más tarde, como un caldo de cultivo para el nacimiento de movimientos como el fascismo en Italia, o el nazismo en Alemania.
Todo esto acompañado de una creciente migración de la población a los grandes centros urbanos como Londres, París y Berlín. “Como lo veríamos después en
Luces de la Ciudad, la película de Charles Chaplin. La gente estaba llegando atraída por las luces, la adrenalina y la euforia de esos lugares”.
Una opinión a la que se suma Claudia Ivonne Giraldo Gómez, jefa de la Editorial EAFIT, y quien confirma que, efectivamente, la gente estaba eufórica en medio de las grandes trasformaciones culturales de las que eran testigos. La eafitense menciona, por ejemplo, el nacimiento de movimientos artísticos de vanguardia como el surrealismo, el dadaísmo y el cubismo, así como el fortalecimiento de tres grandes pilares filosóficos heredados de Friedrich Nietzche, Karl Marx y Sigmund Freud.
Cuando el lector piensa en los años 20 relaciona este tiempo con la moda de las flappers, la música y el Art Deco.
“El cine y la fotografía liberan el arte del afán realista. Los artistas pasan de pintar el mundo como era a mostrarlo como lo sienten. Además, el subconsciente de Freud –que antes se negaba- ahora se ilumina y empieza a producir obras de arte. Nosotros somos modernos por esa época, somos hijos de eso”, puntualiza Claudia Ivonne.
“Menos es más”, “la forma sigue la función”, o “Dios está en los detalles” fueron algunas de esas frases icónicas que comenzaron a madurar durante este tiempo, y que hoy todavía siguen permeando el terreno de la arquitectura y el diseño de producto.
Entre el ornamento y la funcionalidad
Referirse a los años 20 implica, también, pensar en las formas y el diseño. Y es que nombres como los de Mies Van Der Rohe, Alvar Aalto, Le Courbusier o Walter Gropius, solo por mencionar algunos, fueron cruciales para una década que marcó el paso de la humanidad hacia la arquitectura moderna.
Para Luis Fernando Patiño Santa, docente del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto y fundador de la Materioteca de EAFIT, se trató de un momento de contrastes, marcado, sobre todo, por influencias como la herencia de William Morris con el movimiento Arts and Crafts, el Art Deco, y el nacimiento de la escuela del Bauhaus, en 1919.
Por eso no es gratuito que, durante esta década, se presentara una constante dualidad entre aquellos más aferrados al pasado, y los que querían moverse con los aires que traían la experimentación y los nuevos materiales. “Menos es más”, “la forma sigue la función”, o “Dios está en los detalles” fueron algunas de esas frases icónicas que comenzaron a madurar durante este tiempo, y que hoy todavía siguen permeando el terreno de la arquitectura y el diseño de producto.
“La segunda revolución industrial le da la posibilidad a los diseñadores y a los arquitectos de acceder a nuevos materiales que antes no podían fabricarse, la Bauhaus comienza a experimentar con el mobiliario en tubería metálica, el finlandés Alvar Aalto hace lo mismo, pero con la madera laminada y, aunque hacía 40 años había aparecido el acero, este comienza a coger más fuerza con el Art Deco, como, por ejemplo, en la punta del edificio Chrysler, en Nueva York”, enumera el profesor.
Así mismo, Luis Fernando agrega que los veinte fueron fundamentales para el diseño con otros materiales como vidrio, plástico, metal y madera. La primera silla cantiléver (estructura tubular doblada que carece de patas traseras) se creó en esta época; y se fabrican las primeras carcasas de plástico para los electrodomésticos, y los primeros recipientes de vidrio para apilar.
“Es increíble que ahora con el problema global que tenemos con el plástico estemos volviendo, justamente a ese diseño, demostrando que siguen siendo completamente relevantes 100 años después”.
El acero y el cristal marcaron el ascenso y el florecimiento de los grandes rascacielos y, por primera vez, los diseñadores de mobiliario comenzaron a plantearse posibilidades como la ergonomía, el confort o el desafío de la gravedad. Todo esto, sumado a las contribuciones de otras vanguardias, dejó un acervo de valor incalculable que continúa siendo objeto de estudio en este campo.
Cuando el lector piensa en los años 20 relaciona este tiempo con la moda de las flappers, la música y el Art Deco.
Ya para esa época Medellín tenía teatros, vehículos, intelectuales y grupos de tertulias, invenciones y patentes. La década del 20 no solo explosionaba en el mundo, también en la ciudad.
De la euforia a la “Gran Depresión”
Mientras Europa se recuperaba de una guerra devastadora, en Estados Unidos se vivía el éxtasis de la industrialización, un crecimiento desbordado que venía desde 1870 —un par de años después de que culminara la Guerra Civil norteamericana—, y que había propiciado un especial despliegue de capitalismo en los años veinte.
“Aún faltaban nueve años para la Gran Depresión de 1929, así que mientras tanto los estadounidenses se dedicaron a bailar. Por esto, a esa época se le conoce como la era del jazz”, describe el docente Juan Carlos López, quien puntualiza que las migraciones de la población afroamericana del sur de Estados Unidos hacia los centros urbanos del norte, como Chicago y Nueva York, e incluso hasta París, permitirían justamente la masificación del jazz y del blues.
Juan Carlos también explica que la década estuvo marcada por otros fenómenos culturales de igual importancia. La radio continúa en auge, llega el cine sonoro y hay una eclosión del Fordismo (con sus modelos Ford T y su línea de ensamble) que, de manera posterior, permitiría la construcción de grandes autopistas y los asentamientos en los suburbios. En esta década también se acuña la famosa frase ‘hazte rico y hazlo pronto’, que reforzaría esa sensación de exceso”.
Juan Manuel Cuartas Restrepo, docente e investigador de la Escuela de Humanidades, ha dedicado parte de su trabajo al estudio en la revista Letras y Encajes, editada en Medellín entre 1926 y 1959, y en la que, según él mismo afirma, se puede observar cómo se vivía ese coletazo de la década del veinte en la ciudad.
El académico destaca que se trataba de una publicación agenciada por mujeres de la sociedad, concebida como una causa social para dotar al hospital San Vicente de Paul de una sala de maternidad, en la que se conjugaban reflexiones sobre estética, moral, cultura, arte, literatura, cine y música, entre otras. “Ya para esa época Medellín tenía teatros, vehículos, intelectuales y grupos de tertulias, invenciones y patentes. La década del 20 no solo explosionaba en el mundo, también en nuestra ciudad”, menciona.
Por el lado del componente Encajes, se trataba de una sección dedicada a temas del cuidado y la moda, con publicidades ilustradas de ropa, carros, electrodomésticos o lugares a dónde ir. “La moda es casi un sinónimo de modernidad, conforme se mueve la moda se transforman los tiempos y ellas entendieron eso desde el primer momento”.
Por otra parte, en el apartado de Letras se abría la discusión para la participación activa de intelectuales de diferentes posiciones, tanto para tradicionalistas como para los modernos, e incluso se publicaron las traducciones de algunos artículos y discursos sobre feminismo de Europa. Estos dos capítulos muestran un papel muy destacado de la mujer y una actividad absolutamente moderna, es decir, la contemporaneidad vivida en toda su plenitud, como se podía vivir en el Medellín de ese entonces”, enfatiza.
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El cine pasó a ser uno de los mayores entretenimientos de la población en esta época de transición.
Sin embargo, y a pesar de ser una época marcada por el espíritu festivo, el académico recuerda que también tuvo algunas contradicciones, como la prohibición del alcohol, que afianzaría el surgimiento de las mafias y del contrabando.
“En medio del goce y del disfrute, no estaban preparados para lo que se les iba a presentar en 1929, con la gran crisis. Alcanzan altas tasas de desempleo y los bancos quiebran. Paul Johnson, historiador de los Estados Unidos, menciona que solo entre 1929 y 1933 cerraron sus puertas más de 5100 bancos. Por supuesto, no existían lo grandes grupos financieros de hoy en día, sino que en su mayoría eran pequeñas entidades regionales o estatales, pero sin duda esto marcaría el declive de la década”.
Y en el caso de Colombia, diceJuan Carlos, la industrialización llegó por vía del café, que tiene su primera bonanza en los veinte. “La afluencia de esos recursos, más la indemnización por Panamá, y los préstamos de banqueros internacionales trae una oleada de inversiones en obras publicas concentradas, en su mayoría, en las ciudades. Hay cada vez más actividades de diversión, bares y cafés, y desde 1919 existe la Compañía Colombiana de Navegación Aérea. Por eso, algunos historiadores consideran tan importante este período, y lo definen como la entrada de Colombia al siglo XX”, concluye.