Cuando los estudiantes de Ingeniería de Sistemas Andrés Felipe Zapata, Juan David Arcila, Sebastián Patiño, Manuela Carrasco y Hamilton Tobón recibieron el correo que anunciaba su cupo en la final de supercómputo en China tuvieron que leer muchas veces para creerlo. Supieron que era real hasta que Juan Guillermo Lalinde Pulido, su profesor y director científico del programa Apolo, los felicitó.
Y es que en el mundo hay tres grandes competencias de supercómputo: en Estados Unidos está el Student Cluster Competition (SCC), en Europa la ISC y en China existe el Student Supercomputer Challenge (ASC), que se destaca por ser más equitativa y porque todos los equipos participantes trabajan casi con las mismas características y con el mismo límite de 3000 Watts.
“ASC busca que los estudiantes desarrollen competencias para resolver problemas que pueden ser modelados matemáticamente y que pueden ser resueltos mediante computación, por ejemplo, hay biología computacional, lo relacionado con el ADN y los genomas, también hay mecánica de fluidos. Son retos relacionados con la ciencia y la ingeniería”, cuenta Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor y investigador del Departamento de Informática y Sistemas.
Así que, en Dalian, ciudad donde se realizó el evento final entre el 21 y 25 de abril, el grupo de eafitenses –uno de los 20 elegidos entre 300 equipos y único de América Latina- presentó en su fase inicial un documento explicando que técnicas usan para resolver problemas y optimizar aplicaciones.
El profesor señala que lo que quiere es medir las capacidades de los estudiantes para resolver problemas de supercómputo, que van desde la elección de la máquina, hasta el ensamble físico, la configuración e instalación de las aplicaciones científicas para optimizarlas lo más que se pueda.
“A ustedes les hubiera gustado verlos tratando de descifrar cómo se podía poner la tarjeta, qué era lo que había que conectar y qué no se podía desconectar, porque ni siquiera había manuales de instrucciones, simplemente fue decirles: ‘ahí tienen el equipo, empiécenlo a armar’”.
Para Juan David Arcila, más allá de esto, lo más valioso fue la experiencia de llegar a China, pues muchos de los eafitenses participantes, en su mayoría, no habían salido del país.
Andrés Felipe destaca que lo más valioso del viaje fue conocer otra cultura, pues hubo mucho intercambio cultural con otros competidores. “Pudimos superar esa barrera de la competencia y sentarnos a comer, no pensar simplemente que todos somos participantes y que estábamos luchando por el mismo premio o que solo uno lo podía ganar, sino que también parte de la experiencia era poder compartir con ellos”.
Y, a pesar de que en un inicio los jóvenes de la Universidad tuvieron resultados desalentadores, no se detuvieron y siguieron trabajando para lograr mejores pruebas. Fue esa misma resiliencia y trabajo en equipo la que sorprendió a los jurados y la que les sirvió de elogio en una publicación en HPC Wire, destacada revista de supercómputo, la cual afirmó que: “El equipo de EAFIT se ha convertido silenciosamente en uno de los más experimentados en el juego de competición clúster. Son uno de esos grupos que nunca se dan por vencidos, sin importar los problemas que encuentren. Su perseverancia es de lo que se trata el Concurso de Grupos de Estudiantes y es un gran honor para su pregrado y su universidad”.
Manuela Carrasco, única mujer de Apolo y participante de la competencia, asegura que EAFIT es una universidad que está a la altura de cualquier otra en el mundo. “Siempre vemos a los chinos como referentes y lo que se está demostrando es que en Colombia tenemos la capacidad de hacerlo también”.
Y el mensaje que queda de la experiencia es que la academia va más allá de interactuar con personas, la utilidad es crear vínculos con los compañeros para trabajar mejor en equipo. Y, conscientes de que pronto se van a graduar, los alumnos participantes saben lo importante que es dejar el legado a las futuras generaciones que lleguen a Apolo y dejar la chispa de la investigación encendida a sus sucesores.